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sábado, septiembre 16, 2000

Los Políticamente Correctos, Tiempo de Fastos

En este momento de coyuntura, donde muchos de los actores pretenden tener roles protagónicos, darse golpes de pecho y gritar a los cuatro vientos su antipriísmo ramplón y su gazmoñería de pueblo rancio, muchos de los miembros de la oposición pretenden dar lecciones de comportamiento ajustado a la ética, de una moralidad intachable y de ausencia de corrupción. Según estos nuevos protestas de la transición democrática, todo nace a partir de su incorporación a las filas de la oposición.

Mientras fueron miembros privilegiados del PRI, mientras obtuvieron prebendas, posiciones y recibieron los beneficios del sistema, todo era transparente, recto y correcto y el PRI era lo máximo. Pero al ser relevados sintieron que era tiempo de emigrar a otros lares y se fueron con su música a otra aparte y ahora son los nuevos profetas de la transición según ellos, los correctos. Hoy es tiempo de hablar de los correctos y para hacerlo vale la pena recurrir a lo escrito hace tiempo por Jesús Silva Herzog Márquez.

"(...) El discurso de la transición se ha convertido lentamente en una pequeña ortodoxia. En este fin de siglo mexicano es la cama de la flojera intelectual. El cuestionamiento de hace unos años ha desembocado en conformismo. Así, poner en tela de juicio el coro de los correctos se ha vuelto una acción necesaria y para ello requerimos estar dotados de alfileres para pinchar esos globos del nuevo dogmatismo. Según su diagnóstico, México es y sigue siendo un régimen autoritario. Los cambios habidos en la política nacional durante los últimos tiempos son cambios meramente superficiales. La existencia de nuevas instituciones, de elecciones competidas, de la alternancia como normalidad en amplios espacios del país son aspectos irrelevantes para los demócratas correctos.

Al parecer, los correctos están infectados de un virus fundamentalista. En su visión decimonónica, la política está poblada por sistemas herméticos. Así, el objetivo es cambiar la esencia del régimen, transformar la médula del sistema político. El eslogan basta como argumento: necesitamos un cambio de régimen no un simple cambio en el régimen.(...)".

Son, ni más ni menos, la esencia misma del gatopardismo tan criticado: Nada cambia, si no cambia todo y todo cambia para que todo siga igual.

"(...) Para los correctos no hay democracia sin derrota del PRI, porque, según sus propias palabras, sólo ellos provienen, viven y ejercen la política legítima. Así, de manera expresa, los correctos nos informan que hay dos clases de votos: votos democráticos y votos de miedo, votos libres y votos indignos. Los correctos defienden una rara idea de la democracia: sólo ellos son puros, castos y dignos; en suma, la visión del erizo.

Para los políticamente correctos, democrático es el resultado que satisface sus prejuicios, no el proceso ajustado a las reglas de la competencia. En este sentido, destaco el gran valor de la alternancia para acceder a un régimen democrático. Pero debemos entender la alternancia como posibilidad de que pierda quien antes ganaba y no como la exigencia de que pierda. (...)" Efectivamente, si hablamos en serio de democracia, debemos aceptar que la decisión está en los electores. Pero la democracia no se agota en las elecciones; por el contrario, es una forma de vida a la que todos aspiramos y por la que estamos aquí.

" (...) Otra parte del manual de los políticamente correctos se refiere a " la falta de voluntad-política". De acuerdo con el "pensamiento recto" de nuestros demócratas, México no ha llegado a la democracia porque el Señorpresidente no ha querido. Herederos de la cultura presidencialista, los correctos están convencidos que el mundo de la política es barro moldeado libremente por el político.

No hay correcto que no cante a la ley sin recomendar su pisotón. Las virtudes del Estado de derecho son reconocidas por todos ellos. Sin embargo, aceptan dócilmente que aún no es tiempo para vivir bajo sus rigores. Cuestionan la ilegalidad que expresa la vocación autoritaria del régimen y, al mismo tiempo, en la misma frase, se exige la negociación por encima y por afuera de la ley. La legalidad es para después; ahora podemos seguir montados en el hábito del chantaje y con el consuelo de nuestras nobles intenciones. La causa democrática es suficiente razón para torcer el molde jurídico. Ahora la negociación, la ley luego.(...)". Como dicen en mi pueblo: que se cumpla la ley en la parcela de mi compadre.

"(...) En el discurso de los correctos, la sociedad civil es el alma de la democracia y el idolito de la transición. El correcto es un entusiasta adulador de la sociedad civil. En un tiempo en que difícilmente podría hablarse de "El pueblo" como sujeto político, los correctos invocan constantemente a la "sociedad civil", como su patrono. Con una candidez admirable se llaman representantes de la sociedad civil y hablan en su nombre y dicen una y otra vez: la sociedad civil quiere tal cosa; la sociedad civil está indignada por esto y por lo otro. Para los políticamente correctos, el perfecto demócrata mexicano debe tener bien puesta la camiseta de la sociedad civil.

En este contexto, los políticamente correctos están en una posición muy cómoda: juzgan pero no actúan, se oponen a todo, pero no construyen. Disienten para recibir aplausos de la gayola, pero no se sientan a negociar porque, desde su perspectiva fundamentalista, toda negociación con la autoridad o el partido en el gobierno está viciada de origen, siempre y cuando ellos no sean gobierno, por supuesto. Pero la realidad está en su contra y nos ha enseñado que para descifrar los profundos cambios que ha experimentado el país que tenemos enfrente necesitamos renunciar al confort del discurso democráticamente correcto. (...)".

Para ellos resulta impensable reconocer la democracia emergente, los difíciles momentos que vivimos y que nos comprometen a cumplir a cabalidad nuestra responsabilidad, recordar que son tiempos nuevos donde transitamos hacia la normalidad democrática y ello implica emprender tareas de organización, intercambio político y asumir compromisos concretos entre sociedad y gobierno, en el marco del Estado de derecho, porque nuestro objetivo es que la democracia no sea el enfrentamiento entre la sociedad contra el el gobierno, ni éste se convierta en un sujeto pasivo o neutral.

En fin estos son lo fastos de los políticamente correctos.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1.- Carlos Vázquez Oldenbourg, alcalde capitalino, ha emprendido una serie de acciones para mejorar, según sus propias palabras, la acción del ayuntamiento en beneficio de los habitantes de este municipio. Ahora tiene una excelente razón en los actos para la celebración del 471 aniversario de la fundación de Colima y para ello pretende organizar una feria cultural, pero, para su desgracia, el inicio de estas actividades no fue halagûeño, sobre todo porque quien ocupa la dirección de Cultura, deporte y demás, el panista Ernesto García Allen, ya dio una muestra de la clase de espectáculos que les esperan a los colimenses en los próximos meses y me refiero a la pomposamente llamada velada literaria que más pareció un actito ramplón, más propio de principios de siglo en un pueblito de la sierra de Puebla, que otra cosa.

En fin, mucho deberá mejorar el panista García Allen si desea servir a su jefe, Carlos Vázquez Oldenbourg.

2.- Quien anda en plena campaña es la alcaldesa Martha Sosa Govea. Sin mayor empacho anda promocionando a sus candidatos a las juntas municipales y poniendo trabas al por mayor a quienes se le opongan.

3.- "Los principales retos a que se enfrentará el nuevo Congreso son: Una nueva relación con el Ejecutivo: Tendrá que prevalecer en todo momento la autonomía, el dialogo y el debate. Es tiempo de dejar atrás posiciones personales o de grupo; hay que centrar el esfuerzo en la conformación de un verdadero proyecto nacional de largo plazo que esté ampliamente consensado, y que sirva para sentar las bases de un autentico desarrollo político, económico y social.

Habrá que cuidar que el nuevo Congreso no substituya al presidencialismo. Cada Poder tiene que actuar dentro del marco de sus atribuciones y ninguno debe tener dominio sobre otro. El Ejecutivo, por las importantes tareas que tiene encomendadas, necesita márgenes de maniobra para actuar y necesita de la colaboración de los legisladores para gobernar y hacerlo bien." Vicente Fox Quesada

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