Losa priístas están obligados a deliberar amplia y sobriamente sobre lo ocurrido, pero el diálogo, el análisis y la dialéctica deben propiciarse y desarrollarse dentro, sin limitaciones, sin sentirse agraviados y, sobre todo, sin autoengaños, sin querer halagar al oído del gobernante y, en cambio, tratar de hacer un ejercicio de análisis de cómo, por qué y, más que nada, de qué debe hacerse para revertir estos hechos.
En pocas palabras, es necesario reflexionar y esta reflexión no debería culminar en deserción o desaliento. Deben ejercer los priístas la palabra franca y alta; y con ella, el juicio constructivo. No pueden quedarse en silencio y a la expectativa. Los priístas no pueden recelar de la franca y honrada opinión de sus compañeros de partido y suponer que la diferencia es antagonismo, y la preocupación, codicia.
Los priístas deben voltear a ver lo ocurrido en 1997 y en 2000. Deben ser muy cuidadosos con la palabra. Están obligados a usarla para explicar sus ideas, sus temores, sus angustias y, también, sus propuestas para sacar a su partido del fondo donde ahora se encuentra. Están obligados a no cometer más errores como los cometidos con Monreal, a quien se preparó metódicamente para ser candidato a gobernador de Zacatecas y luego se le pretendió excluir del proceso interno de selección, o Baja California sur, Nayarit o Tlaxcala, todas en manos de priístas bloqueados en su propio partido, al que debieron dejar para alcanzar un propósito que sus conciudadanos compartían: gobernar su estado.
El PRI perdió la confianza de los mexicanos y el primer paso para recobrarla es lograr algo fundamental: ganar la confianza de sus militantes. Sin ésta, no podrá jamás tener la de la mayoría de los mexicanos. Las elecciones no se ganan sólo con el voto de los priístas, sino con el sufragio de la mayoría de los ciudadanos que acuden a depositar su voto y su confianza por un candidato, por un partido y a determinare un rumbo y un destino para la República.
Un riesgo deben afrontar con éxito los priístas: dar más importancia a la persona que a los principios, a la ideología. Ya sé que muchos hablan y hablan sobre la muerte de las ideologías. ¿Quién ha impulsado esas tesis? ¿Quiénes se han servido de ellas?
Los priístas deben determinar, libre y abiertamente, qué tipo de partido, de principios, de estatutos y de dirigentes desean tener. Deben discutir en forma amplia y libérrima acerca de estos asuntos. De esto dependerá lo que el pueblo diga, resuelva y haga con el partido. En mi opinión, la gran tarea pendiente del Partido Revolucionario Institucional radica en asumir las causas del pueblo como causas propias; ser vocero, mandatario de los mexicanos, serlo, a fondo y de veras, en cada instancia de gobierno y frente a cada una de ellas.
Y estas posiciones deben ser respecto de la crisis económica, el empleo, las deudas, los precios, los salarios, la educación, la vivienda y el campo, el IVA en alimentos no procesados y medicinas, la eliminación del ISAN, la inversión privada en la energía eléctrica, el petróleo. En fin, se trata de los asuntos de todos los días y de todos los mexicanos, salvo unos cuantos, los más afortunados.
Los priístas se encuentran ante la oportunidad histórica de hacer realidad su compromiso –hasta hoy meramente retórico– con el nacionalismo, la soberanía, la libertad, la democracia y la justicia social.
El PRI está ante la coyuntura de convertirse en un verdadero un partido político, en un partido realmente democrático. La democracia no se agota en los procesos electorales. Esta es una frase discursiva que debe hacerse realidad en la vida cotidiana del partido. Hoy las candidaturas y los cargos de dirigencia partidista deben ser de quienes los priístas decidan mediante su voto libre, directo y secreto. Nunca más cargadas, nunca más decisiones “in pectore”.
Los políticos priístas deben escuchar el sentir del pueblo, sus anhelos, sus agobios y desesperanzas. El político no sólo debe ver la superficie sino la profundidad de los problemas. Sus soluciones y los posibles reflejos a futuro. Pero ante todo, el político debe escuchar a sus compañeros de partido, a sus correligionarios, a sus partidarios. Escuchar sus razones, sus objeciones y sus lamentos. Escucharlos de veras, no como mero acto demagógico. Luego, debe cumplir sus promesas, hacer todo lo posible y necesario para cumplir a cabalidad.
Estas son las tareas. Habrá tiempo para ver cómo las realizan.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1.- La primera en el sombrero se echó Fox: la propuesta –p r o p u e s t a– de aplicar el IVA a los alimentos sin procesar y a las medicinas encontró un rechazo prácticamente unánime de los mexicanos. Para alimentar su optimismo le daré un dato: sólo el dos por ciento de los asalariados gana más de 10 mil pesos mensuales. El resto, millones de mexicanos, malviven con mucho menos que eso. Ahora bien, la propuesta foxista tiene un tufo terriblemente populista: dar más apoyos a quienes menos tienen. vía el PROGRESA. Como decía mi abuelita: ¡sí, Chucha, cómo no!
La verdad es que, de llevarse a cabo tal acción, la inmensa mayoría de los mexicanos sufriríamos un tremendo golpe al bolsillo. Seríamos robados por esta gavilla comandada por este Hood Robin, el que roba a los pobres para darle a los ricos, pues a éstos pretende quitarles el pago del ISAN, es decir, el impuesto sobre automotores nuevos, mientras que los demás nos quiere hacer pagar 15 por ciento sobre medicamentos y alimentos sin procesar. Hacer que paguemos IVA sobre los frijoles, el arroz, las tortillas, el chile, jitomate, cebolla, cilantro, perejil, por citar sólo algunos de los alimentos presentes en la dieta cotidiana de los mexicanos y tal vez los únicos entre los más pobres.
Este es el rostro del verdadero Fox. Esta es la cara del populismo de derecha. Recuerden qué ocurrió en los EE. UU cuando fue gobernante Ronald Reagan y recuerden la famosa frase de George Bush: read my lips. Sólo falsedades. Demagogia y nada más.
¡Cuidado, el zorro ataca! Hoy pretende gravar con el IVA los alimentos y las medicinas. ¿Qué sigue?
2.- Enrique Salazar Abaroa no había sentido jamás el rigor de la democracia, como ahora le ocurre. Jamás. Ahora, cuando en uso de su libertad expuso su deseo de ser el nuevo dirigente estatal de los perredistas, ha empezado a saber lo que el amor apache. Primero fue Juan José Gómez Santos, partiquino en esta obra, quien descalificó al diputado local debido a que, cito de memoria, no puso su gota de esfuerzo en el pasado proceso electoral, puesto que rechazó ser candidato a diputado federal por el primer distrito. Esto, que a simple vista podría parecer un gesto de modestia y prudencia, según Gómez Santos fue falta de solidaridad partidaria, de esfuerzo electoral, de deseos de entrar en la disputa electoral y aportar su inteligencia, su capacidad retórica y económica en el esfuerzo por dar más votos al perredismo regional, es decir, al de la primera circunscripción.
Enrique Salazar se ha quejado de que los principales líderes perredistas en el estado no lo apoyan y, en cambio, muestran y demuestran su apoyo, públicamente, a otros aspirantes al mismo cargo. Esta es, precisamente, una de las características principales de la democracia: poder proclamar libre y abiertamente, su simpatía por éste o aquel candidato. Por supuesto, en el PRD también hace aire y no es lo mismo, ni tiene el mismo valor, el apoyo público de Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, uno de los fundadores, constructores y sostenedores de ese partido, que el del manzanllense Homero Gamaliel Velázquez Pineda, a quien aprecio de manera especial, pero que no tiene la estatura política –tanto al interior como al exterior del PRD– del excandidato a senador.
No juzgo ni demerito las razones ni los deseos de participar en la lucha por la dirigencia estatal perredista. Simple y llanamente expreso que Enrique Armando Salazar Abaroa ha encontrado la horma democrática de sus elegantes zapatos expriístas.
3.- “Nadie se queja por tener lo que no se merece”. June Austen