Es fin de año, mi última
colaboración del año 2013. Es tiempo de hacer reflexiones sobre lo que fue
éste, pero también de lo que podemos esperar del próximo año, de expresar
nuestros propósitos y de agradecer por lo que recibimos en éste.
El PRI ganó el gobierno federal
y este año fue uno donde ocurrieron miles de cosas que podrían haberse pesado
imposibles sólo unos meses antes. Hacer un recuento es innecesario, pero se ha
roto tabúes y más se van a romper, espero, en los meses venideros, pero hoy
vale la pena reflexionar sobre lo que espera, o lo que se espera que el PRI
haga en los próximos meses y años.
La justicia social ha sido una
bandera del PRI en sus diversas etapas, expresada de diferente manera. Está en
su raíz, en su conciencia y en su
divisa. Por eso el Partido Revolucionario Institucional debe recuperar el
concepto y la exigencia que le son característicos: la justicia social.
Respondamos con honestidad: ¿es
cierto o falso que se ha ensanchado y
abismado la brecha que separa a la opulencia de la miseria?, la riqueza se ha concentrado y se ha difundido
la pobreza: ¿es cierto o falso?, ¿es cierto o falso que hay desesperanza, y que
los desesperados claman, impacientes, por una luz en la oscuridad?
Si es falso, si no hay tal
distancia entre la opulencia y la miseria, si no existe ansiedad y desilusión,
si el sosiego y la satisfacción abundan, los priistas podrán reposar confiados.
Estarán a salvo. Nada alterará su camino ni perturbará su sueño.
Pero si la denuncia
corresponde a la realidad, aunque esta realidad no se haya construido en la
última hora, sino en una etapa más o menos prolongada, larga y sombría; si todo
esto es apenas un testimonio de lo que ocurre en la vida de la nación,
deberemos preocuparnos y ocuparnos en seguida. Ocuparnos, más de lo muy
ocupados que podamos estar. No hay contradicción alguna, dije deberemos, porque
la tarea será de todos, no sólo de los priistas.
Tal vez habrá necesidad de
moderar o matizar. Quizá será preciso rectificar, antes de que la gota desborde
el vaso. El debate nos hará saber si hay que modificar o hay que perseverar; si
hay que hacer una de estas cosas, en todo o en parte; si hay que hacer ambas en
la medida que sugiera la dialéctica; o si no hay que hacer nada, más que
proseguir.
Hablemos, pues, de lo que
debemos hacer y de lo que no debemos hacer. Convicción y voluntad de
tolerancia, pues. No una tolerancia que desdeña al otro o lo padece, sino una
que lo escucha y lo acepta.
Vivimos una hora de riesgo. No
sólo se halla a prueba el destino del partido, que importa a sus militantes,
sino también el futuro de México, que nos importa a todos. Eso es cierto. El
PRI va más allá de él mismo. Lo que haga y no haga trascenderá sus filas e
influirá en la nación mexicana. Así ha sido antes y así será mañana,
probablemente.
Dejo de lado las
calificaciones. No digo en este momento si ha sido o será para bien o para mal,
aunque es obvio que, como priista, tengo una opinión formada. Me limito a decir
que nos trascenderá lo que hoy logremos y lo que no consigamos. Por ello, aquí
cobran su sentido más profundo y más urgente la transición o la crisis. Y es en
este punto, el más intenso de los años recientes, donde el riesgo aflora.
El PRI debe pensar en enfrentar
el 2014 como la oportunidad de iniciar
otro capítulo de su historia, quizá el más importante de su historia,
precisamente cuando la nación mexicana abre un nuevo capítulo de la suya.
Si el pueblo atrapado en la
crisis más grave de su historia moderna quiere y necesita soluciones
suficientes y oportunas, es decir, soluciones de fondo, el partido no puede
cambiarlas por ponencias; no puede sustituirlas por discursos; y sobre todo, no
puede ignorarlas.
Están a la vista las próximas
elecciones. También lo están las próximas generaciones. No se trata de ganar
aquéllas a cambio de perder éstas. Ya perdimos dos veces la presidencia de la
república, no perdamos ahora la República misma.
Un partido político debe
advertir que el futuro es uno solo, desarrollado en dos episodios: el de los
comicios llega primero.
La única forma de hacer ambas
cosas es oír, atender, secundar las exigencias del pueblo; hacer de ellas
bandera de partido y de gobierno. Si el partido asume esa determinación desde
ahora podría colocarse en el rumbo debido para emprender la dura prueba que
afrontará en 2014 y 2015.
La única forma de hacerlo es
atender preguntas fundamentales: ¿de dónde venimos?, ¿en dónde nos hallamos? y ¿a
dónde vamos?
Estas son las preguntas
fundamentales. Si hay respuestas, se pueden planear todas las acciones y
preparar todos los comicios. Unas y otros como punta de lanza para el futuro y
condición para alcanzarlo.
Cuando formulo estas
preguntas, no me refiero sólo a lo inmediato y evidente, sino al sentido más
profundo, necesario y sugerente.
En ocasiones parece que nos
confinamos en preguntas de corto alcance y aportamos respuestas del mismo
carácter. Al hacerlo, ignoramos que la lógica política, si quiere dar
trascendencia a sus decisiones fundamentales, debe proceder exactamente al revés:
fijarse primero un gran destino, y luego, dar los pasos que necesite para alcanzarlo.
No es posible que un partido
político camine sin respuesta para aquellas tres preguntas. Si lo hace, irá a
la deriva. Estará a merced de las circunstancias. Pasará de largo frente a las
mejores oportunidades de su vida, sin percatarse de que va dejando atrás,
inadvertidos, su identidad y su destino.
En el pueblo profundo están
las respuestas. No pueden hallarse en otro lado. Para esto no hay reglas
universales y perfectas; ni circunstancias intercambiables, a fuerza de ser
indiferentes; ni breviarios infalibles.
En política, la voz de Dios
sigue siendo la voz del pueblo. En el pueblo está la raíz y a la raíz debemos
ir si queremos reencontrar el camino.
En esto no hay novedad, aunque
ahora nos alternemos el gobierno, compartamos las tribunas y a veces
confundamos los discursos. Puede ser válido. Todos somos mexicanos; tenemos los
mismos derechos y aspiramos a las mismas oportunidades.
Pero también es válido y
legítimo que en la confrontación de las ideas queden claras las intenciones de
quienes las profesan.
Es preciso poner manos a la
obra. Así amainarán los vientos que soplan.
Tres Comentarios al Margen
1.- Hoy, en 1980, era un feliz
soltero. Hoy, 33 después, soy un hombre muy feliz. Una mujer que amo y me ama,
ha sido mi compañera, mi amiga, mi amante en estos años. Duros años, felices
años. Hoy, simple y llanamente, soy 33 años más feliz.
2.- Adoro los placeres sencillos; son el último refugio de los hombres
complicados. Oscar Wilde
3.- El que sabe que suficiente
es suficiente siempre tendrá suficiente. Lao Tse
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