AP 517 1998
Agenda Política
Miguel Acosta Vargas
La sesión de Consejo Político del PRI realizada el sábado anterior habría sido una más, de no haber mediado ciertos hechos, algunos de ellos francamente prescindibles. En primer término, cabe hacer notar que la sesión se inició mucho más tarde de lo programado porque, como suele ocurrir en fin de semana, la aerolínea no cumplió y el avión aterrizó en Guadalajara, con las consiguientes molestias para todos.
Sin embargo, esta llegada posterior, que no tardía, del exgobernador de Nayarit y secretario técnico del Consejo Político Nacional priísta, Celso H. Delgado, permitió que hubiera mayor tranquilidad a la hora en que Jesús Orozco Alfaro dio lectura a un documento en el que expresó su inconformidad porque, desde su punto de vista, el PRI esté en manos de un sólo grupo político y habló de no convertirlo en un club de amigos.
Dijo también que hasta la fecha no se ha hecho una seria reflexión de las razones por las que su partido no obtuvo más y más amplias victorias electorales en el pasado proceso electoral.
Su intervención pretendió ser un llamado de atención, aun cuando muchas de sus aseveraciones son ciertamente discutibles, otras forman parte de los lugares comunes de los priístas cuando pretenden convertirse en críticos de su partido y en las otras, en las que tiene razón Jesús Orozco, habría que preguntarle dónde estaba él a la hora de los balazos, qué aportaciones hizo a las campañas de sus compañeros de partido y tantas y tantas preguntas más que se le podrían hacer al senador.
No obstante lo anterior, la mayoría de los presentes estuvo de acuerdo en que ese acto era el marco preciso donde Jesús Orozco debía hacer sus precisiones al respecto. Tal vez no tenga razón en muchas de sus opiniones y algunas de sus propuestas muestren su desencanto por no haber sido nominado a la gubernatura, pero lo cierto es que gustó que fuera allí en el seno del máximo órgano de gobierno priísta en el estado, donde las diera a conocer de viva voz, de frente a sus compañeros de partido y donde reflejara cierta preocupación por lo que, desde su muy particular punto de vista, está mal hecho y debe corregirse.
El senador encontró puntual respuesta en voz de dos políticos: Gustavo Vázquez, presidente municipal de Tecomán, y el propio Celso Humberto Delgado, quien en una larga, larga, pero interesantísima intervención puso las cosas en su lugar. Ambos lo hicieron bien, muy bien dirían algunos. Sin improperios, con llamados a discutir los problemas allí, a unirse en el trabajo y en los propósitos. A prepararse para el futuro, que ya está aquí.
Pero Miguel Angel Novela Villalobos no entiende razones, o, como dijo un entrañable amigo, no entiende, punto. En asuntos generales, se paró y echó de su ronco pecho todo lo que trae de amargura, rencor y desesperanza. Y con una actitud digna de un duelo en el oeste, retó a un debate a los supuestos aliados de la reacción, a los que traen puesta otra camiseta encima de la inmaculada que trae puesta el propio Novela. En fin, Miguel Angel Novela se tiró al piso, pataleó, sacó la manopla, el bat de beisbol, la cadena de motocicleta y la navaja de bolsillo y se plantó en el centro del bronx colimense. Fue un momento memorable. Recordé la radionovela Felipe Reyes y el grito aquel de: Aquí está Felipe Reyes, el amigo del pueblo. El hombre que consagró su vida a combatir la injusticia. Y los balazos. ¡ah, los balazos!
En realidad, Miguel Angel Novela no dijo nada que valiera la pena, que aportara elementos para el análisis y la reflexión, que nos mostrara a un exdirigente maduro, conocedor de los problemas y con otra visión después de haber sido derrotado por Carlos Vázquez Oldenbourg, el seis de julio pasado. No dijo nada positivo y lo que dijo lo dijo mal. La suya fue una intervención cargada de adjetivos. Más propia de los comunistas en la época de las purgas estalinistas, que de un político moderno.
Pero la respuesta fue contundente: Rogelio Rueda, presidente de la Fundeco y del comité municipal del PRI en Manzanillo, le dijo a su excompañero en el comité estatal, que no es con diatribas como se va a contribuir al análisis de la situación de su partido y que poco puede aportar en el diseño de una estrategia ganadora, quien perdió en Colima.
Así, mientras Miguel Angel Novela levantaba los brazos para recibir los aplausos de miembros de su bronx, el porteño llegó, le tomó el bat y le sorrajó tremendo golpazo en las corvas y luego otro más fuerte aún en la barriga. Duro y macizo le dieron. Merecido se lo tenía. Casi nadie lo lamentó.
Lo de Fernando Moreno Peña es otro asunto. Merece una reflexión por separado. Sin embargo, fue claro en dos puntos claves: mayor es la responsabilidad para con su partido, de quienes han recibido mayores oportunidades para ser postulados a cargos de elección popular o de dirigencia partidista y, en el segundo caso, precisó lo de la sana distancia y el sano acercamiento. Lo comentaremos el jueves.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1.- Se inició ya el proceso de incorporación en nómina electrónica a un grupo de trabajadores de la Secretaría de Educación, particularmente a quienes están adscritos a las oficinas de la Dirección General. El proyecto en sí es bueno, pero requiere de la autorización del trabajador y de la conveniencia del pago en los municipios donde residan, porque puede darse el caso de que en la comunidad no existan bancos o que no haya con el que en la actualidad se está manejando la nómina.
En fin, son puntos finos que deberán resolverse sobre la marcha para evitar problemas o rechazo a la medida que, reitero, en principio resulta ventajosa para el trabajador.
2.- ¿Alguien puede explicarme cómo está en realidad el asunto de La Realidad? Las imágenes son muy claras; sin embargo, puede haber razones que clarifiquen el embrollo. Porque los jefes no eran los indígenas. Eso quedó claro.
3.- "Ser revolucionario hoy es convertir convicciones en acciones". Luis Donaldo Colosio
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