El de la seguridad es uno de los problemas graves en el país. Todos los días vemos en los distintos medios como el 80 por ciento de la información está relacionado de manera directa o indirecta con este asunto. Las noticias son acerca de cuántos asesinados hubo en tal lugar, en tal fecha y de tal modo.
De igual manera, se habla acerca de cuáles son las respuestas que las fuerzas de seguridad de los tres niveles de gobierno dan a esta problemática, es decir, se habla de la forma cómo reacciona la autoridad.
Hace tiempo escribí acerca de este asunto y dije que, hasta entonces, el gobierno federal tenía perdida la batalla contra la delincuencia organizada porque se había mostrado incapaz de “jalar” a su lado a la población. En los hechos, la población rechazaba, en muchos casos, las medidas tomadas y las acciones realizadas por las autoridades.
No sólo se trata de la evidente corrupción de miembros de las fuerzas de seguridad, con lo que los delincuentes tienen acceso a información clave de operativos y capacidad de respuesta del gobierno, sino, lo más importante, de que muchos ciudadanos, y muchos no ciudadanos, rechazan abiertamente a las fuerzas de seguridad. Con razón y sin razón.
También es cierto que una parte de la población, de la sociedad en su conjunto, tiene una relación familiar o de negocios con la delincuencia organizada. Cabe aclarar que las relaciones de negocios pueden ser lícitas, es decir, pueden ser compradores o vendedores de buena fe, en distintos negocios donde no se pregunta por el origen de los recursos de quienes allí acuden o de las actividades profesionales o comerciales a las que se dedican sus eventuales clientes.
Pero resulta evidente que mientras el gobierno no cuente con el respaldo y apoyo de la sociedad, de la población en general, va a ser casi imposible que se gane la guerra, porque eso es, contra la delincuencia.
Ante esta situación, vale la pena preguntarse: ¿qué hacen los tres niveles de gobierno en cada municipio, en cada estado, en todo el país, para ganarse la confianza de la gente?, ¿qué hacen para recuperar la confianza, la credibilidad?, ¿qué legitimidad tienen?
Este es el reto que enfrentan los políticos que tienen responsabilidades ejecutivas, presidentes municipales, gobernadores y, por supuesto, el presidente de la república.
El problema es que tienen muy poco tiempo y lo peor del caso es que éste juega en su contra, porque cada día disponen de menos y la credibilidad y confianza popular decrecen día con día.
De poco sirve que las autoridades informen que atraparon a tal o cual jefe o grupo de delincuentes, si en contraparte nos enteramos que hay elementos de las fuerzas de seguridad cómplices de los criminales.
Creer es diferente de pensar. Para creer no se necesita pensar, razonar, argumentar. Basta “sentir” que lo que decimos es lo correcto. Creer en que algo es verdadero es muy diferente de saber que es verdadero. Creer no requiere comprobar, confrontar la creencia con los hechos y analizar el valor de verdad de nuestra creencia. Se cree a pie juntillas. Punto.
Por eso el gobierno está obligado a probar, cuantas veces sea necesario, que está haciendo bien su tarea. No es algo sencillo, pero debe hacerlo si quiere no sólo recuperar la confianza social, sino tener de nuevo a su lado, como aliado, a la población de este país.
Tres Comentarios la Margen
1. Es buena la decisión tomada por FECAL en el sentido de que las colegiaturas desde preescolar hasta bachillerato y niveles afines puedan ser deducidas de la declaración anual del Impuesto Sobre la Renta. Ojalá sea el total y no como el asunto de los intereses sobre los créditos hipotecarios. Sin embargo, sea como sea, va a venir a alivianar la carga de muchos padres de familia.
2.Parece que hay fuego amigo contra algunos funcionarios del gobierno estatal. Averígüelo Vargas.
3. En la vida hay que escoger entre ganar dinero o gastarlo. No hay tiempo suficiente para ambas cosas. Edouard Bourdet
macosta68@gmail.com
Twitter: @macosta68
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