Los resultados de la jornada electoral del domingo 4 de julio han tenido la virtud de polarizar las opiniones respecto de quién o quiénes resultaron triunfadores. Seguramente usted habrá leído, visto o escuchado ya las más diversas y encontradas opiniones respecto a este tema.
Hay quienes han hecho juicios de valor, absoluto o relativo, en función del número de habitantes y la extensión territorial de los estados donde uno y otros partidos resultaron vencedores y vencidos. Bajo esta óptica, se dice que el PRI resultó el gran perdedor y, más aún, que Enrique Peña Nieto fue el gran derrotado el cuatro de julio, al quedar demostrado que la alianza de todas las fuerzas políticas y gubernamentales, aunado a la división del PRI, pueden lograr que el PRI sea derrotado.
Si usted hace un recuento cuidadoso de lo que lleva leído, visto o escuchado a la fecha, se dará cuenta de que la mayoría de las opiniones van en este sentido. Lo mismo lo escucha usted de Manuel Camacho Solís, que de César Nava o Jesús Ortega, cuando se habla de dirigentes nacionales, que de los opinadores locales que han, hemos, dado ya nuestro punto de vista al respecto.
Desde mi punto de vista, los resultados demostraron que el presidente de la república tuvo que meterse a fondo, usando todos los recursos a su alcance, todos, para impedir una enorme y costosísima derrota para su partido, el PAN, aun cuando los resultados fueron magros para la inversión hecha.
El presidente Felipe Calderón sabe que el gran derrotado el cuatro de julio fue él y, peor aún, la tranquilidad y la concordia, la poca que aún había. El presidente está consciente de que con su decisión de involucrarse de lleno en los procesos electorales dio por concluido de manera anticipada su gobierno.
Sabe que ahora, cada iniciativa, cada proyecto, cada propuesta le costará sangre sudor y lágrimas. En el PRI están dispuestos a amarrarle las manos. Los priistas van por la revancha y saben que deben impedir que el presidente Calderón vuelva a usar el poder para tratara de influir en los resultados electorales, como lo hizo en esta ocasión.
El uso de recursos públicos fue notorio para todos. La fuerza del gobierno federal, las grabaciones ilegales usadas para amedrentar mediáticamente a sus contrarios, forman parte de los elementos usados para tratar de avasallar a sus oponentes.
Pero los priistas no están mancos, ni se quedarán con las ganas de devolver golpe por golpe.
Lo veremos en los siguientes días, sobre todo cuando llegue el proyecto de presupuesto a la cámara de diputados.
Por lo pronto, ya se vio que Manuel Camacho está dispuesto a todo y que convenció a Felipe Calderón de actuar como presidente de república bananera, al margen de la ley, de la ética y sin importar el costo político.
Me parece que su visión va en el sólo sentido de impedir, a cualquier costo y usando cualesquiera métodos y acciones, el eventual triunfo del PRI en el 2012. Son demasiado evidentes los objetivos de su protagonismo mediático. Son muchos los rencores y resabios.
Ya veremos y comentaremos.
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