En las crisis apreciamos hasta dónde la política es economía concentrada. El sistema ha llegado a esta crisis con sus instituciones políticas más o menos intactas. Los responsables de las políticas neoliberales, transnacionalizantes y globalizadoras continúan ahí, supuestamente al mando. Y enfrentan la situación obedientes a los requerimientos de costumbre. Son propulsados por la inercia.
Esta crisis percibimos como la más extensa y profunda de la historia y ha revelado increíbles capacidades destructivas. La evaporación de valores no tiene paralelos y por ello vale la pena considerar qué políticas comienzan a manifestarse o qué proyectos políticos podemos ver como posibles o rentables para algunos, o aceptables para la mayoría de los mexicanos.
Los planteamientos de los equipos en el poder conducen un discurso sobre el supuesto de la continuidad (bastaría recordar lo dicho por Zedillo en su informe de gobierno) del ejercicio de las clases y elites en el poder y su política orientada a las ganancias brutales y selectivas, ha entrado en crisis junto con la crisis de la economía mundial.
Pero los tecnócratas se mantienen intactos y están a la cabeza de los gobiernos, así como de las agencias de apoyo internacionales y a la cabeza también del sistema corporativo y han llegado hasta este punto de la historia como administradores de una economía con reglas establecidas por ellos mismos.
Sin embargo, el terreno se ha vuelto inseguro y su prioridad actual es salvar su botín y, en lo posible, volver a echar a andar el sistema enfermo, sobre los mismos carriles: con su fundamento en la explotación de la gente y de los recursos de la nación.
Tiene relevancia definir esos poderes en presencia: el mismo proceso de la crisis se ha encargado de presentarlos. Son poderes transnacionalizados. Su esencia se representa en las actividades de las megacorporaciones, y a lo largo de la crisis se enfatizan las ganancias o pérdidas de estos agentes. Los países vienen a ser la apariencia. Por eso ningún jefe de estado es muy relevante: si puede ser importante las consultas entre varios de ellos, el modo como pueden llegar a un acuerdo para tornar operativa alguna recomendación del Fondo Monetario Internacional. El último año ha estado sembrado de reuniones de este estilo. El FMI, a su vez viene a ser como la sombra de un Ministerio de Finanzas del estado imperial, del gobierno mundial, de la mortal Trilateral, y sus recomendaciones, en una textura muy representativa de los intereses corporativos, vienen a ser la "conciencia posible y real" de las derechas económicas, y del "orden" a nivel mundial.
¿Qué han hecho frente a la crisis los tecnócratas? Primero, han tratado de ocultarla y después, en una catarata, recomiendan la acentuación de la productividad, el ahorro, la bursatilización de los ahorros, la restricción del consumo, el alza de las tasas de interés, la baja de las tasas de interés, el desempleo; así como la intervención del estado para regular el precio de mercados y monedas y, al mismo tiempo, el retiro del estado, la continuación de las privatizaciones, el pago puntual de la deuda externa, la solicitud de nuevos préstamos, moratorias parciales, la ayuda del FMI bajo cualquier condición, la inyección de liquidez al sistema bancario, el retiro de liquidez, la esperanza en la intervención de la "mano invisible", el control del capital, facilidades para la fuga de capitales, "nacionalizaciones", etc. Estas medidas, en su conjunto, integran un todo contradictorio, caquéctico, casi inconcebible. El punto de vista de esta gente representa una bancarrota a la vez práctica y mental.
Aunque su planteamiento de fondo contiene un elemento de congruencia: se trata de buscar por todas las maneras posibles conservar tasas de ganancias, alzar sus cotizaciones, no importa a qué costos. Y esta "congruencia" se ha convertido en el máximo motor para la explosividad del desastre. Esa "congruencia" se muestra en el manejo del problema de los precios y de los salarios, pues se busca deprimir estos últimos.
Las movidas políticas se han desenvuelto hasta ahora en los espacios del Estado Imperial a medio diseñar, como tratando de afirmar sus fronteras, explotando los recursos del Banco Mundial y del FMI. Sin embargo, la percepción del fracaso de los paquetes de ayuda del FMI, provocó una oleada de acciones más en la línea del autosalvamento y surgieron ideas en los últimos meses a favor de la "reforma" del sistema. En nuestro país, cabe prestar especial atención a esos rasgos devaluatorios y depresivos de las políticas oficiales, porque tienden a extender la miseria y la desocupación. Hay cuatro factores: el servicio de una deuda externa pavorosa, la privatización de las infraestructuras y otros recursos básicos dejados en manos de empresarios favorecidos al amparo de oscuras y casi siempre ilegales maniobras, quienes no miran por los intereses de las poblaciones; el tercer factor es la destrucción de políticas agrarias cuyo fin era sostener la capacidad alimentaria de México, el cuarto factor es el más visible en estos días: la extenuación de sus sistemas crediticios y financieros. Pero hay otros elementos condicionantes de la recesión: las situaciones de desempleo creciente, el caos monetario y el desplome comercial.
En estos días, los equipos gobernantes han tenido oportunidad de intercambiar ideas, de buscar soluciones. Se han dado las reuniones del directorio del FMI, y del G7. De estas reuniones, hasta ahora no ha salido nada en limpio. Lo más llamativo, quizás, algunos desacuerdos entre el Banco Mundial y el FMI, cuando personeros del Banco Mundial endosaron al FMI la aplicación de políticas tan abusivas, cuyo resultado es la quiebra del orden social.
Hasta ahora, como queda dicho, estos grupos han venido reaccionando pegados a sus inercias e intereses sectoriales y hasta electorales. Por el sistema hablan los altos funcionarios internacionales, los empresarios, los comentaristas de las bolsas, algunos tecnócratas... y George Soros.
Quisieran seguir en los desplantes del período del boom, pero sólo alcanzan a sorprenderse de su propia incapacidad. Unos a otros se reclaman la continuación de "las reformas estructurales", esto es, empaquetamiento de liberación de los mercados.
El caso más dramático y ejemplificativo, a más del japonés, donde La Trilateral originó la quiebra y provocó un boquete de poco más de 500 mil millones de dólares y en el mismo tono está el caso de Indonesia, donde George Soros ha decidido sembrar pánico y amenazar con el hambre a millones de víctimas de sus políticas piratescas. Y no amenaza en vano. Hay constancias históricas.
A la reunión del FMI asistieron representantes de los gobiernos latinoamericanos, por supuesto el del nuestro estaba en primerísima fila, y es interesante escucharlos, porque muestran al desnudo el carácter de sus políticas y proyectos: desde luego todos reiteraron el mantenimiento de sus políticas, es decir, continuarán subastando sus infraestructuras, seguirán recurriendo a endeudamientos máximos. Llegaron a precisar los apoyos necesitados y los ubicaron alrededor de 200 mil millones de dólares, ya. No hablaron esta vez de la situación "preocupante" del narcotráfico ni del lavado de dinero. Quizás porque no era pertinente.
Por si usted duda de mis palabras, vale la pena destacar lo dicho por Zedillo en Kuala Lumpur, apenas la semana pasada: “(...) será necesario profundizar y continuar los planteamientos globales de liberalización comercial, bis a bis, aquéllos de carácter sectorial que se han propuesto por algunas instancias. México es un país de comercio amplio, por lo que ha procedido a la firma de diversos Tratados de Libre Comercio con países de América Latina, Estados Unidos, Canadá y, ahora, Europa. (...)”.
Por el momento, la política del sistema se funda en una estrategia de contención y de ataque de los puntos donde siente debilidad y amenazantes de conducir la crisis más hacia el centro. Tienen sin duda una aguda percepción de las estrategias de los emperadores romanos frente al asalto de los bárbaros. Perciben su sistema central como "sano". Se alertan con sus periferias. Por eso la idea de construir algún sistema capaz de inyectar apoyos "a la mexicana" a aquéllas economías, como la de Brasil, devenida en tan grandes dificultades por la aplicación de las recetas del FMI y las acciones piratescas de la Trilateral. No reparan en un hecho: ya antes trataron de hacer lo mismo con el Sudeste asiático y los problemas siguen allí y hasta se han vuelto más agudos.
El "apoyo" consiste en otorgar más préstamos, o en abaratar los intereses de alguna manera ínfima, para entusiasmar a los deudores potenciales. O en el eterno bombeo de reservas fiscales hacia el insaciable vientre de las bancas, Todavía no se les ocurre, obviamente, aplicar a esos países una moratoria. Eso sería más saludable para esos países. Y no lo hacen porque “bussines is bussines” y, como dice la canción de los Beatles: “...the show must go on...”.
Las políticas aplicadas por los tecnócratas neoliberales son homogéneas y no contienen rastros de solución para problemas novedosos: manejan el mismo catecismo, y una vertebrada aceptación de dos centros cuya real importancia política ha quedado señalada en esta coyunturau: el FMI, y el gobierno de los EEUU. Desde allí se han estado disparando todas las fórmulas "para hacer política" por parte de las potencias menores. Y la impotencia del FMI y del gobierno norteamericano, se traduce casi automáticamente en la impotencia de los demás. Al menos en el "sector emergente" no se alza un horizonte de recuperación sin "ayuda" externa, y sus economías construidas al modo de enclaves eyectores de capital, en la actual situación sólo saben hundirse entre la fuga de capitales, la "necesidad" de reembolsar intereses y principales de deuda, la baja de sus exportaciones y la contracción de las inversiones y del consumo interno. La carrera a la depresión fue presentada con razón, por un cuestionado político norteamericano, como una carga de búfalos desbocados.
En la entrada de una crisis, se siguen haciendo valer las inercias, porque dan una apariencia de sobrevida a funciones ya prácticamente abolidas. La vieja institucionalidad todavía aparenta cierta resistencia. Mientras la crisis avanza, se producen adaptaciones, transformaciones y la irrupción de nuevos logros, a veces muy pasajeros.
Teniendo presente esto, se puede localizar en las políticas conductoras de la inercia desde el poder, un núcleo cuya función ha sido, hasta ahora, controlar los planteamientos, las decisiones: el afán de proseguir en la reproducción de un sistema mundial de explotación. De ese núcleo irradian correas de decisión y de ensamblajes clasistas, creadores de esta época: se persiste en continuar concentrando el poder económico, se continúa induciendo la privatización de los recursos sociales, se utiliza la misma situación de inseguridad para echar mano de los recursos sociales, financiando empresas y bancos quebrados. Por ejemplo se puede ver todo el drama de las negociaciones entre el Gobierno y su oposición para utilizar los fondos públicos en el salvataje de la banca. Es decir, caímos, encallamos en un proyecto de nacionalización perversa, consistente en nacionalizar transitoriamente la banca insolvente, y devolverla luego de curada al sector privado y la nacionalización la pagamos todos. El nombre es lo de menos, lo demás son los 60 mil millones de dólares pagados por los mexicanos para hacer nuevas tamaladas de millonarios Forbianos.
El tema de la nacionalización perversa, pero nacionalización al fin, lleva a entender la difícil situación de muchos inversionistas mexicanos y la búsqueda desesperada de. Pero hay otros temas más angustiantes para ellos: la aceptación por algunos sectores de la inevitabilidad de las moratorias en el problema de las deudas externas. Pero el conjunto de esas políticas terminan definiendo una radicalización hacia la derecha de la burguesía y de los sectores a su servicio, quienes quedan aferrados a un inmenso espacio de corrupción y dependencia.
El objetivo supremo es usar todos los mecanismos para defender al sistema capitalista en lo particular y en su conjunto, en sus bases, asegurando la extracción de valor hacia el sector parasitario. Pero toda esa panoplia de medidas, insisto, no contienen una solución a la crisis; por el contrario, la profundiza cada vez más y más.
Pero hoy es martes y el presidente nos visitará unas cuantas horas. El jueves le sigo con el tema.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1.- No hubo sorpresa alguna, como dice la canción, al no presentarse los panredistas a la Sesión Solemne convocada para tomar la protesta de ley a los magistrados. Más allá de justificaciones vanas y declaraciones ambiguas, no hay argumentos sólidos para explicar, no justificar, la pose asumida ayer.
2.- Ofrezco la más la más amplia disculpa a Julio Ricardo Blanchet por no haber podido acudir a su programa el jueves anterior. Una razón de carácter personal me impidió cumplir a la autoinvitación hecha a sus Opiniones y Comentarios. Lo siento en verdad, lo siento.
3.- “ (...) NO hay camino a la paz. La paz es el camino(...)” Gandhi
No hay comentarios.:
Publicar un comentario