Los deseos están ganando la
batalla. El ansia devora a los aspirantes, a sus equipos, a sus seguidores, a
los periodistas, a los eventuales y a
los de siempre. Resulta harto evidente porque las publicaciones, las
entrevistas, en internet, radio, televisión o medios impresos, son acerca de
cuándo y cómo debe llevarse a cabo el proceso de selección de candidato a la
gubernatura, quiénes deben estar en la lista, quiénes la encabezan, quiénes
son locales y quiénes juegan de visitantes en su propia tierra.
Por ello, conviene hacer
algunas consideraciones y reflexiones al respecto: Es tiempo de cambiar. Como ya se ha dicho, todo
cambia, pero es preciso cambiar donde debe hacerse: en el fondo de las cosas.
Ahí se requiere el cambio, porque ahí está la raíz de los problemas.
No sigamos la vieja tradición
de los cambios gatopardianos, no cambiemos sólo
en la superficie.
No tengamos miedo al cambio.
Hagámoslo nuestro.
Hoy, todos se preguntan por el destino inmediato de esta embarcación
navegante en aguas inciertas. No es una travesía sencilla ni hay claridad en el
rumbo. Pero es preciso seguir adelante. Sin embargo, primero se deben precisar
rumbo y destino y después, elegir al capitán para conducir la nave. No es tarea
sencilla, pero hay capacidad, valor y talento en muchos priistas, como para
cumplirla con éxito.
Circulan muchos nombres. Cada
uno llena la imaginación, el corazón y la inteligencia de un grupo de priistas.
Los postulantes se han echado a la calle y con ellos comienza el desfile de sus
seguidores, quienes ya tienen banderas particulares, a falta de grandes
banderas generales. Son desfiles arriesgados en horas de peligro. Pero así
están las cosas. Esos abanderados tempranos ya nos han dicho sus propósitos.
Sí, ellos quieren, quieren, quieren.
Por lo pronto, querer es todo.
Y quieren ser investidos. O dicho de otra forma: quieren el poder; ansían el
poder. Quieren el mando, el liderazgo. El poder a puños.
Nos debe interesar esta reflexión. No importa quién
quiera ser el candidato del PRI; necesitamos saber para qué quiere serlo, con
qué proyecto, hacia qué horizonte. Lo necesitamos para saber si sus propuestas
coinciden con las nuestras, o si son
mejores.
Por lo pronto, no sabemos qué
quieren quienes tanto quieren.
En el gran espacio provocado
por la victoria del 2012, afloraron
muchas ambiciones y ahora debemos oír las propuestas. ¿O acaso deseamos
permanecer en la discreción y el silencio mantenidos durante tantos años?
Difícilmente sucederá tal
cosa. Por eso necesitamos saber qué quieren hacer con la candidatura, a qué dedicarán el poder anhelado y en qué
invertirán el apoyo solicitado. Así sabremos a qué le tiran ellos y a qué le
tiramos nosotros.
El 2012 nos dejó una tarea impostergable:
repensar a Colima. Repensar quiere decir pensar de nuevo, para descubrir a la
entidad y formular el plan de viaje de los colimenses. Después, debemos
movernos en esa dirección, en forma
enérgica y resuelta. Debemos hacerlo porque Colima impone su nueva presencia y
exige soluciones de veras: ni ambiciones, ni dogmas, ni espejismos. Estos
seducen a quienes los proponen, y agravian a quienes los padecen.
Hoy, nos dolemos de políticas
económicas cuya aplicación ha lacerado al estado y ensombrecido sus días: de
ellas procede ese inmenso contingente de colimenses en pobreza extrema, esto
es, en franca y dolorosa miseria. Un contingente de miles, no sólo un puñado.
Nos dolemos también del olvido
de una Revolución popular en aras de un breviario de programas, acciones, metas
y lineamientos carentes de espíritu y, por lo visto, también de cuerpo. De todo
eso, y más, nos dolemos hoy. Por todo eso, y más, debemos repensar a Colima y
rehacer su camino y su destino.
Los mayores temas de Colima poseen
una rara virtud: todos son principales e impostergables. Urgen y tocan a
nuestra puerta. Si no hay respuesta, la derribarán.
Ahora bien, ¿cómo abordarlos, si no hemos reflexionado, previamente, para
definir qué entidad queremos ser y hacia dónde nos debemos enfilar? No sólo con
quién nos debemos afiliar. Entonces, abramos primero la discusión sobre lo que
queremos para Colima.
Antes de poner en unas manos la
candidatura, debemos poner en las manos de todos, la decisión sobre el destino
de este estado. Es decir, antes de elegir a una persona, debemos repensar a la entidad.
Sólo así tendremos un estado con
rumbo, aprovisionado con el ánimo, el espíritu y el mandato de todos.
Sólo así contaremos con los
instrumentos para mover las fuerzas del estado.
Cualquier lugar es trinchera
cuando la lucha es justa. Ofrezco contribuir con mis opiniones y mis actos a la
creación de esta nueva sociedad, de este nuevo gobierno, anhelo de todos.
Por estas y otras razones, me
congratula compartir estas reflexiones con ustedes, justo cuando es momento
de ponernos de nuevo en movimiento, sin
estridencia ni demagogia, sin encono ni violencia: únicamente con propósito
resuelto de libertad, de justicia y de recuperar la grandeza de Colima.
Sólo así podremos tener un gobierno
fuerte, consolidado, capaz de navegar con éxito en las procelosas aguas de este
milenio tan complicado. Ciertamente, la
obligación de cambiar produce en muchos temores e incertidumbre y hace aflorar
tensiones, resistencias e intereses contrapuestos.
No importa. Encaremos los
retos con ánimo decidido. Hagámoslo por lealtad y respeto a nuestra historia y
a nosotros mismos. Perfeccionemos nuestra vida política local. Seamos una
sociedad abierta; construyamos, démonos un gobierno con vocación para la
libertad, la democracia, la
pluralidad y la justicia social.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1. ¿Qué es el mal? Lo que se hace para conseguir un
momento de felicidad en este mundo.
Emile Michel Cioran
2. “Toda verdad es simple:” ¿No
será esto una doble mentira? Friedrich Nietzsche
3. En el debate sobre las
cualidades respectivas de los diversos regímenes se decía que la democracia es
mejor que el poder de uno solo, porque ofrece garantías contra la arbitrariedad
y la violencia. Luego se describió que oponía, a la arbitrariedad de un tirano,
la violencia de una multitud incapaz. "Escapar a la insolencia de un
tirano, para caer en la de una masa desenfrenada, es intolerable", escribe
Heródoto. "El tirano hace las cosas a sabiendas de lo que hace; la masa ni
siquiera se da cuenta." Ikram Antaki