El alcalde de Villa de
Alvarez, Colima, Enrique Monroy Sánchez, se ha dedicado a promover a su
partido, el PAN, en el actual proceso electoral. Para ello ha usado todos los
recursos posibles, desde los obvios de entregar apoyos a grupos clientelares,
hasta uno que se ha vuelto su favorito: tirarse al faul y recurrir al golpe
mediático contra otras autoridades, particularmente el gobernador Mario
Anguiano Moreno.
Hace algunos días, Anguiano
Moreno dijo que el alcalde interino de Villa de Alvarez no había cumplido con
su responsabilidad y obligación de destituir al director de seguridad pública
de ese municipio, tal como se exige que se haga con todos aquellos que no pasan
los exámenes de control y confianza. Por supuesto, el alcalde reaccionó como
suele hacerlo: sin razón, pero tirándose al piso, rasgándose la ropa y
llenándose el pelo de ceniza.
Pero lo que realmente es
importante es que el alcalde interino de Villa de Álvarez no intente salirse por peteneras, ni intente sustraerse de la parte que le toca
en seguridad, pidiendo exámenes de confianza al gobernador, cuando debería
asumir su responsabilidad a cabalidad y cumplir
lo que marcan las disposiciones oficiales
con quienes no pasan esos exámenes.
Tal como el gobernador señaló
hace unos días, el director de Seguridad de Villa de Álvarez no aprobó el
examen de confianza, y el alcalde Enrique Monroy dijo que lo destituirá, pero hasta
hoy, ello no ha ocurrido.
Cabe señalar que el mandatario
pidió que el alcalde de Villa de Alvarez, “diga él si la normatividad no obliga
que los titulares de las áreas de seguridad y todos los elementos deben pasar
exámenes y si no hay una disposición que dice qué debe pasar con quienes no pasan
los exámenes”. Fin de la cita.
Pregunto al alcalde de Villa
de Alvarez, Colima, Enrique Monroy
Sánchez: ¿es usted cómplice del director de Seguridad Pública de su
municipio?, ¿es usted solapador de irregularidades y hechos deshonestos?
Si lo es, entiendo que se
abstenga de cumplir con sus responsabilidades como alcalde, pero como habitante
de Villa de Alvarez, exijo una respuesta pronta, directa y concreta.
El asunto es que los
ciudadanos debemos saber qué clase de autoridad tenemos. Si una que ajusta sus
actos a la ley, si cumple su mandato con estricto apego a lo que señalan los
diversos ordenamientos, o a uno que piensa que puede hacer lo que se le de su
regalada gana, al fin y al cabo es “SU” municipio, y de nadie más.
En este sentido, la afirmación
del gobernador Mario Anguiano es contundente cuando dice que: “el problema de
Villa de Álvarez es que no están cumpliendo con lo que marca la normatividad”.
Es evidente que el alcalde
Villa de Alvarez, tal como ocurrió con los otros ocho alcaldes que tienen
fuerzas de seguridad pública, les fueron entregados los resultados de los
exámenes practicados a cada uno de los mandos de esas fuerzas y, como dijo el
gobernador Mario Anguiano: “los tiene, los conoce y no hemos visto la
disposición de parte de él, la que esperamos para que podamos realmente
avanzar”.
Por todo esto, vuelvo a
preguntarle al señor alcalde panista de Villa de Alvarez, Colima: ¿es usted un
alcalde solapador, corrupto, que no le interesa cumplir con las leyes y las
normas que rigen a todos?
Si lo es, dígalo, acéptelo. Si
no lo es, demuéstrelo con el cese inmediato de quienes no pasaron los exámenes
de confianza, lo que, en su caso, sería apenas el cumplimiento mínimo de su
obligación como presidente municipal.
No hay caminos intermedios, ni
vías alternas.
Usted tiene la palabra, señor
Alcalde y no intente salirse por peteneras, como suele hacerlo.
Tres Comentarios al Margen
1. AMLO se declaró inocente:
no sabe nada acerca de que miembros de su equipo de campaña se hayan reunido
con empresarios para pedirles seis millones de dólares para su campaña. Otro
asunto sería que hubiera confesado que sí, que los envió, que es lícito recibir
recursos privados, siempre y cuando se registren como tales, pero eso sería
otro Andrés Manuel, otra historia y otra campaña. Por lo pronto, parece que
AMLO tiene graves problemas para asumirse como responsable de sus propios actos
como candidato.
2. La mayoría de las
propuestas hechas por los candidatos a presidentes municipales y diputados
locales son dañinas para la salud, son spam, productos chatarra o como usted
quiera llamarle, pero suelen estar fuera de todo orden, lógica y pertinencia.
La mayoría de los candidatos no tiene la menor idea de lo que propone y como no
van a ganar, pueden hacer cuánta propuesta
quieran así sea no sólo irrelevante o ilegal. Por eso son bienvenidas
las escasas propuestas lógicas, sensatas, plausibles.
3. Si tachamos las consignas
como acto antidemocrático, deberíamos hacer lo mismo con las porras. El repetir
alabanzas al candidato es tan democráticamente cuestionable como corearle
maldiciones. Ambas cantilenas son vehemencia hermética que se hace oír por los
decibeles que alcanza y no por los razonamientos que construye. Repetición
irreflexiva e impetuosa de una simpleza. Que las porras y las consignas sean
boberías, una violenta agresión al juicio literario no significa que sean
irrelevantes o, peor aún, peligrosas. Que no alcancen estatura de argumento,
que se satisfagan en la reiteración y en el ruido no quiere decir que sean
ajenas a la vida democrática. El debate en democracia nunca será un pulcro
intercambio de razones porque la política no es un territorio esterilizado
donde rivalizan los silogismos en busca de la verdad. Toda política enciende
entusiasmos y remueve abominaciones, genera esperanza y provoca temor. Al lado
de los argumentos hay gritos; las razones no suprimen los prejuicios; la
reflexión individual y las obsesiones colectivas se entrelazan y se confunden.
Jesús Silva Herzog Márquez
Twitter: @macosta68