El sainete ocurrido en el
congreso local de Colima es una muestra clara de la forma equivocada como se
pretenden resolver los problemas que sufren los diversos grupos de la sociedad
organizada.
A pesar de que los limoneros quejosos
y sus dirigentes, formales e informales, habían anunciado lo que harían, parece
que nadie en el poder ejecutivo estatal ni en el legislativo los tomaron en
cuenta o se dieron por enterados de lo que se proponían hacer: manifestarse en
la sede del poder legislativo porque hasta hoy no les han sido entregados los
10 mil pesos por hectárea de limón siniestrada con el dragón amarillo.
Los manifestantes llegaron y
se adueñaron del lugar, que estaba vació y a oscuras. Sólo dos diputados
estaban presente: los del PRD, los demás no estaban porque la sesión donde se
elegirían a los magistrados del Tribunal
Electoral local se pospuso para el jueves.
De esa manera, desde las 11 de
la mañana el congreso local estuvo tomado por los manifestantes y sus
dirigentes, entre los que están Gonzalo Castañeda Bazavilvazo y Guadalupe
García Negrete.
Más allá de si tienen razón en
sus exigencias, lo interesante es ver la poca capacidad de algunos de los
participantes para tender puentes de negociación y de tratar de calmar las
aguas.
El más destacado en este
sentido fue el diputado Oscar Valdovinos, quien no supo hacer otra cosa más que
exigir respeto para su investidura como presidente de la mesa directiva del
congreso, lo que sólo le valió gritos, tamborazos y pitorreos de los
manifestantes.
Desconozco quién le aconsejó
actuar como policía ante personas que gritaban a todo lo que daban, pero su
actuación sólo contribuyó a exacerbar los ánimos de los quejosos.
Asimismo, la posición asumida
por el diputado perredista Francisco Rodríguez fue la previsible y cómoda, al
decir que la situación actual del campo debe acabarse y reiterar su apoyo al
movimiento. Obviedades, sólo obviedades.
La intervención del Secretario
General de Gobierno fue buena, porque logró tranquilizar a los manifestantes,
aunque hubo un momento de rechifla cuando mencionó al gobernador del estado, y
empezó a precisar algunos puntos, entre ellos la integración de una comisión
negociadora, lo que de alguna manera tranquilizó el ambiente ya polarizado por
la actuación de dos diputados priistas: Oscar Valdovinos y Esperanza Alcaraz,
de Armería. Esta última se molestó por unas pancartas referidas a su persona,
que la llevaron a tratar de justificar su actuación, lo que sólo sirvió para
enervar a los manifestantes y hacer que el griterío se intensificara.
Mal y de malas los diputados,
todos. Demostraron que no tienen idea de qué hacer, ni de cómo actuar ante
quienes van en busca de expresar sus justos reclamos por la situación que
viven.
En esas andamos…
Tres Comentarios al Margen
1. ¿Qué caso tiene pedir 15 o
25 por ciento de incremento salarial si se va a terminar negociando por menos
de la mitad o de la cuarta parte, según sea el caso?, ¿lo hacen los dirigentes
sindicales para quedar bien con sus representados?, ¿tan imbéciles los
consideran que deben hacer esa faramalla?
Negociar por posiciones es la
peor manera de hacerlo, pero es la única que suelen emplear dirigentes sindicales
y patrones. Peor aún es cuando se dice que lo mismo se pidió el año anterior y
que se logró poco más de seis por ciento de incremento total.
2. El ayuntamiento de Colima presentó
su Plan Municipal de Desarrollo para el periodo 2013-2015, que seguramente
permitirá definir el rumbo
presente y futuro de este municipio.
Hoy, se requiere que la planeación del desarrollo sea un
ejercicio incluyente que deje atrás modelos y ejercicios de escritorio y que sólo complican la construcción de
proyectos comunes.
Esta, debe ser una tarea compartida por el gobierno, las
fuerzas políticas representativas y, en especial, por la sociedad y sus
organizaciones.
El Plan municipal de Desarrollo 2013-2015, responde a esa convicción de rumbo compartido
y de marcar las acciones que debemos emprender para construir, todos juntos, una casa común
que nos haga sentir orgullosos.
Por supuesto, debe dársele continuidad a lo que funciona bien,
en tanto que aquello que no de resultados satisfactorios, debe ser mejorado o
echado a un lado.
El gobierno está obligado a desechar lo que se convierta en
obstáculo para alcanzar las metas propuestas
y, a la vez, debe innovar sin temor al qué dirán.
En este Plan están contenidas las metas, los objetivos y la
manera como habrán de conseguirse éstos.
El Plan municipal de Desarrollo debe verse como el documento
rector que señalará la ruta que puede llevar a los habitantes del municipio de
Colima a construir una sociedad más
justa, con oportunidades de vida digna y éxito para todos.
El Plan es un documento rector, pero flexible, que recoge las
propuestas, las visiones, las aspiraciones, las exigencias y las necesidades de los colimotes.
Hacerlo realidad compromete a todos los habitantes del
municipio, pero, por supuesto, más al
gobierno municipal, responsable de la conducción y coordinación de las tareas
gubernamentales.
Finalmente, se requiere que haya un verdadero trabajo de
arquitectura política para construir el andamiaje que permita pasar de la
gobernabilidad a la gobernanza, entendida esta última como la manera de gobernar cuyo objetivo es lograr un
desarrollo económico, social e institucional duradero, al promover un sano
equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado.
3. El grito cabe en la
democracia como cabe el aplauso. Sólo los defensores más ilusos de la
democracia deliberativa pueden imaginar una ciudadanía que sólo participa en
los asuntos públicos escuchando imparcialmente argumentos, ponderando
científicamente razones, hilvanando juicios para la persuasión de un auditorio
ecuánime. El diálogo democrático no es una conversación con café y galletitas:
es un encuentro y muchas veces un encontronazo de valores, ideas, intereses y
pasiones. Más que el hallazgo de la conciliación a través del coloquio, es una
enemistad a duras penas amaestrada: rivalidad contenida. Jesús Silva Hérzog
Márquez
Twitter: @macosta68