Buscar este blog

jueves, abril 14, 2011

Tras 11 años de la Transición, ¿Qué sigue?

Tras 10 años de Consolidación de la Transición

Hace casi 10 años, Jesús Silva Herzog Márquez escribió un artículo formidable, demoledor, que hoy cobra vigencia. Por ello, lo reproduzco a continuación. Su título es: Consolidadores de la transición

Vuelvo a George Orwell. Hace unos días recurría a él para defender el derecho de criticar frente a quienes sugieren que eso no es siempre conveniente, que en ocasiones, callar es una forma de patriotismo. Ahora acudo a sus escritos para apuntar el deber de hablar caminando en la razón. En su ensayo sobre la política y el idioma inglés, Orwell dice: "pensar claramente es necesariamente el primer paso para la regeneración política: de esa manera, la lucha contra el mal uso del inglés no es una batalla frívola y no es una mera preocupación de escritores profesionales". En efecto: el pensamiento confuso no es solamente mal pensamiento, es mala política. El lenguaje político, escribe el autor de 1984, está diseñado para hacer que las mentiras suenen verídicas y el asesinato resulte admirable. Hablamos sin pensar, uniendo imágenes que no se corresponden, enlazando frases hechas que nos evitan el fastidio de pensar. Como el mecano de los niños, quienes escriben y hablan de política unen piezas prefabricadas que no someten a ningún cuestionamiento racional. Es que no tienen mucho tiempo para detenerse en estas minucias. Así podemos escuchar a un político decir muy orgulloso que conduce el barco con rienda firme. O aquella famosa expresión: "estamos frente al abismo; ¡daremos un paso hacia delante!"
Así, como un dicho que junta irreflexivamente dos nociones, escuchamos ahora a los jerarcas de la nueva política decir que buscan la "consolidación de la transición". La expresión se ha impuesto entre los panistas. Lo dice su presidente nacional, lo repiten sus legisladores, lo reiteran algunos miembros del gabinete. Lo expresan con enorme determinación, como clavándose en el centro de la historia al detectar la exigencia urgente del tiempo. Nuestra misión histórica es "consolidar la transición". Hermosa venganza del absurdo priista: a un gobierno que buscaba institucionalizar la revolución sigue otro que se propone algo igualmente chusco: consolidar la transición. Ambas expresiones son igualmente disparatadas. Tan absurdo es lo uno como lo otro. Decir que se quiere consolidar la transición es simplemente una tontería, la evidencia de que los políticos tienen tanto trabajo que no pueden detenerse a pensar lo que dicen o, quizá, a revisar lo que redactan sus asesores.
Los diccionarios ayudan. Consolidar significa volver sólido un objeto, darle firmeza, reforzarlo, fijarlo. Transición es la acción de pasar de un modo de ser a otro. Es el paso de un sitio a otro. En el vocabulario político la palabra se usa generalmente para describir el estado intermedio entre una dictadura y la democracia. ¿Qué dicen entonces los panistas cuando se declaman con su conocida solemnidad, consolidadores de la transición? Fijar, solidificar ese estado intermedio entre el autoritarismo y el régimen pluralista. Quieren, pues, institucionalizar la transición. El dirigente nacional del PAN propone entonces que su partido se convierta en PTI: Partido de la Transición Institucionalizada. Si hiciéramos caso a los panistas -y no es algo muy recomendable en este asunto- pensaríamos que lo que quieren los miembros del partido en el gobierno es hacer de la mudanza nuestra condición permanente. No quieren que vivamos en una casa renovada y a la altura de nuestras exigencias; quieren -o por lo menos eso es lo que dicen que quieren- que nos instalemos en el camión de la mudanza y que vivamos por siempre en la carretera. Estarían felices porque cumplieron con su compromiso histórico: lograron la permanencia de la mudanza.
Los consolidadores de la transición reciclan los argumentos de los institucionalizadores de la revolución. Para los priistas, la Revolución Mexicana era eterna porque sus ideales nunca se cumplían cabalmente. Apenas hemos ganado las primeras batallas contra los enemigos de la Revolución, decían los oradores del PRI. La transición es igualmente un proceso inacabable porque siempre hay alguna reforma pendiente. Sólo hemos llegado a la democracia electoral, dicen, machacando el discurso de que la democracia no-es-solamente-un-sistema-electoral. Por supuesto que no lo es. Pero el 2 de julio no nació (o por lo menos no creo que eso sea lo que suponen los panistas) un despotismo electivo. Si vemos los apremios de la Presidencia, la centralidad del Congreso y los jueces, las libertades de la prensa, los espacios ganados por las organizaciones sociales, la autonomía de los poderes locales, esto que sucede cotidianamente en México, no puede ser llamado una simple democracia electoral.

Pero los panistas no se atreven a llamar las cosas por su nombre. El propio gobierno de Vicente Fox insiste en que su gobierno no es un gobierno democrático sino que es un gobierno de transición. Sus dos argumentos son en extremo endebles: que su gabinete es plural y que hay una reforma del Estado pendiente. Es muy débil esta pareja de argumentos porque el gobierno de Fox no es realmente plural, en la medida en que no existe una coalición gubernativa de diversos partidos que compartan un programa común (como en el caso de Chile) y no puede decirse que la agenda de la administración determine su naturaleza política. ¿Si el presidente Bush se propone una "reforma del Estado," sería el suyo un gobierno de transición? Se quiere seguir hablando de la transición que busca consolidarse porque se sigue soñando en un Gran Pacto Inaugural, un Fabuloso Evento Reconciliador, un Prodigioso Instante Fundacional. De ahí que siga habiendo distraídos que, a estas alturas, continúan buscando su Moncloa. Por eso caen en la simpleza de llamar a la consolidación de la transición. Porque no pueden aceptar que el terreno que están pisando todos los días es la tierra simple de la democracia. Eso es, obviamente, lo que demanda consolidación: la democracia, no la transición.

Lo más curioso es que sean los panistas los que defienden esta tontería. Es curioso por su tradición y por su condición actual. Si algo ha marcado la idea panista de la democratización es su fe en las virtudes del gradualismo. El PAN ha creído en el avance democrático a través del aprovechamiento de los canales institucionales, la participación en las elecciones locales, el avance de la periferia hacia el centro. La noción dramática -quizá revolucionaria- de la democratización es ajena a la tradición panista. Pero en la terrible confusión intelectual en la que se encuentra desde que derrotó al PRI, el PAN recurre a esas estampas que le impiden asir la naturaleza del presente y asumir plenamente sus responsabilidades. Se siguen imaginando como políticos épicos, protagonistas de un momento dramático en la historia mexicana. Al suspirar por la hazaña por venir, desdeñan el compromiso prosaico de gobernar.
La democracia, no la transición debe ser consolidada. La transición merece entierro no momificación, porque ya murió, ya desembocó en el sitio deseado: un régimen pluralista. Un régimen pluralista que podrá tener muchos defectos institucionales, que aún no produce la sociedad política que requiere, pero que es, a fin de cuentas un sistema democrático. Consolidar la transición no es solamente una expresión tonta, es una política tonta.”

macosta68@gmail.com

agendapolitica.blogspot@.com

Twiter: @macosta68

No hay comentarios.: