Buscar este blog

jueves, julio 27, 2000

Los Priístas, ¿Incapaces de Aprender de sus Errores?

Los tiempos actuales obligan a los priístas hacer una autocrítica objetiva, clara, apegada a hechos y no a deseos. Los resultados han sido los peores en mucho tiempo. Debido a la pérdida de la presidencia de la república, no se ha hablado todavía de la disminución severa en el número de diputados federales y de la pérdida de la mayoría absoluta en el senado, así como otra gubernatura, la de Morelos, y tal vez también la de Chiapas. Jalisco tampoco lo recuperarán los priístas y tal vez ahora el PAN obtenga la mayoría en el congreso local. El dos de julio fue, en este sentido, una verdadera catástrofe para los priístas. Fue su Waterloo. Su día del juicio final.
Losa priístas están obligados a deliberar amplia y sobriamente sobre lo ocurrido, pero el diálogo, el análisis y la dialéctica deben propiciarse y desarrollarse dentro, sin limitaciones, sin sentirse agraviados y, sobre todo, sin autoengaños, sin querer halagar al oído del gobernante y, en cambio, tratar de hacer un ejercicio de análisis de cómo, por qué y, más que nada, de qué debe hacerse para revertir estos hechos.
En pocas palabras, es necesario reflexionar y esta reflexión no debería culminar en deserción o desaliento. Deben ejercer los priístas la palabra franca y alta; y con ella, el juicio constructivo. No pueden quedarse en silencio y a la expectativa. Los priístas no pueden recelar de la franca y honrada opinión de sus compañeros de partido y suponer que la diferencia es antagonismo, y la preocupación, codicia.
Los priístas deben voltear a ver lo ocurrido en 1997 y en 2000. Deben ser muy cuidadosos con la palabra. Están obligados a usarla para explicar sus ideas, sus temores, sus angustias y, también, sus propuestas para sacar a su partido del fondo donde ahora se encuentra. Están obligados a no cometer más errores como los cometidos con Monreal, a quien se preparó metódicamente para ser candidato a gobernador de Zacatecas y luego se le pretendió excluir del proceso interno de selección, o Baja California sur, Nayarit o Tlaxcala, todas en manos de priístas bloqueados en su propio partido, al que debieron dejar para alcanzar un propósito que sus conciudadanos compartían: gobernar su estado.
El PRI perdió la confianza de los mexicanos y el primer paso para recobrarla es lograr algo fundamental: ganar la confianza de sus militantes. Sin ésta, no podrá jamás tener la de la mayoría de los mexicanos. Las elecciones no se ganan sólo con el voto de los priístas, sino con el sufragio de la mayoría de los ciudadanos que acuden a depositar su voto y su confianza por un candidato, por un partido y a determinare un rumbo y un destino para la República.
Un riesgo deben afrontar con éxito los priístas: dar más importancia a la persona que a los principios, a la ideología. Ya sé que muchos hablan y hablan sobre la muerte de las ideologías. ¿Quién ha impulsado esas tesis? ¿Quiénes se han servido de ellas?
Los priístas deben determinar, libre y abiertamente, qué tipo de partido, de principios, de estatutos y de dirigentes desean tener. Deben discutir en forma amplia y libérrima acerca de estos asuntos. De esto dependerá lo que el pueblo diga, resuelva y haga con el partido. En mi opinión, la gran tarea pendiente del Partido Revolucionario Institucional radica en asumir las causas del pueblo como causas propias; ser vocero, mandatario de los mexicanos, serlo, a fondo y de veras, en cada instancia de gobierno y frente a cada una de ellas.
Y estas posiciones deben ser respecto de la crisis económica, el empleo, las deudas, los precios, los salarios, la educación, la vivienda y el campo, el IVA en alimentos no procesados y medicinas, la eliminación del ISAN, la inversión privada en la energía eléctrica, el petróleo. En fin, se trata de los asuntos de todos los días y de todos los mexicanos, salvo unos cuantos, los más afortunados.
Los priístas se encuentran ante la oportunidad histórica de hacer realidad su compromiso –hasta hoy meramente retórico– con el nacionalismo, la soberanía, la libertad, la democracia y la justicia social.
El PRI está ante la coyuntura de convertirse en un verdadero un partido político, en un partido realmente democrático. La democracia no se agota en los procesos electorales. Esta es una frase discursiva que debe hacerse realidad en la vida cotidiana del partido. Hoy las candidaturas y los cargos de dirigencia partidista deben ser de quienes los priístas decidan mediante su voto libre, directo y secreto. Nunca más cargadas, nunca más decisiones “in pectore”.
Los políticos priístas deben escuchar el sentir del pueblo, sus anhelos, sus agobios y desesperanzas. El político no sólo debe ver la superficie sino la profundidad de los problemas. Sus soluciones y los posibles reflejos a futuro. Pero ante todo, el político debe escuchar a sus compañeros de partido, a sus correligionarios, a sus partidarios. Escuchar sus razones, sus objeciones y sus lamentos. Escucharlos de veras, no como mero acto demagógico. Luego, debe cumplir sus promesas, hacer todo lo posible y necesario para cumplir a cabalidad.
Estas son las tareas. Habrá tiempo para ver cómo las realizan.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1.- La primera en el sombrero se echó Fox: la propuesta –p r o p u e s t a– de aplicar el IVA a los alimentos sin procesar y a las medicinas encontró un rechazo prácticamente unánime de los mexicanos. Para alimentar su optimismo le daré un dato: sólo el dos por ciento de los asalariados gana más de 10 mil pesos mensuales. El resto, millones de mexicanos, malviven con mucho menos que eso. Ahora bien, la propuesta foxista tiene un tufo terriblemente populista: dar más apoyos a quienes menos tienen. vía el PROGRESA. Como decía mi abuelita: ¡sí, Chucha, cómo no!
La verdad es que, de llevarse a cabo tal acción, la inmensa mayoría de los mexicanos sufriríamos un tremendo golpe al bolsillo. Seríamos robados por esta gavilla comandada por este Hood Robin, el que roba a los pobres para darle a los ricos, pues a éstos pretende quitarles el pago del ISAN, es decir, el impuesto sobre automotores nuevos, mientras que los demás nos quiere hacer pagar 15 por ciento sobre medicamentos y alimentos sin procesar. Hacer que paguemos IVA sobre los frijoles, el arroz, las tortillas, el chile, jitomate, cebolla, cilantro, perejil, por citar sólo algunos de los alimentos presentes en la dieta cotidiana de los mexicanos y tal vez los únicos entre los más pobres.
Este es el rostro del verdadero Fox. Esta es la cara del populismo de derecha. Recuerden qué ocurrió en los EE. UU cuando fue gobernante Ronald Reagan y recuerden la famosa frase de George Bush: read my lips. Sólo falsedades. Demagogia y nada más.
¡Cuidado, el zorro ataca! Hoy pretende gravar con el IVA los alimentos y las medicinas. ¿Qué sigue?
2.- Enrique Salazar Abaroa no había sentido jamás el rigor de la democracia, como ahora le ocurre. Jamás. Ahora, cuando en uso de su libertad expuso su deseo de ser el nuevo dirigente estatal de los perredistas, ha empezado a saber lo que el amor apache. Primero fue Juan José Gómez Santos, partiquino en esta obra, quien descalificó al diputado local debido a que, cito de memoria, no puso su gota de esfuerzo en el pasado proceso electoral, puesto que rechazó ser candidato a diputado federal por el primer distrito. Esto, que a simple vista podría parecer un gesto de modestia y prudencia, según Gómez Santos fue falta de solidaridad partidaria, de esfuerzo electoral, de deseos de entrar en la disputa electoral y aportar su inteligencia, su capacidad retórica y económica en el esfuerzo por dar más votos al perredismo regional, es decir, al de la primera circunscripción.
Enrique Salazar se ha quejado de que los principales líderes perredistas en el estado no lo apoyan y, en cambio, muestran y demuestran su apoyo, públicamente, a otros aspirantes al mismo cargo. Esta es, precisamente, una de las características principales de la democracia: poder proclamar libre y abiertamente, su simpatía por éste o aquel candidato. Por supuesto, en el PRD también hace aire y no es lo mismo, ni tiene el mismo valor, el apoyo público de Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, uno de los fundadores, constructores y sostenedores de ese partido, que el del manzanllense Homero Gamaliel Velázquez Pineda, a quien aprecio de manera especial, pero que no tiene la estatura política –tanto al interior como al exterior del PRD– del excandidato a senador.
No juzgo ni demerito las razones ni los deseos de participar en la lucha por la dirigencia estatal perredista. Simple y llanamente expreso que Enrique Armando Salazar Abaroa ha encontrado la horma democrática de sus elegantes zapatos expriístas.
3.- “Nadie se queja por tener lo que no se merece”. June Austen

martes, julio 25, 2000

PRI, Encontrar Camino Tras la Derrota

Muchos han dicho que las elecciones se pierden y se ganan desde los gobiernos. Habrá quienes no coincidan cabalmente con esta aseveración; sin embargo, ello no reduce su veracidad, sobre todo en el caso de México y del PRI. Después de 71 años de tener y retener el poder, los priístas hacen las maletas para cumplir con el mandato popular.

Ya dije en una ocasión anterior que los priístas se equivocan cuando afirman que Ernesto Zedillo los traicionó. No lo creo así. Ya dije por qué y lo reitero: No eran iguales, no son iguales. Zedillo nunca fue un miembro real del partido. Nunca formó parte de él, ni siquiera cuando fue coordinador de la campaña de Colosio. Nunca fue priísta al estilo de Muñoz ledo, Camacho o Colosio mismo. Nunca fue un priísta que creyera o quisiera al PRI.

Al ganar, cargando a cuestas el cadáver de Colosio, públicamente se deslindó del partido que lo había postulado y los mandó al carajo. No lo entendieron y le rogaron que siguiera siendo el gran tlatoani, el gran dispensador de favores, señor de horca y cuchillo, amo de vidas y haciendas. En su salud lo hallaron.

Hoy, los priístas están hechos bolas. Poco acostumbrados a discutir de veras, a pensar por sí mismos, no hallan la puerta y parecen cucarachas en quemazón: corren para todos lados y no llegan ninguna parte. Pero hay muchos priístas que tienen una preocupación genuina y que no es de ahora: ¿qué hacer con este partido?

Los priístas saben que los mexicanos vivimos una hora de riesgo. Porque no sólo se halla a prueba el destino del partido, que importa a sus militantes, sino también el futuro de México, que nos importa a todos. Eso es cierto. Nuestro partido va más allá de sí mismo. Lo que haga y lo que no haga trascenderá sus filas e influirá en todas las filas de la nación mexicana. Así ha sido antes y así será ahora, seguramente.

Hoy, me parece que los priístas están discutiendo lo urgente y están dejando de lado lo importante: en este momento es más importante saber el orgen y razón del partido, dónde se hallan los priístas y su partido en este momento y hacia dónde quieren llevar a su partido.

La premisa fundamental es encontrar respuestas para estas preguntas básicas.

En este sentido, los priístas deben ser cautos al escuchar y analizar las propuestas de quienes se autoerigen como salvadores del partido y de los priístas. Cabe preguntarse qué destino han tenido el partido creado por Calles y qué destino pretenden darle ahora. Desde mi punto de vista, primero debe señalarse el destino y después acordar las rutas de acción que van a llevar al PRI y a los priístas a alcanzar el destino propuesto.

Pero seamos honestos, la mayoría de los priístas no están acostumbrados a ser honestos, a decir con claridad lo que piensan, lo que sienten. No están acostumbrados a hablar con la verdad, a decir la verdad, a actuar con honestidad. Han esperado antes, y muchos todavía esperan hoy, les digan por dónde actuar, qué decir, qué pensar. Pierden su propia individualidad, su propia personalidad, con tal de pensar, actuar y decir como su jefe en turno. Su capacidad para mimetizar su lenguaje siempre me ha asombrado, más en estos días de desconcierto y temor para muchos.

Por estas razones, los priístas, y su partido con ellos, fueron dejando atrás su identidad y su destino. Y hoy se hallan en la más espantosa orfandad: la intelectual. Acostumbrados a no pensar qué hacer, ni qué decir, pues sólo tenían que obedecer a rajatabla las instrucciones “del señor presidente” en turno, ahora su pesadumbre es mayor, al tener que pensar, actuar y decidir por sí mismos.

Debo señalar que conozco a muchos priístas capaces, valiosos, reflexivos, inteligentes, bien dispuestos, amables, cordiales y con ánimo renovado, pero, aún por razones legítimas, no se atreven a dar el brinco y avanzar en este proceso de apertura democrática. Allí es donde los priístas se anquilosaron: en 1970 hubo una apertura democrática para que todas las voces se escucharan, pero los priístas creyeron que sólo era para uso exclusivo de los militantes de la oposición. Estaban equivocados y algunos así lo aceptan.

A estos militantes valiosos, capaces, honestos, les digo que es tiempo de levantar la cabeza, alzar la voz y con gesto enérgico impedir que el partido se convierta en patrimonio de un grupo, de una facción, de una camorra. Es tiempo de abrir las ventanas para que salgan el moho, la exclusión, la intolerancia y la disciplina a ultranza.

Es tiempo de tirar los ropajes de gran tlatoani, la vara de mando y los protocolos al carajo. Es tiempo de darle a cada quien su lugar, el lugar que se merecen por su actuación como priísta, no como miembro de la burocracia, la academia o por así disponerlo el gobernante en turno. Es tiempo de mandar al carajo a quienes son miembros de los órganos de gobierno del partido aquellos que sólo tienen la gracia de ser los recomendados del gobernante en turno.

Es tiempo de que el Partido Revolucionario Institucional rescate la democracia en sus tareas cotidianas. La democracia en la elección de presidente del comité nacional, de los comités estatales, de los comités municipales y de los comités seccionales. Es tiempo de generar cambios estructurales en el partido, que le permitan ser más dinámico, tener capacidad de responder a las demandas de la población.

Si los priístas quieren realmente ser la vanguardia y la representación de este pueblo, deben hacer realidad permanente su lema: democracia y justicia social. De otra manera, seguirán dando tumbos, produciendo discursos retóricos y nada más.

Este es el reto. Largo es el camino.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1.- Que CVO pretenda ser candidato a gobernador no me sorprende. Ya intentó serlo en 1985, en 1991 y en 1997. Es historia vieja, agua de borrajas. El asunto es que ahora parece que Antonio Ramos Salido y Herrera, cuñado de Francisco Javier Maurer Ortiz Monaserio, Secretario General del CDE panista, pretende seguir los pasos de si jefe, mentor y amigo, CVO, según sus propias palabras, pues insistirá en ser candidato, nuevamente, en 2003.

Como CVO, en su carácter de presidente, gerente y apoderado general de la sociedad civil s.a. de C.V.O., ya decidió que, primero, va a formar una asociación política que se llamará casi como la de Jesús Orozco, sólo que en lugar de Fundeco, ahora será la Adeco, la Asociación para el Desarrollo de Colima.

Entre las razones expuestas por Antonio Ramos Salido y Herrera, cuñado de Francisco Javier Maurer Ortiz Monaserio, Secretario General del CDE panista, para no tomar posesión de su cargo como regidor en el cabildo de Colima, está la de que compitió para alcalde y no para regidor y por ello no tiene intención ni voluntad de aceptar el mandato de los ciudadanos del municipio de Colima, quienes en forma libre, directa y secreta decidieron que el gobernante municipal fuera Enrique Michel y no el propio Antonio Ramos Salido y Herrera, cuñado de Francisco Javier Maurer Ortiz Monaserio, Secretario General del CDE panista.

2.- “Hay algo que Dios ha hecho mal. A todo le puso límites menos a la tontería” Konrad Adenauer

3.- “La calidad nunca es un accidente; siempre es el resultado de un esfuerzo de la inteligencia” John Ruskin


martes, julio 18, 2000

PRI, Hora de Renovarse o Desaparecer

El gobierno y el Partido Revolucionario Institucional perdieron las elecciones el 2 de julio. Este hecho no se cancela con argumentos deleznables, porque el PRI y el gobierno perdieron la madre de todas las elecciones, no pudieron recuperar la mayoría en el congreso y ya no tienen el control del Senado. Conservan, sí, una veintena de gubernaturas y centenares de municipios, cada vez más pequeños y menos poblados.

El PRI ha sido arrejolado a las zonas más pobres y menos pobladas. El voto verde ya les fue dividido y, por lo demás, resulta insuficiente para asegurar triunfos electorales.

El único hecho rotundo está a la vista: el gobierno y el PRI perdieron las elecciones. Se equivocaron los estrategas. Desdeñaron las voces de quienes a tiempo señalaron los riesgos de seguir políticas y prácticas obsoletas. Señalaron con índice de fuego a quienes expresaron su convicción de que, de seguir por ese camino, la derrota era inevitable. Agoreros del desastre, los llamaron. Ahora muchos se lamentan y tratan de leer la historia de lo ocurrido, cuando pudo haberse evitado daño tan grande, pero cometieron los peores pecados: fueron soberbios, prepotentes, arrogantes, imbéciles y obcecados. Hicieron de las encuestas la nueva religión y las consultaban mañana, tarde y noche, pese a lo ocurrido en 1997.

Esa historia, que ya se escribe, dirá lo que sucedió el 2 de julio, pero también referirá -con objetividad implacable- por qué fueron derrotados un gobierno instalado seis años antes con diecisiete millones de votos, y un partido "invencible" que reunió esos sufragios. Hoy uno y otro recibieron sólo trece millones, en números redondos. En seis años consumieron su reserva política. Cuatro millones de votos se evaporaron. Como tantas otras cosas.

Los mexicanos, que estábamos a la expectativa, acudimos a la cita el 2 de julio. El resultado mostró la nueva relación de fuerzas. Los ciudadanos expresaron su veredicto inapelable:¡Fuera el PRI de Los Pinos! Los ciudadanos decidieron en las urnas el camino y el destino de México.

Por supuesto, nada de eso se incubó en la víspera de la batalla. Eso vino de tiempo atrás, implacablemente, provocado por circunstancias que antecedieron a las elecciones y sellaron su suerte.

Todo llegó con pasos firmes. Era posible ver y escuchar a la nación en marcha. Era posible, para quienes tuvimos ojos para ver y oídos para oír. No lo era para quienes sólo se miraban y escuchaban a sí mismos. Para éstos hubo sorpresa; no la hubo para el pueblo, convencido de que tenía una oportunidad histórica de cobrarse, y hasta con ganancia, todas las promesas incumplidas, todas las mentiras, todas arbitrariedades, todas las corruptelas, todas, hasta las inventadas. Era y fue la oportunidad de cobrarse de una vez y para muchos años. ¿Para siempre? No lo sé y no lo quisiera así. Nos guste o no, el PRI es un partido necesario para esta etapa de la vida de nuestro país. Aún debe hacer muchos aportes a la política mexicana.

Por lo pronto, conviene a los priístas, en su propio foro, meditar sobre las causas de la derrota. Conviene hacerlo sin ira ni tristeza; sólo objetivamente, rigurosamente, de manera que ahora sí miren y escuchen lo que no pudieron, no quisieron o no supieron mirar y escuchar antes del 2 de julio.

Sobre todo, se trata de escuchar, es decir, de oír con atención lo que quieren decir sobre su partido millones de priístas honestos, cabales, mexicanos comprometidos con su Patria, con su presente y su futuro.

Es cierto que el domingo 2 de julio se reafirmó la democracia electoral; pero no lo es menos que en ese domingo el PRI y el gobierno zedillista, reducto tecnócrata, perdieron las elecciones. Ahora sólo falta que los priístas digan que esa es su aportación a la democracia y quieran celebrar la derrota como si lo hubiesen preparado laboriosamente -y además deliberadamente- para que el PRI consiguiera el título honorífico de "padre y abuelo de la democracia"

Todavía no concluye el proceso electoral y ya los grupos se disputan los restos del PRI. Madrazo y compañía. Zedillo y los institucionales. No tienen remedio los priístas. No tienen remedio. Están justo como dicen en mi pueblo: ¡No tienen madre, ven la tempestad y no se hincan!

Unos y otros se golpean una y otra vez y pocos tratan de poner remedio real a las cosas. No se trata de eso. Se trata de ver quién se queda con los despojos. Quién sigue usufructuando el nombre y el esqueleto de la revolución, hoy sepultada hasta en los discursos oficiales. Se disputan el cadáver porque creen que éste podrá –a semejanza del de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador– ganar batallas después de muerto.

Es tiempo de hacer una pausa y reflexionar antes de dar el siguiente paso. Las cosas no pueden seguir manejándose de la misma manera. Eso es evidente para todos, hasta para los intrigantes de siempre, los mediocres de ayer y hoy. Hoy es tiempo de pensar y repensar al PRI. De saber hacia dónde se quiere llevarlo. De conocer el rumbo, el destino y, sobre todo, los compañeros de viaje.

Es tiempo de hacer una gran convocatoria a todos los priístas y dejar que escojan al capitán de este barco. Dejar que compitan para este cargo quienes se sientan bien dispuestos, quienes tengan el ánimo renovado y el deseo de formar un verdadero partido, ahora sí, con discurso propio, congruente, entendible, apropiado.

Es tiempo de la palabra y de la democracia. Pero es tiempo, sobre todo, de hablar con la verdad, con el corazón en la mano. Con la palabra recia, tosca si se ocupa, pero con la idea puesta en hacer del PRI un partido capaz de sacudir a esta sociedad que hoy lo ha rechazado en forma mayoritaria.

Es tiempo de mandar al carajo a tanto lambiscón, traidorcete y mediocre que pulula en el tricolor. Es tiempo de mandar a su casa a quienes han hecho de tener un cargo en el PRI, su modo de vida. Es tiempo de mandar a su casa a quienes tanto daño han hecho con su forma de conducirse como dirigentes del partido, como servidores públicos o en un cargo de elección popular.

Por supuesto, todo estro es necesario si los priístas quieren hacer cambios de verdad y no como suelen hacer, que, al estilo del príncipe Salina, cambian todo para que todo permanezca igual. Es hora de hacer a un lado la tradición gatopardista del PRI.

Es hora de la palabra.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1.- Antonio Ramos salido y Herrera trató de marcar una sana distancia entre él y Carlos Vázquez Oldenbourg. Demasiado tarde y demasiado mal hecho el intento. Anunció también que no tomaría la regiduría si ésta le impedía competir nuevamente en el 2003 por la presidencia municipal.

En realidad, lo que muestra es una clara voluntad de no acatar el mandato ciudadano de hacerlo regidor plurinominal. Así de fácil.

Tampoco dijo si se mantendría una alianza entre minipartidos como base de su proyecto, aunque dejó entrever que podrían impulsar un partido local.

Un amigo me dijo que tal vez este vale desea ser el próximo candidato a la presidencia pero ahora postulado por el PAN. Nunca he presumido de zahorín, pero mi cuate sí es bueno para los augurios. Y Ramos Salido ya demostró que, a imagen y semejanza de su jefe político CVO, la convicción partidista no es su fuerte. Al tiempo.

2.- No comparto la tesis de Carlos Ramírez. No creo que haya muchos priístas. Así sean los abyectos entre los abyectos, que estén dispuestos a tolerar que Ernesto Zedillo y Ponce de León logre erigirse como el neogerente del PRI a partir del uno de diciembre de este año.

3.- ."Habría que añadir dos derechos a la lista de derechos del hombre: el derecho al desorden y el derecho a marcharse." Charles Baudelaire.

domingo, julio 16, 2000

¿Vas a Votar por Labastida?

¡¡¡Vas a votar por Labastida?!!!!! Fue la reacción que tuvieron algunos amigos cuando les dije por quien he decidido votar este dos de julio. Reunido con compañeros egresados del Centro Normal Regional de Ciudad Guzmán. Viejos amigos de la juventud, una juventud sesentaiochera, compañeros militantes en la ya desaparecida Juventud Comunista, cuando muchos de nosotros teníamos como aspiración participar en un movimiento amplio de liberación nacional, porque, según habíamos aprendido del catecismo marxista, había:” …condiciones objetivas y subjetivas…” que hacían previsible una nueva revolución, aunque muchos se declaraban partidarios de la lucha armada y despreciaban a quienes apuntábamos a la revolución dentro de la revolución. Con estos viejos amigos, reunidos con la excusa de tener casi 32 años de habernos encontrado en Ciudad Guzmán en 1968, cuando presentamos la prueba de ingreso, en agosto de aquel año.

La mayoría de ellos milita aún en la izquierda, en esa vieja, fragmentada, vilipendiada y polvorienta izquierda. De los quince reunidos, seis son militantes de izquierda y miembros del PRD, dos de ellos son ultras ( mis antiguos compañeros del Movimiento Revolucionario del Magisterio) y aún en el PRD se sienten en la derecha política, sobre todo porque han encontrado las grandes incongruencias entre el decir y el hacer en este partido. Cinco resultamos priístas, tres más están con Rincón Gallardo y uno, mi buen Faustino Plascencia Plascencia, previsiblemente, es panista.

Pero la sorpresa fue cuando me preguntaron a bocajarro por quién iba a votar para presidente de la república y por qué iba a hacerlo. Fue sorpresa para muchos que dijera sin más que iba a hacerlo por Francisco Labastida Ochoa. Me explico: jamás en mi vida he votado por un candidato del PRI para presidente de la república. En 1976 no voté, sólo hubo un candidato real; en 1982 anulé mi voto; en 1988 y 1994 voté por Cuauhtémoc Cárdenas, porque consideré necesario darle mi voto a una persona como el michoacano frente a Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León. En aquel entonces consideré necesario otorgar el voto a Cárdenas para fortalecer una opción nacionalista, revolucionaria, frente a los proyectos provenientes de la Trilateral y Davos. La opción nacionalista era congruente con mi manera de pensar.

Hoy, las circunstancias son otras. La vida de este país está en esta elección y no se trata de una exageración o un juego de palabras. Literalmente, nos jugamos la vida en esta elección. En este punto, mis argumentos fueron coincidentes con lo escrito por Sergio García Ramírez hace algún tiempo, cuando expresó: “(…)No sólo está en juego quién gobernará, sino también para qué y hacia dónde se gobernará. Y por ello, lo que está en juego es la vida futura de los mexicanos. De ahí que quien se interesa en el porvenir distante, debe interesarse ante todo en el futuro inmediato(…)” y el futuro inmediato, añado, es a partir del tres de julio.

Hoy, me expliqué, darle mi voto a Cuauhtémoc Cárdenas es como si se lo diera a Vicente Fox. Y la ecuación es sencilla: dárselo a Cárdenas es desperdiciar mi voto, porque el michoacano no tiene ninguna probabilidad real de ganar la elección. Más allá de las declaraciones de sus corifeos y auténticos partidarios, la suerte del perredista está echada. Sólo hay dos opciones reales: Labastida y Fox, y ante ellas no hay ninguna duda: Fox representa todo contra lo que he luchado a lo largo de 32 años. La demagogia barata, la frase insulsa, el uso del adjetivo en sustitución de los argumentos lógicos, sólidos. Esto caracteriza a Fox Quezada y no otra cosa. Es un charlatán de feria de pueblo rascuache, Es un vale que un día dice una cosa y al otro día ( o el mismo día) dice otra no sólo diferente a la anterior, sino opuesta. Es un sofista y Protágoras ( Padre, Maestro y Arquetipo de los Sofistas) no lo vería mal como su discípulo favorito. No importa la verdad de lo que dice, sino cómo suena. Diría mi maestro de Lógica, el Profesor Oscar Vicente Núñez Gutiérrez, “ (…) a los sofistas no les importa el contenido, sino el continente; que parezca cierto, aunque no lo sea”.

Por eso hoy, reitero, mi voto es por Francisco Labastida Ochoa. Por eso voy a promover el voto útil entre mis amigos de la oposición, incluidos muchos panistas que tampoco están a favor de Fox. Lo haré porque, en mi opinión, es la mejor opción y porque el voto útil de la izquierda mexicana no puede ser cómplice de la llegada de la peor clase de mentecatos al poder.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1.- Algunos pretenden repetir lo hecho en 1997, cuando alentaron abierta y descaradamente el voto en contra de algunos candidatos priístas. En la confusión de aquellos días pareció que todo quedaría encubierto, pero los socios hablaron y descubrieron el juego que ya muchos habíamos anticipado. Hoy, reitero, su propósito es repetir la jugada. No les va a salir igual, pero serán la llave para que gane un tercero. Sin embargo, hay suficientes fantasmas en el clóset y nada va a impedir que salgan a retozar.

2.- de risa loca los anuncios que pasan en la televisión local de “ carlitos” Llerenas, el alcalde con licencia de Villa de Alvarez y candidato a diputado federal por el distrito uno. Realmente de risa.

3.- “(…) Soñar es como la acción de una piedra desprendida. Es como esa piedra que tuvimos un día en nuestras manos y que no nos atrevimos a lanzarla contra el sueño. Soñar el pasado y soñar el presente es ser esclavos de la piedra que rueda hacia abajo. Soñar esa piedra que ahora lanzo, es soñar el futuro(…)·”. Oscar Oliva.

martes, julio 11, 2000

El PRI: tras la derrota, la batalla por sus restos

Julio de 2000


Agenda Política

Miguel Acosta Vargas

Ya ha pasado más de una semana del triunfo de Vicente Fox Quezada. Más de una semana de la decisión tomada por casi 16 millones de mexicanos, quienes con su voto hicieron posible el triunfo del guanajuatense.

Mucho se escribió aquí y en otros lugares de las razones por las que debería y por las que no debería ser elegido el panista como el gobernante de todos los mexicanos. De ninguna de las expuestas en este espacio me desdigo; en cambio, las reitero. Como dijo un amigo, Vicente Fox obtuvo el triunfo por haber logrado la mayoría de votos, pero no por tener mayoría de razón. Punto.

Sin embargo, más allá de todo ello, vale la pena preguntarse qué va a pasar con el PRI. Esta es la verdadera cuestión. Ernesto Zedillo cumplió su papel de presidente de la república y fiel a su estilo, en cuanto tuvo datos confiables dio la cara y felicitó al ganador de las elecciones. Nada de ello fue raro o extraño, todo correspondió cabalmente a lo hecho en anteriores ocasiones por este presidente.

Los priístas, los priístas de siempre, los que veían en el presidente el principio y fin del partido, del sistema, del gobierno y del Estado, pusieron el grito en el cielo y llamaron traidor a Zedillo. Hasta le cambiaron la grafía y escribieron Cedillo (como aquel general potosino, esbirro de los yanquis, que se rebeló contra Lázaro Cárdenas por la expropiación petrolera) en referencia clara al traidor a los intereses patrios. Parafernalia pura, nada más. Hubo quienes se rasgaron las vestiduras, se untaron ceniza en el pelo y salieron a la calle gritando por su partido, al que tanto perjudicaron con sus acciones y actitudes.

Es cierto, la gente votó a favor de quien representaba una probabilidad real de echar del poder a un partido que había hartado a los ciudadanos. Un partido donde la corrupción era normal, en todos los ámbitos. Un partido donde contaron más las palancas, las relaciones, que las capacidades y virtudes de sus militantes. Un partido que representa lo peor de la política y que hizo que todo lo que se escucha de política y de los políticos sonara a sucio, a corrupto, a deshonesto.

Por supuesto, hay millones y millones de mexicanos que creemos con honestidad que el PRI puede ser el mejor partido que haya en este país. Aún hoy, o mejor dicho, hoy más que nunca. El PRI también representa muchos de los ideales de los mexicanos. Representa la lucha real por mejorar las condiciones de vida de nuestro connacionales, representa una oportunidad de participar en la vida política activa en este país y representa, también, la suma de muchos de los mejores hombres y mujeres que han decidido dar la cara por sus convicciones y creencias.

Desde mi punto de vista, Zedillo no fue y no pudo haber traicionado al PRI, pues para ello debió antes haber hecho profesión de convicción partidista, haber demostrado su confianza y entregado su lealtad al Partido que lo hizo candidato y lo llevó al poder. En cambio, desde el principio se encargó de decirles a los priístas que se fueran al diablo, ellos y su partido. Los mandó al carajo y, acostumbrados a vivir del y para el presupuesto, fueron a pedirle de rodillas que no los corriera ni se alejara de ellos. Perdieron la oportunidad de convertirse en un verdadero partido.

Díganme si miento. Los priístas clásicos, los de siempre, los alabadores obligados del ejecutivo en turno, se fueron con todo contra quienes eventualmente hacíamos señalamientos o críticas respecto de la actuación del partido, sus dirigentes o algunos políticos. No faltó quienes usaran las tribunas partidistas o las de los medios de comunicación para expresar su sacrosanta indignación por haber zaherido, así haya sido con razones objetivas, concretas, con hechos comprobados o hasta con el pétalo de un adjetivo, al presidente de la república, al gobernador, al presidente municipal, al dirigente del partido o a todo aquel que representara una fuente de poder o de posible acceso al poder.

Los priístas de siempre, contra quienes he expresado críticas y más críticas, se acabaron al PRI. Se acabaron la confianza de la gente en el partido y sus gobernantes. Amable lector, le hago una pregunta sencilla: ¿cuántos priístas conoce que sean corruptos, ineficientes en el desempeño de sus responsabilidades públicas, que se hayan hecho ricos tras un periodo de estar en la administración pública, que sean prepotentes, abusivos, groseros con sus inferiores y obsequiosos con sus superiores?

Es cierto, reitero, también hay millones y millones de priístas honrados, capaces, eficientes, responsables, leales, amables, bien dispuestos a dar su mayor esfuerzo en bien de la Patria; sin embargo, son los menos, o quienes no ocupan cargos de elección popular, en la administración pública o en la dirigencia partidista. Y no lo hacen porque no reciben una oportunidad o porque simple y sencillamente no desean hacerlo.

Hoy, las cosas cambiaron definitivamente. Muchos priístas se pelean los restos. Son los priístas de siempre, los que acabaron con la confianza de la gente, los que se robaron el dinero, los corruptos, los traidores. De quienes encabecen la lucha por la reestructuración del partido y, fundamentalmente, de quiénes y cómo se hagan de la dirección, dependerá el porvenir del priísmo nacional.

Por mi parte, considero que lo más prudente sería un reagrupamiento de las fuerzas regionales para ver cómo se puede recomponer en poco tiempo un partido que duro 71 años en el poder, porque era la esencia misma del poder absoluto. Como dijo un amigo a quien respeto mucho por su probada lealtad, su inteligencia y capacidad casi sin límites para ofrecer amistad: "...el PRI se agotó como partido cuando se acabaron los viáticos...". No hay partido que soporte vivir del presupuesto público en forma tan descarada. No hay partido que sobreviva sin el esfuerzo y la participación de sus miembros.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1.- A propósito de traidores, esta campaña me permitió conocer muy bien a muchas personas. Algunas de ellas son políticos priístas y pude darme cuenta bien de su capacidad para complotar contra sus propios compañeros de partido. Particularmente uno de ellos dio muestras claras de su gran capacidad para la traición y la deslealtad. Me constan hechos, palabras, expresiones y acciones. Tiempo hay de sobra para hacer un amplio recuento de todo.

Para su desgracia, este es un camino angosto y en ascenso. En lo subsecuente, muchos priístas están dispuestos, cuando sea el tiempo para ello, a devolver golpe por golpe, pero, a diferencia suya, lo harán en forma abierta, directa, de frente, para oponerse a sus deseos de ser el próximo candidato del PRI a la gubernatura.

Al tiempo.

2.- De lo perdido lo que aparezca. El PRI logró la mayoría en el congreso local. Ahora, según dijo Fernando Moreno Peña, gobernador del estado y el priísta con más obligaciones, se trata de ser una mayoría responsable. En esta ocasión veremos a los priístas y sabremos de qué tela están hechos.

3.- “Siempre espero lo peor, y siempre resulta peor de lo que esperaba”. Henry James

macosta68@gmail.com
macosta68@colima.com
agendapolitica.blogspot.com