Durante muchos años, cuando el
presidente dela república era el jefe de las instituciones y quitaba y ponía
gobernadores y candidatos, se decía que los gobernadores no podían dejar a su
sucesor, pero sí podían vetar a algunos de los aspirantes al cargo.
Con la pérdida de la
presidencia en el año dos mil, los gobernadores se encontraron con el hecho de
que ahora eran responsables en sus demarcaciones de las victorias electorales
del PRI y como contraprestación tenían la de nombrar candidatos.
Fueron 12 años de ejercer a
plenitud ese poder. En 2012, aún pudieron determinar quiénes serían los
candidatos a senadores y diputados federales.
Hoy, la situación ha cambiado y ya se habla, por lo menos, de una negociación,
de un acuerdo entre el centro y la periferia para la nominación de los
candidatos a diputados federales y a gobernador, donde sea el caso.
En Colima, donde desde el dos
mil los gobernadores ejercieron ese poder mediante diversas vías, se elegirán
presidentes municipales, diputados locales y federales y la joya de la corona:
gobernador del estado.
Mario Anguiano Moreno, gobernador
de Colima, ha ejercido el poder que las circunstancias políticas le dieron y
logró que gente de su confianza fuera nominada a los cargos locales y en los
federales metió la mano hasta el fondo en las senadurías y en las diputaciones
federales pensó en una jugada de tres bandas: entregarlas a miembros del antes
llamado Grupo Universidad, el entonces rector Miguel Ángel Aguayo por el primer
Distrito y un expresidente de la FEC, Francisco Zepeda, por el Distrito Dos.
La jugada no era mala: se
metía la mano en la sucesión rectoral a cambio de la candidatura a su rector y
se entregaba una candidatura a quien no se le veía capacidad para remontar 22
puntos de ventaja que le sacaba en las encuestas la candidata del PAN, Martha
Leticia Sosa de Rodríguez García, entonces senadora de mayoría. Sin
amedrentarse, Pico Zepeda hizo las
alianzas necesarias y ganó la elección.
Hoy, Mario Anguiano Moreno
está metido de lleno en SU proceso sucesorio
y los pasos dados indican que pretende seguirlo como si las circunstancias
políticas nacionales no hubiesen cambiado.
Esa es la razón de haber
enlistado a 10 priistas en busca de la candidatura a gobernador del estado. Esa
es la razón de haber presidido ese desayuno en el que nada se dijo realmente.
Esa es la razón de haber presidido un acto partidista, al que fue invitado el
coordinador de los diputados locales, Martín Flores.
El propio MAM reconoció que no
habló con la dirigencia nacional del PRI sobre los pasos que pretendía dar en este
proceso, mucho menos con el presidente EPN, quien ahora forma parte,
formalmente, del máximo órgano de gobierno del PRI.
El dirigente nacional del PRI,
César Camacho, dijo claramente que no es tiempo de empezar procesos sucesorios,
porque deberán esperar a que se tenga la aprobación de las leyes secundarias
para, después, iniciar el análisis casuístico de las candidaturas.
Por eso afirmo Mario Anguiano
Moreno trastocó los pasos y ejerció en su primera movida lo que debió haber dejado
para la última: su derecho de veto. ¿Por qué afirmo esto?, porque al determinar
quiénes debían ser invitados al desayuno dejó claro quiénes podían participar y
quiénes quedaban excluidos del proceso sucesorio. Esa fue su libertad y su derecho y nadie se lo
discutió, al menos públicamente.
Pese al chascarrillo posterior
del dirigente estatal en el sentido de que las puertas no están cerradas y si
alguien más quiere participar en el proceso, que acuda a las oficinas del PRI
estatal y se anote, para todos los miembros de la clase política local y los
comentaristas de medios, quedó claro que la lista la determinó el Gobernador
Mario Anguiano Moreno, en su calidad de líder del PRI en Colima, es decir, MAM
ejerció su derecho de veto con toda claridad. Dejó fuera a quienes quiso y por
las razones que quiso e igualmente incluyó a quien se le antojó, como el caso
de Carlos Cruz, delegado de SEDESOL.
Así, el gobernador cumplió ya
su parte: vetó a quienes quiso. Ahora, falta ver el resto de la historia.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1. La bofetada resonó hasta La
Culebra: ¡todavía no es tiempo!, le dijo Joel Padilla, dirigente estatal del
Partido del Trabajo, a Francisco Ánzar, dirigente del PRI estatal, al responder
al priista y negar que hubiera habido pláticas acerca de una alianza electoral
en 2015.
Joel Padilla sabe que todo
tiene un precio y Francisco Ánzar debería saber que Padilla Peña cobra por
sentarse a una mesa a negociar alianzas políticas. ¿Qué pide Padilla Peña sólo
por sentarse a platicar respecto de una posible alianza electoral con el PRI?,
no es tan difícil saberlo: el nayarita conoce su negocio y por eso pide la
autorización de la Secretaría de Educación para abrir escuelas en el nivel de secundaria
y el REVOE para su Escuela de Medicina.
Cuando Francisco Ánzar tenga
esas autorizaciones en la mano, podrá sentarse a la mesa con Padilla Peña, mientras
todo queda como charrita. Al tiempo.
2. El asunto del gobernador de
Puebla, Rafael Moreno Valle y su “ley bala” ha llegado a límites peligrosos. La
muerte de un menor como consecuencia de una herida sufrida en una manifestación
que fue reprimida por las fuerzas estatales y en donde se dice que fueron usadas
balas de goma, puede ser el principio del final de este sátrapa, cuyo soporte
electoral han sido el PAN, por supuesto, el PRD, MC, PT y un partido local que
creó en 2011.
3. La adulación es una forma
retorcida del menosprecio. La crítica es, por el contrario, producto del
respeto. Más aún: creo que es una responsabilidad ejercerla todo el tiempo y
frente a todo mundo. Jesús Silva Hérzog Márquez