Ahora, ante el zafarrancho que hubo ayer en la zona norte de la ciudad, el clima de intranquilidad se ha incrementado.
Cinco personas detenidas y otras prófugas, casi 10 horas de operativo en términos reales, fueron los saldos del enfrentamiento entre dos grupos de sicarios y, después, de éstos con las fuerzas de seguridad del estado y el ejército.
Dos de los delincuentes perseguidos se refugiaron en una de las casas de esa zona, y aquí debemos reconocer la valentía de la dueña de la casa, quien llamó a los teléfonos de emergencia y las fuerzas armadas lograron sacarlos ilesos de la vivienda.
Este hecho no es uno aislado, sino que forma parte de una cadena donde la parte importante es el descubrimiento de casi una docena de narcolaboratorios en los últimos ocho meses.
Los hechos delictivos no ocurren aislados ni son casuales. Lo acontecido ayer nos pone en situación similar a la del resto del país, donde las balaceras en las vías públicas son asunto de todos los días.
Es necesario que las fuerzas de seguridad –el ejército, la policía estatal preventiva, la policía ministerial, la armada y las fuerzas municipales- tengan una mejor coordinación para que haya mejores resultados para la sociedad colimense.
Hoy, la seguridad está en peligro. Esta es una realidad. Nos guste o no, dejamos de vivir en una isla feliz y ahora sufrimos los estragos de la narcoviolencia y de la disputa entre bandas criminales.
Actuar a tiempo es mejor que quejarse después. Es tiempo de decir ya basta. No debemos convertirnos en otro Acapulco, otra Sinaloa, otra Ciudad Juárez u otro Tamaulipas.
El aviso está dado. La sociedad espera resultados.
Y usted, amable radioescucha, ¿qué opina al respecto?
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