“ Hace algunos años, en 1982, conocí a Carlos Vázquez. Por aquel entonces andaba en campaña (aunque vale decir que siempre anda en campaña y mi conocimiento de él no fue personal).
En 1985, en plena campaña, pude hacerme una idea más clara de la clase de político que es Carlos Vázquez. Hombre de acción –hiperactivo tal vez– no paraba un minuto. Tan pronto emprendía una actividad en un lugar como en otro totalmente distinto.
Por aquel entonces no logró su objetivo político de alcanzar un cargo de elección popular. Ello no lo desanimó y se mantuvo fiel a su partido.
Hoy, sus adversarios políticos, que los tiene en demasía, lo atacan sin piedad y pretenden impedir nuevamente que alcance su objetivo. Ello me parece injusto, porque Carlos Vázquez es pésele a quien le pese, un político valioso, inteligente, experimentado, honrado, carismático, como hay pocos en su partido, el PRI.
En efecto, Carlos Vázquez Rangel, dirigente de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOL) merece mejor suerte, al menos en esta ocasión.”
Este comentario, publicado el martes 20 de noviembre de 1990, puso fúrico a Carlos Vázquez Oldenbourg, tanto que buscó a un amigo común, compañero suyo en el gabinete de Elías Zamora Verduzco, para evitar seguir recibiendo críticas. Como se puede constatar, en el comentario hecho no había ninguna relación con el alcalde capitalino, porque me refería única y exclusivamente a mi amigo Carlos Vázquez Rangel, maestro en la Universidad Nacional Autónoma de México, Magistrado del Tribunal Superior de Justicia del DF y miembro de la Comisión de Honor y Justicia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI y fue quien exigió la expulsión de Carlos y Raúl Salinas de Gortari. Vale aclara que desde que era presidente en funciones, Vázquez Rangel fue un severo crítico de Salinas de Gortari.
Por otra parte, los hechos son más elocuentes que las palabras, por hermosas que éstas puedan ser. Los reclamos de los perredistas hechos en su propia cara son una muestra más. Ramón León realmente se veía molesto con Vázquez Oldenbourg por su presunta participación directa en la campaña de promoción de su candidato Antonio Ramos Salido. La acusación hecha por los perredistas es que Vázquez Oldenbourg actúa a la vieja usanza priísta, es decir, con el uso y abuso de recursos públicos a favor de su candidato.
Coincido en un hecho con el alcalde: quien acusa está obligado a probar. En este caso, debe señalarse qué recursos públicos están siendo utilizados: materiales, humanos o materiales. Si hay vehículos oficiales, servidores públicos en horarios de trabajo haciendo funciones de organización, planeación y ejecución de las actividades de campaña. No basta con decirlo, debe probarse objetivamente, sin sombra de dudas. De otra manera, se queda en el nivel de especulación sin fundamento.
Por cierto, según me comentaron, Carlos Vázquez Oldenbourg habría llegado a un acuerdo con los panistas para dividir el voto priísta y así darle viabilidad al triunfo de Enrique Michel. No sé si Antonio Ramos Salido esté en la jugada. Tampoco sé si sea cierto. Simplemente fue un comentario hecho por un panista en estos tiempos en que se corren rumores de toda naturaleza. En lo personal, considero que Carlos Vázquez está convencido de que su candidato no levanta y hace cuanto está a su alcance para apoyarlo.
En fin, más habrá de ocurrir en los meses por venir.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1.- Según el Secretario de Educación Pública, Miguel Limón Rojas, el incremento para el magisterio ya está fijado, lo que se negocia es la manera de otorgarlo, es decir, la forma en que va ser entregado a los trabajadores de la educación. Un 12 por ciento de incremento al salario y un 2 dos por ciento en prestaciones.
2.- Se empieza a llenar la ciudad de espectaculares, mantas, bardas pintadas, carteles, calcomanías y de toda la parafernalia propia de un proceso político. Poco a poco, las campañas locales van subiendo de nivel. A mediados de junio veremos hirviendo la ciudad. Al tiempo.
3.- “(…) cuesta volver a la bendita rutina
con sus batientes de prohibiciones y consentimientos
sus tímidas justicias
sus arrogantes arbitrariedades. (…)” Mario Benedetti.