El próximo jueves rendirán la protesta de ley los 10 alcaldes de la entidad. Será un día de fiesta para ellos, sus familias, sus amigos, sus simpatizantes y más para quienes serán sus colaboradores , sobre todo quienes accederán a un cargo en la administración pública por primera ocasión.
El asunto es que la realidad los alcanzará en cuanto se enteren a detalle de lo que ocurre en la dependencia de la que a partir de ese día y hasta el momento en que sean separados, tendrán la responsabilidad de cuanto ocurra en ella.
Ya es sabido que los nuevos funcionarios suelen tener más disposición y ánimo para hacer las cosas que conocimiento específico de lo que deben hacer y sobre todo, de cómo deben hacer su trabajo para resulte en beneficio del ayuntamiento, de la sociedad y de ellos mismos.
Los nuevos presidentes municipales recibirán, casi sin excepción, unas finanzas depauperadas o, de plano, en un crítico estado, tal como ocurre en Tecomán, Coquimatlán y otros municipios más, donde hay problemas serios para la prestación de los servicios básicos a la población.
Es cierto, puede decirse, sin temor a equivocaciones, que la crisis económica de los ayuntamientos de Coquimatlán y Tecomán tiene orígenes y razones diferentes, pero el caso es lo mismo: la incapacidad institucional para cumplir con sus obligaciones y responsabilidades.
A más de la pobreza en Coquimatlán, debemos considerar el hecho de que los usuarios no pagan el servicio de agua potable. Así de simple: las cuentas no salen. Lo recaudado no ajusta ni para cubrir los gastos de operación del sistema de agua potable, drenaje y alcantarillado del municipio.
Tenemos un caso patético: las sufridas finanzas del municipio se ven aún más menguadas debido a que deben financiar al sistema operador de agua, porque muchos de los usuarios simple y sencillamente no pagan lo que consumen. Y no lo han hecho por años.
Este asunto se ha vuelto un grave problema para los alcaldes, aunque ejemplifiquemos con el de Coquimatlán, porque han preferido financiar el servicio que cobrarlo de manera eficiente. No han cumplido su responsabilidad a cabalidad, y no lo han hecho porque se ha confundido en el ejercicio político la prestación de los servicios con el de los derechos.
No le demos vuelta: los alcaldes, en su inmensa mayoría, prefieren endeudar al ayuntamiento para subsidiar al organismo operador de agua potable en su municipio, que obligar a los usuarios a pagar lo que les corresponde. Y no lo han hecho porque no desean confrontarse con sus conciudadanos y no lo hacen porque quieren ir en busca de otro cargo de elección popular y temen recibir el castigo por una acción de esta naturaleza.
Los actuales directivos de CAPDAM, el organismo operador en Manzanillo, llevaron a cabo un programa y parece que obtuvieron buenos resultados y funcionó así: fueron directamente a las colonias y barrios del puerto, principalmente, y buscaron a los deudores en sus viviendas. En la mayoría de los casos, lograron llegar a acuerdos con los morosos y convinieron formas de pago acordes a su situación económica personal. Fueron acuerdos diferenciados, porque eran condiciones distintas, pero la gente terminó por pagar sus adeudos, o está por hacerlo.
Pero este caso fue la excepción y no la regla, por desgracia.
Ahora bien, Manzanillo tiene los más altos costos de operación del sistema. El acarreo del agua desde Armería por más de 45 kilómetros, los cientos de válvulas de frenado que deben usarse, la orografía del puerto que vuelve indispensable el rebombeo hasta los tanques de almacenamiento y luego la conducción hasta cotas impensadas en otros municipios.
Un problema similar es el manejo de las aguas residuales, negras y grises.
Sin embargo, a pesar de todo ello, Manzanillo es el organismo que puede llegar a tener finanzas sanas en un tiempo prudente. Tiene dos oportunidades que, hasta hoy, no ha sido posible aprovechar: una se refiere a que la Comisión Federal de Electricidad, CFE, adquiera el agua directamente a la CAPDAM y no con la Conagua, como ocurre en la actualidad. Este cambio beneficiaría tanto a la CFE como a la CAPDAM, a la primera porque pagaría menos por los mismos volúmenes de agua consumidos y a la segunda porque el pago anual recibido podría significar poco más de un 60 por ciento del pago que, a su vez, hace a la CFE por la electricidad consumida en un año.
El otro punto de oportunidad sería que la API aceptara que el surtimiento del agua potable a los barcos fuera hecho directamente por la CAPDAM, lo que vendría a mejorar de manera muy significativa sus finanzas, porque en la actualidad, la API es el organismo intermediario y, como todos los de su tipo, se queda con enormes ganancias por la venta del agua a los buques.
Esta sería una manera concreta de regresarle a Manzanillo una parte pequeña de lo mucho que el municipio y el estado invierten para que la API funcione mejor. Lo demás es mera demagogia.
Pero lo interesante es que todos los municipios serán entregados con una deuda creciente y en algunos casos, los alcaldes salientes dirán: te entrego “estas ruinas que ves”, con perdón de la película del mismo nombre.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1. En Manzanillo, Nabor Ochoa López rendirá la protesta de ley en ceremonia que iniciará a las 10 de la mañana del 15 de octubre. Los manzanillenses saben que contarán con un alcalde que sabe lo que tiene que hacer y que no necesitará un periodo de tiempo para aprender los vericuetos de la administración. La relación de sus colaboradores será una de las medidas que se tengan para saber hasta dónde desea llegar el porteño. Veremos y opinaremos.
2. El panista Armando Reinoso Femat, gobernador de Aguascalientes pidió a la PGR que retire los 20 elementos que envió a aquella entidad porque “más bien han venido a delinquir”, dijo. Más directo y claro, imposible. ¿Lo atenderá Calderón?
3. El que quiere interesar a los demás tiene que provocarlos. Salvador Dalí
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