El debate interesó a más
mexicanos de los que se esperaba, más que los que el propio Ricardo Salinas
supuso que verían el partido de vuelta entre Morelia y Tigres. Debate mata
soberbia, diría el clásico.
Fue un formato acartonado,
donde era prácticamente imposible que los candidatos se hicieran daño, porque los
turnos entre los candidatos hicieron imposible las contrarrespuestas, los
contra ataques inmediatos.
Pero más allá del formato, los
mexicanos pudimos ver a un candidato, AMLO, diciendo lo mismo que hace 10 años:
que si Salinas, ahora hasta Santana salió, que si la mafia, que si las
televisoras. Nada nuevo, prácticamente ninguna propuesta seria, congruente. Una
de ellas fue copia vil de la Fox en 2000: acabar con la corrupción y disminuir
salarios a los funcionarios. 600 mil millones se ahorraría AMLO con eso y los
usaría, fundamentalmente, para subsidiar la gasolina a todos, pues la bajaría
de precio.
Tampoco sorprendió AMLO a
EPN cuando le señaló que fue secretario
de Finanzas en el gobierno de Arturo Montiel en el Estado de México y que su
jefe, y pariente, fue señalado como corrupto y cuando el propio EPN sucedió en
el poder a su tío Montiel, nada hizo por sancionar sus ilícitos, antes bien lo
protegió.
EPN se dedicó a batear todas
las bolas que le pusieron. Mostró oficio y también que los ataques, por previsibles,
tenían respuestas duras y contundentes. EPN mostró su otro talante, el de
boxeador, no fajador. Se acomodó al ritmo y uno a uno fue devolviendo los
golpes, tanto a AMLO como a la candidata del PAN, la señora JVM.
EPN mostró, además, que puede
llegar a ser punzante, sobre todo cuando machacó a la señora JVM con el asunto
de su deshonestidad al haber aparecido como presente en unas sesiones del
congreso, mientras andaba en precampaña en lugares muy distantes de la sede
diputadil.
He hablado con algunas
personas y casi todas se sorprendieron de ver a un Peña Nieto entrón, echado pa’delante,
capaz de devolver golpe por golpe y sobre todo, de hacerlo con argumentos.
La señora JVM, a su vez,
mostró su peor imagen: mal vestida, con una cara dura, tal vez endurecida por
como se le fue complicado la situación en el debate, con poses de declamadora
de primaria, con voz engolada por momentos.
La candidata panista abrió
fuego contra EPN y tiro por viaje trató de hacerlo caer. Fueron varios
intentos, pero salió molesta y su cara lo decía todo en su penúltima
participación. Es de antología esa expresión.
Gabriel Quadri se fue por la
libre y nadie, absolutamente nadie lo peló, ni siquiera la edecán. Tiro
mandarriazos a diestra y siniestra, pero no logró meterse a la pelea, por más
que lo intentó. Fue quien hizo más propuestas concretas, fue el que le dio un
duro golpe a AMLO con el asunto de los subsidios, pero ninguno de los tres lo
tomó en cuenta. Otra vez será.
¿Quién ganó? Pienso que los
mexicanos, porque pudimos ver a los candidatos de manera simultánea. Su
capacidad de respuesta, sus propuestas, sus argumentos, sus habilidades, o
debilidades, histriónicas.
Espero que el 10 de junio
veamos más propuestas y menos intercambio de adjetivos entre AMLO, EPN y JVM,
en estricto orden alfabético.
Tres Comentarios al Margen
1. Algunos comentaristas, que
no analistas, de asuntos políticos locales han escrito tontería y media acerca
de que si el PRI, y otros partidos, deberán modificar su lista de candidatos a
diputados locales de mayoría relativa porque “sólo” hay dos mujeres como
candidatas propietarias y la ley habla de que debe ser el 30 por ciento de
candidaturas para un mismo género.
El Código Electoral, “la gran
obra” de la legislatura actual”, dice exactamente lo siguiente al respecto: “ARTÍCULO 51.- Son obligaciones de los
PARTIDOS POLÍTICOS:… XXI. Registrar
candidaturas en los porcentajes y para los cargos de elección popular
siguientes:
a) Diputados por el principio
de mayoría relativa, hasta el 70% de candidaturas de un mismo género, considerando para el porcentaje, la suma
total de los candidatos que proponga respecto de los distritos de la entidad;”.
Fin de la cita.
La suma total de los
candidatos, dice literalmente. La suma total de candidatos es 32, de los
cuales, 16 son propietarios y 16 suplentes. La ley no obliga a que el 30 por
ciento de candidatos de un mismo género deban ser propietarios. No se refiere a
la clase de candidatura, propietario o suplente, sino a la suma total que debe
haber, es decir, a 9.6, que es igual a 10 candidatos, como mínimo, de un mismo
género.
En el caso del PRI, el asunto
es sencillo: lleva dos mujeres como propietarias, así que sólo le faltan ocho
más, como mínimo, para cumplir a cabalidad con lo dispuesto por el Código
Electoral, le guste o no a muchos santones del periodismo y hasta a uno que
otro Consejero Electoral y dirigente de partido político.
2. Muchas leyendas urbanas
surgen e las campañas políticas. Ahora, se habla de una casa ubicada en la
colonia Miguel Hidalgo, llena de despensas para un precandidato al senado,
cortesía de un su amigo, funcionario estatal.
¿Leyenda urbana?
3. No creas conveniente actuar
ocultando pruebas, las pruebas terminan por salir a la luz. Bertrand Russell
Twitter: @macosta68
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