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viernes, abril 09, 2010

Delegaciones, ¿gasto inútil en tiempos de crisis?


Editorial

Nuestras Noticias

Utilizar los escasos recursos disponibles de manera óptima es una exigencia de la sociedad y una acción impostergable que debemos llevar realizar todos. Una gran sector de la sociedad ha impulsado la idea de que el gobierno federal debe suprimir su gasto corriente y una manera de hacerlo es realizando una verdadera transformación en su estructura burocrática.

Los seis años del foxato fueron los de un crecimiento desmedido, como jamás había ocurrido en la historia moderna de este país, de la burocracia federal, particularmente con la creación de plazas de director general para arriba y estructuras paralelas que sólo sirvieron para emplear a miles y miles de panistas de medio pelo que vinieron a comerse a puños los recursos que por excedentes petroleros tuvo el país en esos seis años.

100 mil millones de pesos destinados al crecimiento de la planta burocrática, sobre todo en los altos niveles, donde los adjuntos surgieron como los hongos tras la primera lluvia.

Más aún, el gobierno federal canceló el proceso de descentralización que se había iniciado con los sectores educativos y de salud. Peor todavía, volvieron a centralizarse muchas funciones y las delegaciones se volvieron entes que consumen más recursos en su sostenimiento, que los que se destinan a otorgar apoyos y llevar programas a la población.

Calderón ha fracasado en el cumplimiento de sus responsabilidades como presidente de la república. Desde el primer momento perdió la guerra contra el desempleo y partir de diciembre de 2006, empezó a perder la guerra contra el narcotráfico, que se convirtió ya, en el mejor de los casos, en la guerra sin fin.

Ahora, las dependencias federales son la barricada desde la que se han estado alimentando las campañas políticas de los panistas en todo el país. Los panistas no se andan por las ramas y arremeten con todo, con tal de ganar las batallas electorales que vienen enfrentando.

Las secretarías de despacho deben ser descentralizadas, como en el caso de la Sagarpa, por citar sólo un ejemplo, y los recursos destinarse a los estados para que sean éstos quienes los apliquen en los programas previamente establecidos.

Un uso óptimo de los recursos es una exigencia social que debe ser atendida.

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