Según datos entregados a este columnista por un altísimo funcionario de la Secretaría de Educación Pública, la inmensa mayoría de alumnos en las universidades e institutos de educación superior cursan licenciaturas en las áreas de administración, economía, derecho y medicina, principalmente. Según sus cuentas, cerca del 90 por ciento de la matrícula está en esas áreas. Y los técnicos que requiere el país, los científicos, ¿dónde están?.
Según mi fuente, ante este panorama, la Secretaría de Educación Pública inició en 1989 un programa de evaluación y mejoramiento de la educación superior en México al tiempo que emprendió acciones que permitieron ampliar la oferta de opciones en este nivel educativo. Cabe destacar que fueron analizados en forma por demás rigurosa las experiencias a este respecto de países como Canadá, Alemania, Japón, Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos.
Algunas conclusiones obtenidas fueron: en México sólo se ofrecían programas tradicionales de 4 y 5 años de duración; en muchos casos, estos estudios no reunían la calidad y pertinencia requeridas por los futuros empleadores; tampoco se contaba con la posibilidad de programas cortos–-bachillerato más dos años–, por todo lo anterior y en función de aspectos de carácter socioeconómicos, demográficos, laborales y expectativas educativas y de trabajo, se determinó establecer un sistema denominado Universidades Tecnológica” que ofrecen programas cortos (bachillerato más dos años) fuertemente vinculados a las necesidades sociales y económicas de sus regiones de influencia. Este modelo educativo se inició formalmente en 1991, en las ciudades de Aguascalientes, Nezahualcóyotl y en la zona de Tula–Tepeji.
La misión de estas instituciones es formar mediante programas cortos de educación superior, personas que garanticen la competitividad de las empresas y su capacidad de respuesta al cambio para fortalecer su nivel de vida y de la sociedad bajo parámetros de calidad y pertinencia educativas.
Sus principales objetivos son: Ofrecer a quienes concluyan el bachillerato, una formación intensiva que les permita incorporarse, en corto tiempo, al trabajo productivo o continuar estudios de especialización; impartir estudios de calidad y de formación polivalente que faciliten al egresado desempeñarse profesionalmente en una amplia gama de actividades productivas; impulsar las aptitudes, conocimientos y habilidades del estudiante para que se desenvuelvan profesionalmente en el mercado laboral, prestar sus servicios libremente o instalar su propia empresa y, finalmente, combinar los estudios en el aula, taller y/o laboratorio, con prácticas y estadías en la planta productiva de bienes y servicios.
Estas instituciones son organismos públicos descentralizados de los gobiernos estatales, con personalidad jurídica y patrimonio propios e integrados a la Coordinación General de Universidades Tecnológicas de la Secretaría de Educación Pública del Gobierno Federal.
Aquí resulta pertinente plantear algunas preguntas: ¿ cómo se establecen estos institutos en los estados? ¿ Cuáles son los requisitos a cumplir?
En primer término, debe hacer una petición expresa del gobierno estatal. También, un análisis de oferta y demanda de educación superior, avalado por la Comisión Estatal para la Planeación de la Educación Superior (COEPES); seis estudios de factibilidad (Macroregional, Microregional, de Mercado laboral, de Oferta y demanda educativa, Socioeconómico y de expectativas educativas, y por último, del perfil de profesores en tiempo completo y de asignatura); la ubicación precisa del plantel y la cesión de un terreno de 20 hectáreas como mínimo, con los servicios públicos correspondientes.
La construcción del campus y el equipamiento de laboratorios y talleres, será a cargo del gobierno federal.
¿ Cuáles son las principales características y atributos del modelo educativo?
Contar con grupos de 25 alumnos como máximo, laboratorios con equipo de alta tecnología y ofrecer estudios polivalentes intensivos –conocimientos y habilidades versátiles y adaptadas a nuevas teorías y formas de trabajo–, cuya duración es de tres mil horas, cumplidas en dos años, divididos a su vez en seis cuatrimestres, de 15 semanas cada uno.
Sus ejes rectores son la formación con 70 por ciento de práctica y 30 por ciento de teoría; del total, el 80 por ciento es enseñanza general y 20 por ciento flexible, para adecuarse a los requerimientos de los sectores productivos de la región.
Asimismo, el plan de estudios está diseñado para ofrecer un 21 por ciento de materias del área de ciencias básicas y aplicadas, 56 por ciento de conocimientos técnicos: 13 por ciento de lenguajes y métodos y 10 por ciento de formación socio–cultural.
Además, se busca la permanente y estrecha vinculación con los sectores productivos y se llevan a cabo visitas guiadas, prácticas dirigidas y una estadía de 15 semanas –último cuatrimestre– en la empresa.
Actualmente, existen 24 Universidades Tecnológicas diseminadas en diversos estados del país y en el presente año, de acuerdo con las metas del Programa de Desarrollo Educativo 1995–2000, se tiene programado establecer 12 nuevas instituciones, en tanto que la meta total para el año 2000 es contar con 42 Universidades Tecnológicas.
Ante este panorama, cabe preguntarse: ¿ Hay condiciones en Colima para el establecimiento de una Universidad de este tipo?
Vale la pena hacer una investigación al respecto.
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