LA función de un buen gobierno es mantener el equilibrio entre los distintos actores sociales. La idea de los gobiernos capaces de hacer todo por sí mismos ha quedado atrás con el agotamiento del Estado de bienestar.
Actualmente, se cuestiona la facultad de cualquier grupo de la sociedad o del gobierno de constituirse en un poder por encima de otros y se demandan cambios en las reglas del juego, es decir, se busca una participación real de la sociedad en las tomas de decisiones.
Por otra parte, las demandas de cambios en las reglas del juego, debemos admitirlo, implican un reparto de las políticas y de las instituciones. Del mismo modo, la forma y el contenido de la participación, de alguna manera delimitan el quiénes deciden y quiénes deben ejecutar o acatar decisiones.
La burocratización transformó el orden de prioridades; se puso énfasis en las reglas, en la excesiva normatividad, y no en el para qué.
Si se desea una gestión pública capaz de generar los resultados demandados por la sociedad actual, el gobierno no debería instrumentar políticas públicas mediante mecanismos unilaterales de decisión.
La gestión pública debería ser concebida como un sistema de cooperación social, con mecanismos e instituciones capaces de articular los intereses y la potenciación de capacidades del gobierno y de la sociedad.
Se requiere incrementar la capacidad de gobernar para un mundo cambiante y capacitar, con un contenido ético, a gobernantes y funcionarios públicos.
Lo razonable para la sociedad, el tipo de problemas públicos y la subordinación o preponderancia de la racionalidad a ciertas premisas relevantes para el desarrollo social son conceptos evolutivos en la interacción de las relaciones del Estado y la sociedad, de los gobiernos y la sociedad.
Nos encontramos con sociedades y gobiernos con deficientes capacidades para gobernar y se corrobora la ausencia de una teoría general viable para alcanzar un gobierno adecuado. En esta situación se debe elegir lo más acorde a nuestra realidad entre la diversidad de teorías y propuestas de solución. La perspectiva de mejorar la capacidad y perfil de los gobernantes y de los ciudadanos puede contribuir en esta búsqueda de soluciones a los problemas.
El objetivo de mejorar las capacidades de gobierno a partir de las actuales deficiencias para atender las necesidades sociales, permitirá afrontar en mejores condiciones los retos del nuevo milenio y del futuro.
Por supuesto, esto requiere tener otra clase de gobernantes y de ciudadanos. Se necesitan ciudadanos más dispuestos a participar de verdad en la vida pública de su comunidad, de externar su opinión y de accionar en relación con los problemas de su entorno y esto no va a ocurrir mágicamente, para lograrlo, se deben impulsar nuevas formas de participación de la sociedad en la toma de decisiones públicas y en la consulta para el ejercicio de presupuestos participativos.
Este es un camino viable, ya probado una y otra vez en América del Sur, en sitios con peores condiciones a las de Colima. Se puede hacer, se debe hacer. Sin embargo, no sé si los políticos quieran o estén dispuestos realmente a propiciar esta participación de la sociedad.
Ya veremos.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1.- El sábado echaron a andar los priistas su Escuela de Cuadros, con un programa muy ambicioso.
Es bueno que ello ocurra así para los militantes y dirigentes de ese partido conozcan a fondo a su partido y, a la vez, reciban herramientas que les permitan actuar mejor en beneficio de su partido.
Como ya he dicho, se requiere un PRI fuerte en este momento que vivimos, porque en las raíces del partido se hallan las razones de su persistencia y fortaleza. Se ha sostenido que el PRI es un partido histórico: legatario y transmisor de las mejores causas populares y lo es, pero a condición de que quiera seguirlo siendo. Lo es, pese a sus errores y tropiezos. Lo es, por encima de las claudicaciones y los atropellos en que han caído algunos de sus militantes y ocasionales dirigentes.
En esas raíces y en esas razones están las grandes exigencias de la nación mexicana; las más antiguas y las más actuales. En cambio, en las raíces y en las razones de otros grupos históricos se hallan las grandes resistencias; también las más antiguas y las más actuales.
En esto no hay novedad, aunque ahora nos alternemos el gobierno, compartamos las tribunas y a veces confundamos los discursos. Puede ser válido.
Todos somos mexicanos; tenemos los mismos derechos y aspiramos a las mismas oportunidades. Por estas razones, estos esfuerzos por tener militantes y dirigentes capacitados, más informados, más comprometidos con su partido y con la sociedad, deviene en beneficio para todos.
2.- La diferencia entre el periodismo y la literatura es que el periodismo es ilegible y la literatura no se lee. Oscar Wilde
3.- La multitud obedece más a la necesidad que a la razón, y a los castigos más que al honor. Aristóteles
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