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jueves, noviembre 17, 2011

AMLO, el rival más fuerte

La nominación de Andrés Manuel López Obrador como candidato del PRT, PT y el anteriormente denominado Convergencia y ahora llamado Movimiento Ciudadano, era una situación que todos los comentaristas y analistas de la vida nacional dieron por sentado. Lo único imprevisto era que Marcelo Ebrard hubiera sido el elegido y no AMLO.

Si bien en su anterior participación como candidato de las izquierdas, AMLO mostró una enorme capacidad para polarizar las situaciones y para desperdiciar la ventaja que llevaba sobre el segundo lugar, debe reconocerse que es el único de los aspirantes de todos los partidos que dedicó estos cinco años a construir una fuerza social, una estructura territorial que le permite ser realmente competitivo.

Este asunto no es secundario, ni debería ser desdeñado por los analistas. El PRI ganó e Michoacán porque fue capaz de construir en breve tiempo una enorme estructura de promoción y movilización electoral. Ello posibilitó su triunfo, que para muchos fue inesperado, sobre todo para los panistas, que hicieron un derroche criminal en recursos públicos.

Por esa razón, AMLO puede ser un excelente competidor, porque tiene ya una base territorial en todo el país, adicional a las de los partidos que lo postulan. MORENA, el Movimiento de Regeneración Nacional, es el sustento de la esperanza de victoria de AMLO.

López Obrador visitó cada municipio del país, algunos varias veces, para tratar de armar ese esqueleto, esa estructura que muchos ignoraron o menospreciaron, pero que puede convertirse en su ejército de fieles seguidores que harán cuanto esté a su alcance para hacerlo triunfar.

Contra lo que muchos digan, vencer a AMLO en esta ocasión, podría ser mucho más difícil que en 2006. No sólo porque resultó candidato de unidad en las izquierdas y libró lo que parecía que se convertiría en la fragmentación del PRD, principalmente, sino porque el terso movimiento sorprendió a todos. Insisto, no la candidatura de AMLO, sino el proceso de selección sin conflictos aparentes y con evidentes acuerdos políticos.

Todo esto es mucho más de lo que hay en el PAN y en el PRI, donde aún no se nomina al candidato y, en el caso del PRI, apenas emitida la convocatoria ya salieron a relucir las diferencias porque se le quitó esto o aquello que impedía la cargada de los dirigente, sectores y organizaciones hacia uno de los candidatos.

Si bien los panistas traen su paseo por todo el país con sus aspirantes a la candidatura, no se ve cómo puedan crecer en medio del enorme descrédito que el gobierno federal tiene en estos momentos. Ninguno de los aspirantes es particularmente carismático o dotado de “encanto”, ni tienen un discurso compatible con la realidad, con los hechos de los gobiernos de los que han formado parte.

Los aspirantes del PAN van cuesta arriba, la señora Josefina Vázquez Mota lleva una delantera muy cómoda en las encuetas aplicadas entre los panistas y entre la sociedad en general, pero lo que ocurra al interior de los consejos políticos estatales y del consejo nacional del PAN, ya es otro asunto.

Si en estos momentos me pidieran que dijera quién tiene la ventaja, sin duda alguna diría que AMLO es el puntero en la tarea de la creación de una estructura que soporte, anime y movilice a los simpatizantes y probables votantes de su candidatura. Es el único que tiene una estructura propia, ajena a los partidos que lo proponen, en todo el país y eso es mucho decir.

Tres Comentarios al Margen

1. La mayor parte del tiempo no nos comunicamos, sólo tomamos turnos para hablar. Teresa Nava

2. No me deja pasar el guardia.

He traspasado el límite de edad.

Provengo de un país que ya no existe.

Mis papeles no están en orden.

Me falta un sello.

Necesito otra firma.

No hablo el idioma.

No tengo cuenta en el banco.

Reprobé el examen de admisión.

Cancelaron mi puesto en la gran fábrica.

Me desemplearon hoy y para siempre.

Carezco por completo de influencias.

Llevo aquí en este mundo largo tiempo.

Y nuestros amos dicen que ya es hora

de callarme y hundirme en la basura.

José Emilio Pacheco. Indeseable

3. El castigo es el peor atajo frente a la expresión ofensiva. El recurso más fácil frente a la agresión verbal, la burla hiriente es recurrir al castigo. Darle una nalgada al insolente. Acudir a papá para que regañe al niño, a la maestra para que expulse al malportado, al Estado para que castigue al irrespetuoso. A eso estamos tentados ahora que tenemos una ley que castiga la ofensa de palabras y órganos de la decencia que regulan el qué decir. Este atajo, como muchos otros, es falso: aparenta alivio pero deja las cosas en su sitio. Vedar palabras no mejora la convivencia: cambia de tema. Me parece que la ofensa es consustancial a la libertad y que el debate es, inevitablemente, rasposo. Más aún, creo, con Ayaan Hirsi Ali, que la libertad implica el derecho a ofender. Jesús Silva Hérzog Márquez

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Twitter: @macosta68

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre una columna genial y una perspectiva analítica. Saludos.
@btoasaver

alejandro orea dijo...

Muy interesante el articulo mis felicitaciones hay cosas que no se ven a primera vista pero es muy cierto lo escrito.