Por considerarlo de interés general, hoy simplemente reproduzco íntegra la carta del Senador Manlio Fabio Beltrones.
“He tomado una decisión que deseo compartir con los priístas y los ciudadanos en general.
Hace ya casi un año, lancé una pregunta a la sociedad y a los partidos políticos: ¿Poder para qué? ¿Para qué queremos ganar la elección del 2012?
Me parecía, y me sigue pareciendo importante crear conciencia sobre una idea: Para resolver los problemas del país no basta cambiar de presidente o de partido, hay que plantear primero “Un Programa para México”. Lo hice convencido de que la política sólo vale la pena cuando es la vía para transformar las ideas en propuestas y las propuestas en acciones.
Primero el programa y luego el candidato. Yo hice tres propuestas que ya son ejes fundamentales de ese “Programa para México”: La reforma del régimen político, un nuevo modelo de desarrollo y un nuevo pacto social. Estas son las causas de mi lucha.
Ahora y con mayor intensidad en las últimas semanas, se han acercado a mí distinguidos cuadros políticos del PRI para manifestarme, de manera fraterna, sus valiosas opiniones con respecto a la circunstancia que vive el país y nuestro partido.
Estas voces se pronuncian a favor de construir una candidatura de unidad para enfrentar a los verdaderos adversarios políticos. Coincidimos en que el rumbo del país ya no puede ser el mismo, ni tampoco repetir el que ya dejamos atrás.
Que ahora es necesaria una estrategia política que consolide las tendencias electorales que nos favorecen. Así como hace meses pregunté para qué queremos ganar, hoy planteo:
Unidad, sí ¿para qué?
Es que, si no somos capaces de responder esta pregunta y construir una auténtica y activa unidad, estaremos poniendo en riesgo la victoria en el 2012.Yo entiendo la unidad como un medio para cambiar, no para seguir igual. Es unidad para ganar, poder gobernar y transformar al país, dándole orden y rumbo a México. Unidad con humildad e inteligencia para entender que en este momento, todos son necesarios.
Reconozco que en mi partido hay quienes tienen prisa y alegan la necesidad de la unidad para conservar privilegios o para garantizar sus intereses personales o de grupo.
Es esta minoría la que ve un motivo de discordia en las reformas propuestas para modernizar la vida y la política del país. No obstante, estoy convencido que son muchos más quienes coinciden en la urgencia de que México cambie y buscan la unidad del PRI para construir ese nuevo rumbo. Es en ellos donde siempre he encontrado respeto, compañerismo, solidaridad y simpatía para las reformas que promovemos. Es a ellos a quienes me debo. Es con ellos con quienes seguiré haciendo política. Entiendo el momento que vive México y que vive el PRI.
Este no es el tiempo de las ambiciones ni de la simulación. Es la hora de las definiciones y dos recientes eventos políticos nos obligan y nos exigen:
Logramos un apretado triunfo en Michoacán, bajo el asedio de una injerencia gubernamental que parece ser la tónica que el PRI enfrentará en adelante. Por otro lado, pese a sus contradicciones, haciendo política, los partidos de izquierda han logrado unificarse en torno a una candidatura que permitió superar sus diferencias y ponerse de acuerdo. Eso nos obliga a acelerar el paso en la definición del candidato priísta. Es una realidad que no se puede ignorar, pues para ellos el adversario a vencer es el PRI, y en sus obsesiones lo ven como el enemigo principal. Siempre he buscado ser congruente entre lo que digo y lo que hago.
El respeto al valor de la palabra ha sido mi práctica común. Me siento orgulloso de tres cosas: la familia que he construido, mi formación en escuelas públicas y mi militancia en el Partido Revolucionario Institucional.
Jamás haría algo que dañara alguno de estos tres elementos fundamentales de mi vida. Atentar contra mis convicciones, sería hacerlo contra mí mismo. Me he formado con quienes hicieron de la lealtad su mejor patrimonio. Mis aspiraciones son legítimas, se fundamentan en el respaldo plural que han recibido mis propuestas. Pero ante la grave situación que vive la República y los riesgos que acechan al PRI en su proceso interno y en la elección constitucional, cumplo con mi palabra. Cumplo con el deber que me dicta mi responsabilidad y conciencia política.
Este es uno de los momentos de la vida y la política en que uno se tiene que decidir entre aspirar a ser una guía importante o ser un hombre útil. Hoy he decidido no participar en el proceso interno por la candidatura presidencial, optando por ser un hombre útil al interés de mi país y de mi partido, al que sueño renovado y liderando la construcción de una nueva nación próspera y segura.
No tengo obsesiones personales y mucho menos abrigo conductas mezquinas. La decisión de no participar en la contienda interna no es un sacrificio, es mi aportación para la victoria del PRI en 2012.Siempre he insistido en que la unidad es un punto de llegada, no de partida. La unidad se construye con una idea común, con reglas claras, con transparencia, con equidad y sin exclusiones.
De lo contrario, sólo nos queda el refugio de la responsabilidad. Eso lo sienten perfectamente bien los militantes que se están preparando para la difícil lucha política que viene. También lo entienden los dirigentes de los comités seccionales y municipales, que son los que conducen, con muchos esfuerzos y pocos recursos, el triunfo de los candidatos y que saben que la lealtad exige lealtad. Que la división solamente la puede alentar la insensibilidad y el abuso.
La simulación y la ingratitud son los peores venenos de la política y nos han hecho mucho daño.
Siempre he sabido que la militancia es superior a la dirigencia y, por ello, nuestro partido ha resistido las grandes derrotas y se ha levantado. Hoy no será la excepción.
No habrá fractura del PRI.
No podemos permitirnos la división. Sé que puedo continuar mi lucha por las reformas desde cualquier trinchera política. No tengo más que ofrecer a mi partido que mi militancia, lealtad y convicción política de que sí es posible recuperar el rumbo y poner orden para construir el futuro de México.
Mañana, empiezo otra vez.”
Sin Comentarios al Margen