Editorial
Nuestras Noticias
En estos días de guardar, los periodistas estamos en medio del fragor existente entre los distintos bandos: los políticos, los criminales, los ciudadanos, los empresarios y la población en general.
Si usted escucha un programa de noticias y opinión, como éste, o lo ve en la televisión, o lee cualquier medio impreso, se dará cuenta de que, básicamente, todos tienen dos apartados básicos: información y opinión.
Muchos periodistas, comunicadores, opinadores o como usted los quiera llamar, cumplen ambas funciones, es decir, informan y opinan acerca de un asunto determinado. Y usted los lee o los escucha y parece como si supieran realmente de qué están hablando, aunque en realidad estén diciendo sólo barbaridades y tonterías.
Pero lo mejor es cuando políticos y periodistas confunden sus ámbitos y ambos buscan decirle al otro cómo cumplir mejor sus tareas, sus responsabilidades cotidianas. Allí tenemos a los políticos, desde el presidente de la república, hasta el más modesto regidor suplente que haya en el país, diciéndoles a los periodistas cómo deben hacer su trabajo.
Los periodistas hacemos, reitero dos cosas de manera profesional: informamos y opinamos. Nada más. No estamos obligados a decirles a los políticos, a los funcionarios públicos, cómo deben hacer su trabajo, pero sí es nuestra obligación informar acerca de lo que hacen y de lo que dejan de hacer las autoridades, los políticos, los servidores públicos y dar cuenta de los hechos que ocurren en su comunidad, su estado, su país y el mundo.
Otro asunto es el de opinar, como esto que hago que en estos momentos, acerca de los distintos hechos que vemos. Los políticos suelen quejarse y decir que no hacen de las críticas y que sólo escuchan y atienden aquellas que son hechas de manera objetiva.
Esto es una falsedad del tamaño de la catedral mayor de Roma. No le demos vuelta, pues como dijo Roger Bartra, si yo fuera objeto, sería objetivo, pero como soy sujeto, soy subjetivo.
La crítica periodística debe tener un solo valor: estar apegada a hechos comprobables, verificables.
Pero muchos opinadores profesionales consideran que si ellos dicen algo, entonces es cierto. Se consideran dueños de la verdad. No les haga caso. Son charlatanes, merolicos de feria y andan buscando que alguien los compre y ¿sabe qué?: mándelos al diablo cuando los escuche o los lea.
Por lo pronto, en este espacio damos nuestra opinión, pero sabemos que ésta es debatible y entendemos y respetamos el derecho fundamental del ser humano: el derecho a disentir.
Y usted, amable radioescucha, ¿qué opina al respecto?
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