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miércoles, mayo 16, 2012

Día del Maestro

“Para entender al hombre, hay que ser Maestro. Tener el corazón en las pupilas, en los labios. Tener el corazón palpitando en la palma de la mano”. Ricardo Salgado Corral.

Lic. Felipe Calderón Hinojosa
Presidente de México
Muy respetada Maestra Elba Esther Gordillo.
Presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
Dr. José Córdova Villalobos
Secretario de Educación Pública
Maestro Juan Díaz de la Torre
Secretario General Ejecutivo del SNTE
Muy apreciados compañeros maestros que hoy reciben el reconocimiento por los años entregados al servicio de la educación
Compañeros maestras y maestros
Señoras y señores:
Es un honor para mí, ser el portavoz de quienes hoy recibimos la presea “Maestro Ignacio Manuel Altamirano” por cumplir 40 años o más al servicio de la educación de los mexicanos.
No ha sido tarea fácil; sin embargo, nos sentimos orgullosos por haber contribuido a la formación académica y de valores de millones de niñas y niños para edificar un México más justo, más próspero y de oportunidades para todos.
Pocas profesiones tienen la ventaja del Magisterio, porque mientras para otras, cumplir y celebrar los años de servicio que hoy se nos reconocen es toda una  vida, para el Maestro no es así.
Cada año, todos los años, los maestros renacemos en las generaciones que nos toca el privilegio de formar; cada año, nuevas esperanzas contenidas en el proceso formativo de cada uno de nuestros alumnos, nos motivan para empezar de nuevo; cada año, a lo largo de la vida profesional del maestro, es un nuevo comienzo, es un nuevo camino, en un nuevo e irrepetible reto.
Y eso seguramente lo sabe usted muy bien Señor presidente, porque en su familia hay maestros, su propia esposa lo es.
Por eso, los maestros entendemos los años de servicio como la oportunidad de servir a lo mejor que todo país tiene; a lo mejor que toda comunidad tiene; a lo mejor que toda familia tiene: a los hijos de todos, a nuestros hijos; al renuevo de vida que son las nuevas generaciones.
A la generación de la que formo parte, le ha tocado ver la profunda transformación vivida por nuestro país desde la segunda mitad del Siglo XX, hasta lo que llevamos ya del Siglo XXI.
Hemos sido testigos y protagonistas de la tremenda explosión demográfica que más que cuadruplicó la población nacional; de cómo migramos de una sociedad predominantemente rural a otra urbana; de cómo aumentamos el nivel promedio de vida en más de un tercio; de cómo la mujer ha logrado empoderarse y ocupar, en todos los espacios, el nivel que siempre le correspondió pero que tardamos en reconocerle.
Y por nuestras escuelas, construidas con muchos sacrificios y que se convirtieron en espacio relevante en todas y cada una de las comunidades de nuestra amada patria, derrotamos al analfabetismo; alcanzamos la cobertura universal como parte fundamental de la equidad social a la que todos tenemos derecho, y logramos  que el promedio de años de educación se elevara de tres, a más de ocho.
Qué mejor evaluación, esa sí de cara a la Nación toda y frente a la historia, que esta real hazaña civil; que este logro trascendente del esfuerzo humano; que este innegable logro político.
Es cierto: estos relevantes avances no han sido iguales en todo el país  y la justicia educativa no logrará alcanzarse mientras persistan las diferencias, pero eso no disminuye en nada la proeza educativa que los mexicanos hicimos y de la que, permítaseme una expresión de legítimo orgullo, fuimos artífices los Maestros.
No reconocer el valor que el Maestro, que cada Maestro tuvo para lograr la meta nacional que sin duda alcanzamos, sería cerrar los ojos a la evidencia, no sólo sería mezquino, injusto y hasta ruin, sino que sería desconocer la historia misma de este país.
Y esa hazaña educativa la hicimos los Maestros frente a niños muchas veces desnutridos; en escuelas carentes hasta de muros y techos en algunos lugares; con pizarrones gastados de tanto borrarlos y con gises que se rompían entre los dedos; pero la hicimos fieles a nuestra vocación, resueltos a cumplir nuestro compromiso, teniendo frente a nosotros los ojos expectantes de los niños que en nuestras escuelas buscaban su futuro que no era otro que el futuro mismo de México.
Hoy, nuevos retos de saber, de valores, de exigencias, tocan a las puertas de nuestras escuelas, muchas todavía sin techos y sin muros; nuevos y severísimos problemas disputan cada espacio de la vida social y comunitaria; hay cada vez menos espacio para la esperanza y más para la confrontación, pero no debemos olvidar que en las escuelas seguimos estando los Maestros, quienes sabremos honrar nuevamente nuestro compromiso, tal como hemos hecho antes y lo haremos siempre.
Frente a quienes pretenden hacer del odio y la discordia la base de una nueva sociedad, los Maestros de México construimos un presente y un futuro de concordia, de paz, de respeto.
Al agradecer el reconocimiento del gobierno de la República por el trabajo realizado a lo largo de nuestra carrera, nos sentimos con la obligación, y también con el derecho, de refrendar nuestro compromiso de seguir cumpliendo con nuestro deber  preparándonos  más para hacerlo cada vez mejor, porque  sabemos que sólo cambiando se puede permanecer.
Tengo 40 años de militar en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, lo he hecho y lo hago con orgullo, porque nos asociamos para defender nuestros derechos y para ratificar nuestro compromiso con una educación pública de calidad y fortalecer así,  el proyecto sindical que encabeza la Maestra Elba Esther Gordillo.
Felicito a mis compañeros maestros por el reconocimiento obtenido, exhortándolos a cumplir hasta el final con nuestra misión educadora.
Hoy tenemos 40 años y más de servicio, pero aún hay Maestros para rato, para seguir educando con base en principios y calidad a las nuevas generaciones   de mexicanos.
Permítanme ustedes terminar con una frase del maestro Ricardo Salgado Corral: En la tímida palabra que alienta un pensamiento y en el apoyo que va forjando al hombre: ¡hay un Maestro!
Muchas gracias.

Palabras pronunciadas en el Acto Protocolario celebrado en Los Pinos, el 15 de mayo de 2012

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