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jueves, octubre 11, 2012

Gobiernos eficientes, exigencia social



En los días que corren en Colima, enfrentamos varios problemas como sociedad y también entidad, pues hay urgencia de mejorar la calidad de vida, la seguridad de la población y el respeto a los derechos humanos.
Esta es una exigencia cotidiana. Lo vemos en cada noticiero, en cada medio impreso o electrónico. Recomendaciones y denuncias van y vienen y nada se logra para mejorar la situación. Los muertos allí están. La violencia es una espiral ascendente, que todo lo toca, todo lo contamina.
Por ello, una obligación de las autoridades,  de todos los niveles, es atender los reclamos de  igualdad económica, de paz social y de infraestructura física y de servicios de la población, y la ingente necesidad de generación de oportunidades y  acceso al empleo, educación, alimentación, salud y ambiente saludable.
Requerimos gobiernos transparentes, creativos, activos e incluyentes, que tomen decisiones responsables, de frente a la sociedad y no se confronten con ella, que le informen permanentemente de sus avances y resultados y sobre todo, que lo hagan con verdad, con apego a los hechos.
Requerimos gobiernos que tomen decisiones avaladas por la opinión de todas las fuerzas políticas y que administren honestamente los recursos y bienes públicos.
Como sociedad exigimos gobiernos que respondan  a la exigencia de mantener el orden en las ciudades y en el campo, bajo un nuevo horizonte de inclusión y de confianza, encarando las diferencias y conflictos con diálogo, armonía, conciliación y respeto, que eviten tensiones, luchas y desgarramientos sociales.
La sociedad quiere, desea, necesita, un gobierno con todos, de todos y para todos. Un gobierno plural y participativo, que vea y vaya más allá de ideologías, creencias religiosas o preferencias partidistas, que anteponga el interés general sobre el particular y que tenga por fundamento a la familia y sus valores.
Esta sociedad exige gobiernos que apliquen una plataforma de gobierno, emanada de todos los colimenses, para que se realicen obras y servicios que demanda la sociedad, no las que  se le ocurran a un burócrata en el escritorio o el capricho de un particular, sino que atienda el interés de la colectividad.
Se trata de que en cada municipio y en todo el estado, esos mandatarios hagan   gobiernos transparentes en el manejo de los recursos públicos, cuyos integrantes tengan los perfiles técnicos, la disposición personal y el aval social y, sobre todo, los resultados que todos esperamos y exigimos.
En cada municipio, en todo el estado, queremos gobiernos con vocación de servicio, que tengan claro que la sociedad es primero, que deben dedicarse a servir con esmero a cada uno de quienes habitamos en cada municipio, en cada rincón del estado.
La sociedad exige gobiernos cuyos trabajadores sean ejemplo en cuanto al cumplimiento de las normas y reglamentos, pues no se tiene calidad moral cuando se pide a otro que cumpla y no se pone el ejemplo.
Hay la exigencia social de gobiernos en los que sus trabajadores sean sensibles, en todo momento, al trato de las personas que acuden a  las instalaciones oficiales, para que reciban un trato digno y sean bien atendidas y, sobre todo, entendidas, sin distingo de ninguna naturaleza, desde que lleguen hasta que se vayan.
Es tiempo de tener gobiernos donde los trabajadores se esmeren en la atención, escuchen, orienten, asesoren en trámites que les sean planteados por la población. Gobierno s en que los mandatarios estén atentos y  empeñados,  en cumplir y hacer cumplir las leyes y las normas que rigen nuestra vida en sociedad.
La sociedad quiere gobiernos que den continuidad a los planes y programas exitosos de las actuales administraciones, con los ajustes y correcciones necesarias, pues resulta muy costoso inventar el municipio  cada tres que llega un nuevo presidente municipal o cada seis años, con un gobernador.
Hoy, tristemente, la sociedad ve cómo los alcaldes y el gobernador salen a mostrar sus emociones, su tristeza, por tener que prescindir de personal, por darlos de baja, pero no van más allá. Es evidente que ha habido despilfarros, malas planeaciones y mucha irresponsabilidad en el ejercicio de sus responsabilidades públicas.
Este no es un señalamiento gratuito. Sus números lo dicen todo. Sus jefes de prensa podrán decir cuanto quieran, pero los hechos los desmienten.
Colima está quebrada, en su totalidad. El poder ejecutivo estatal y los diez ayuntamientos padecen serios problemas económicos y no hay en el corto plazo forma lógica de mejorar sus economías.
La sociedad está harta de esta situación.
Tres Comentarios al Margen
1. Al puro llegar, José Carvajal Larios,  director del Instituto de Suelo, Urbanización y Vivienda del Estado de Colima (Insuvi), que vino a sustituir al IVECOL y a FIMAGA, se encontró con varias broncas: no hay dinero para hacer algo que valga la pena, hay problemas de pasivos y un tremendo lío laboral que debe empezar a atender. Los ocho trabajadores corridos suena a tratar de boicotear la creación de un sindicato disidente en esa dependencia. Malas noticias, pues le dan a Audelino Flores Jurado un nuevo frente de batalla.  
2. Hace justo un año, falleció Doña Teresa Nava de Acosta, mi madre. Hoy nos reunimos para recordarla.
3. Mi presencia en el mundo no hará más que perturbar, muy a mi pesar, algunas existencias tranquilas y turbar -más aún a mi pesar- la dulce inconsciencia de algunas otras.  Emile Ciorán
Twitter: @macosta68

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