Editorial
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Los problemas de una ciudad siempre van de la mano de la capacidad de las autoridades correspondientes para resolverlos. La vialidad es una situación vital en el desarrollo y crecimiento armónico de una ciudad y más cuando ésta es la capital de una entidad federativa.
En el caso de Colima, las autoridades de vialidad han mostrado su evidente incapacidad para resolver los problemas inherentes a la vialidad, sobre todo en las horas pico o en las situaciones de emergencia y mucho de ello se debe a la forma de actuar de las autoridades de vialidad, porque su desconocimiento de lo que debe ser el ordenamiento en una ciudad como Colima, está probado de sobra.
Colima padece a diario el problema del caos vial y esto tiende a agudizarse, pues es evidente que cada vez hay más vehículos por las mismas calles de siempre.
Además, en las últimas décadas, nuestra ciudad multiplicó exponencialmente el número de unidades vehiculares de todo tipo, lo que la sitúa quizá en la ciudad con mayor cantidad relativa de automotores en el país, cálculo que se obtiene al combinar el número total de vehículos sobre la cantidad de población total.
A su vez, el índice de densidad vehicular se relaciona íntimamente con la extensión de la mancha urbana.
Asimismo, Colima es una ciudad con una alta cantidad de servidores públicos que pueden aspirar a adquirir un automóvil gracias a múltiples programas de financiamiento, pero la adecuación del trazo urbano no ha crecido con la misma rapidez.
Pero esto se agrava porque, para desgracia de los colimotes, Colima carece de un funcionario competente y efectivo como responsable de la vialidad y en cambio, padece uno que tan sólo se dedica a cumplir con la “chamba”, es decir, a cubrir la forma, la apariencia, pero no a ser un funcionario que cumpla con efectividad la responsabilidad que le fue conferida, en mal momento, por el presidente municipal.
Por desgracia, es un funcionario que pasa más tiempo preocupado por buscar ser promovido a un cargo en el gobierno estatal, que por cumplir sus obligaciones y responsabilidades como director de vialidad o cualquiera que sea la denominación de su cargo.
En fin, ésta es la triste realidad que vivimos los colimenses cotidianamente.
Y usted, amable radioescucha, ¿qué opina al respecto?
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