Editorial
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La puerilidad como política pública fue una característica del gobierno de Vicente Fox. Tal vez usted recuerde los escándalos y la trivialidad que eran asunto de todos los días en el foxato.
Se pensó que con la llegada de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa a la Presidencia de la República tal conducta quedaría atrás, pero hemos visto que el actual gobierno sigue tratando de inventar una realidad que no existe y de desviar la atención de los mexicanos de los asuntos verdaderamente importantes.
Los ejemplos sobran, pero ahora el gobierno ha llegado al límite y ha demostrado que lo único que le interesa es tener al pueblo pensando en trivialidades, participando en sondeos, que no encuestas, donde se le consulte para determinar si el presidente debe ir o no al partido inaugural de la selección mexicana en Sudáfrica.
En esta semana, el peso ha sufrido una devaluación mayor al ocho por ciento en tan sólo dos días, pero ello no ha merecido un comentario o una respuesta del gobierno federal, pero sí ha destinado recursos públicos para mantener entretenido al pueblo con la “consulta popular”.
Si hacemos un recuento de lo ocurrido en este año, hay un dato duro que debemos considerar: alrededor de 70 mil establecimientos de alimentos, 20 por ciento del total, se han visto en la necesidad de cerrar sus puertas en los dos últimos años, porque la narcoviolencia ha golpeado significativamente a este sector, según informó la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac).
Si usted considera que cada uno de estos negocios generaba cinco empleos como mínimo, debemos admitir que en estos dos años se perdieron sólo en este sector, más de 350 mil empleos.
Pero al presidente de la república parece que estos dos asuntos, la devaluación del peso y la pérdida de 350 mil empleos sólo en el sector de la CANIRAC, parecen no tener importancia, o al menos no tanta como la tiene saber si los mexicanos deseamos que asista al partido inaugural de la copa del mundo en Sudáfrica.
Así, resulta lastimoso ver como la presidencia de la república promueve la trivialidad, la banalidad como política pública ante la evidente incapacidad del presidente para ejercer el cargo en beneficio de los mexicanos.
Y usted, amable auditorio, ¿qué opina?
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