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jueves, marzo 21, 2013

Globalización, y Democracia Participativa.




Como país, nos encontramos caminando en los nuevos espacios creados por la sociedad globalizada. Los desplazamientos de poblaciones, las identidades en transformación, la desintegración de tradiciones y los nuevos paradigmas políticos, económicos y financieros, han venido creando geografías inéditas que a su vez han convertido a nuestros modelos de representaciones y explicaciones de la realidad en arquetipos anacrónicos, problemáticos y hasta cuestionables .
Estos procesos de cambio social, que se manifiestan irreversibles hoy en día, surgen como una amenaza para todas aquellas sociedades locales que se muestren  incapaces de modernizar sus instituciones sociales, políticas y de gobierno, de tal suerte que eso les impida adaptarse mejor a la nueva realidad internacional.
No obstante que la historia política de México puede permitirle al discurso oficial consignar la tradición democrática que se remonta hasta las postrimerías del siglo XIX y que se consolida treinta años después en el siguiente siglo, la realidad es que en los hechos, si de algo han carecido los ulteriores gobiernos mexicanos, ha sido su escasa representación social y nula legitimidad política.
A la dependencia económica del país, habría que agregarle un desarrollo democrático inacabado, con partidos políticos esclerotizados, con organizaciones civiles las más de las veces corporativizadas, movimientos sociales sin representación social, por paradójico que esto parezca y en una indiferencia ciudadana por la política la democracia y del quehacer de sus autoridades, lo cual ha derivado en un incremento paulatino de pobreza y marginación de amplios sectores de la sociedad mexicana, que no tienen espacio para influir en las decisiones que directamente les atañen.
Los retos que plantea la globalización no sólo demandan la adaptación de nuestro país a las nuevas configuraciones de los mercados económicos y financieros, ni a conseguir los niveles de desarrollo tecnológico y de información que demanda ese proceso, pues ambas circunstancias se dan como un hecho impostergable; sin embargo, nuestro país corre el riesgo de ahondar la distancia que lo separa de las naciones desarrolladas y puede poner en peligro su propia soberanía en la medida que sus gobiernos carezcan de representatividad y legitimidad, particularmente de ésta.
La realidad internacional que hoy enfrenta México, le exige a sus instituciones desarrollar otras formas y nuevos mecanismos para que la democracia sea un proceso eficaz y, sobre todo, efectivo. El desarrollo democrático en nuestro país es una necesidad social y política imprescindible, no sólo como forma de gobierno sino como una forma de vida que defina a nuestra sociedad, a nuestras instituciones y a las propias relaciones sociales entre sus ciudadanos.
En México deseamos tener una sociedad más democrática, más justa, más fortalecida y decidida a participar en las decisiones trascendentes. La complejidad social y el pluralismo político deben tomar residencia definitiva en nuestra nación.
La democracia es un proceso dinámico, un acto de voluntad y perseverancia. Por eso, nuestras instituciones democráticas  deben ser recreadas a diario por ciudadanos, partidos políticos, grupos y sectores sociales.
La práctica política crea las instituciones y la práctica política puede transformarlas. Se requieren acuerdos con los actores políticos para lograr un nuevo marco jurídico que propicie la participación y la organización social, actitudes y conductas que permitirían fortalecer el ejercicio democrático de la autoridad y marcarían una nueva relación entre el Estado y la sociedad.
Debe trabajarse tenazmente para fortalecer y perfeccionar el Estado de Derecho y promover un proceso de renovación que afirme al estado en su soberanía, le de viabilidad económica, responda a las propias transformaciones sociales, cree condiciones que favorezcan una mayor justicia, amplíe el ámbito de libertades y abra nuevos cauces a la democracia. Tal renovación constituiría un innegable avance en nuestra vida democrática.
Esta ampliación de la democracia nos exige reconocer la nueva pluralidad social, expresada en ánimo de mayor y mejor participación, organización y representación.
Además de las formas políticas de participación, debe propiciarse el surgimiento de agrupaciones sociales cuyo objetivo no sólo sea la política, sino también la mejora de la vida cotidiana de la comunidad y  que los ciudadanos demanden, legítimamente, oportunidades y condiciones de participación, interlocución y decisión sobre los asuntos públicos.
La democracia participativa muestra ya su enorme eficacia en la promoción de una mejor vida al interior de la comunidad. Por supuesto, esto no ocurre en todos los lugares ni en todo momento. Por ello, nuestra obligación es fortalecerla, apoyar su organización e incorporación a la vida institucional.
Frente a estas nueva realidad, los partidos políticos tienen una gran responsabilidad, pero también los tres niveles de gobierno deben aceptar que, a la enorme, excepcional libertad de expresión existente, debemos agregarle en los hechos la también excepcional libertad de acción de los ciudadanos.
De esta manera, el plebiscito, la iniciativa popular y el referéndum  deben ser mecanismos de concertación para fortalecer la representación democrática de la sociedad. Ello requiere definir y establecer áreas, materias e instrumentos para evitar que cada asunto se convierta en una cuestión límite, o en disputa de principios que en nada favorece la marcha de la democracia y paraliza la acción de gobierno.
Al demandar mayores espacios de participación, la sociedad civil debe reconocer la responsabilidad que ello implica y la necesidad de fortalecer sus dirigencias y representantes, organismos y agrupaciones para que el Estado encuentre interlocutores válidos, capaces de representar realmente los intereses de los ciudadanos y que tengan eficaz comunicación con ellos.
Ciertamente, vivimos una etapa distinta.
México ha cambiado. También los mexicanos. Todo está a discusión. Por eso, debemos revisar lo que hemos hecho y también lo que hemos dejado de hacer. Esa es nuestra tarea.
Tres Comentarios al Margen
1.- No temas ser extravagante en tus ideas, todas las ideas ahora aceptadas fueron en su día extravagantes. Bertrand Russell
2.- Toda verdad es simple: ¿No será esto una doble mentira? Friedrich Nietzsche
3.- Cuanto más conservadoras son las ideas, más revolucionarios los discursos. Oscar Wilde
Twitter: @macosta68



1 comentario:

sebesahi dijo...

Como acostumbras,presentar excelentes planteamientos en tus columnas.que nos hace reafirmar o modificar nuestra manera de pensar, y por qué no aceptar aprender quienes ni siquiera idea tiene de la problemática en que se vive. En lo personal considero importante despertar la importancia de expresarnos el mayor número de los miembros de la sociedad para lograr que realmente atiendan nuestras demandas,tus comentarios al margen consolida la idea de manera espectacular con los pensamientos de destacados personajes, saludos Miguel Acosta Vargas. Hasta el martes.