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miércoles, octubre 01, 2008

Miguel Angel Aguayo, Un Periodo Más

Los universitarios decidieron elegir para otro periodo de cuatro años en la rectoría de la Universidad de Colima, a Miguel Angel Aguayo López. Fue una decisión fácil, unánime, pertinente y, sobre todo, atingente.
Como lo dijo el propio dirigente de los trabajadores, con Miguel Angel Aguayo de rector, los universitarios sólo pueden ganar. No es una apuesta, ni un “a ver qué pasa”; tampoco es encontrar “el menor peor”, sino, por el contrario, retener en le rectoría de la U de C a un hombre que ha propiciado la existencia de un agradabilísimo ambiente de trabajo. Y ya se sabe: un buen ambiente de trabajo es, en muchas ocasiones, lo que la gente necesita para hacer su trabajo de mejor manera.
Por supuesto, tanto los representantes de los estudiantes, como de los académicos y directivos de la Universidad expresaron su deseo de mantener a Miguel Angel Aguayo.
Entre lo dicho por los oradores, destaco lo siguiente: durante su rectorado, se ha elevado la productividad de los investigadores, y el número de profesores de tiempo completo pertenecientes al Sistema Nacional de Investigadores, además (Miguel Angel) Aguayo es un académico comprometido con el desarrollo científico, expresado por José Eduardo González Nava, en representación de los directivos Universitarios.
En un sistema político tan cerrado como el nuestro, cada hecho, cada acto realizado por alguno de los actores, genera efectos interesantes, capaces de modificar la situación total. Este es el caso. La reelección de Miguel Angel Aguayo como rector de la Universidad de Colima es una decisión de quienes integran la comunidad universitaria. Es una decisión libérrima, prácticamente unánime.
Por supuesto, habría quienes discrepen de esta voluntad universitaria expresada abiertamente. Es su derecho y su decisión. Ya lo vimos en los medios.
Dentro de su breve alocución al aceptar la decisión del Concejo Universitario, hay un asunto muy interesante y se refiere al hecho de haber pedido a los presentes no permitir la intromisión de partidos políticos dentro de la Universidad, es decir, mantenerlos al margen de la vida interna de la institución.
Porque una cosa es que la Universidad convoque o invite a los partidos a acudir a la universidad para estudiar, analizar y definir los problemas coyunturales o estructurales que se viven en Colima, México o el mundo, y otra muy diferente es que los partidos pretendan realizar campañas al interior de la institución pervirtiendo los fines académicos, de difusión y promoción cultural y de construcción del conocimiento a que debe dedicarse.
Mucho daño pueden realizar los partidos pretendiendo “copar” los órganos de gobierno de la Universidad. La universidad debe ir a los partidos, es decir, todos los partidos deberían tener entre sus filas a miles y miles de estudiantes y egresados de nuestra universidad.
La Universidad de Colima nació bajo el empuje de una idea y de un programa: el de la revolución mexicana. Fue la última escuela de educación superior fundada por el general Lázaro Cárdenas.
Y ahora, en 2008, en la víspera de la grandeza o el precipicio, y en todo caso el único tiempo donde nos tocó vivir, ¿qué es la universidad?
A 68 años de haber sido fundada, ¿cuáles son el presente y el futuro de esta universidad?
¿Qué tipo de Universidad necesitamos en estos tiempos tan complicados? ¿Qué Universidad necesitamos y queremos?
Los universitarios debemos reflexionar sobre ésta y otras preguntas más acerca de nuestra universidad.
Por lo pronto, la Universidad de Colima se encuentra en el centro de una dura batalla: la educación pública superior.
Es una batalla que la Universidad debe pelear dentro y fuera de ella.
En este contexto, urge establecer una estrecha vinculación entre la universidad y la sociedad. Eso se ha dicho en varias ocasiones y se ha intentado en muchas más, pero en necesario volver una y otra vez, reanudar el camino, estrechar los lazos con los sectores productivos, la universidad no puede seguir pariendo cientos de profesionistas sin destino ni rumbo.
Ahí está el gran desafío: el rector Miguel Angel Aguayo López tiene la oportunidad histórica de cambiar la Universidad, de abrir nuevos cauces a la educación interdisciplinaria, de enriquecer la difusión de la cultura y vincular sin cortapisas las escuelas y los institutos de investigación con todos los sectores de la sociedad y de consolidarla como un gran centro de investigación científica, social y tecnológica.
Llegó el tiempo para realizar proyectos con grandeza de concepción. Al inicio del año 2009, la Universidad de Colima tendrá la posibilidad de ofrecer un audaz proyecto —cultural y académico— capaz de convertirse en un verdadero paradigma para la transformación de la educación superior de la región y, por qué no, del país mismo.
Estos son los retos, largo es el camino, pero, estoy convencido en la Universidad hay la suficiente capacidad, sensibilidad y entereza para llevar la nave a puerto sin mayores apremios.
Así lo esperamos muchos, por el bien de Colima y de México.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1. Los problemas se le acumulan a los panistas, pues no han podido resolver el galimatías de Manzanillo y ya vienen por sus fueros los demás aspirantes a candidatos. En los próximos días podría haber un recrudecimiento de los problemas entre los alineados con Toño Morales y el resto de los panistas.
2. Los partidos tendrán especial cuidado para no postular como candidato a nadie que tenga relaciones con el crimen organizado, cualquiera que sea su modalidad. Ese será el tema de la campaña y las “malas compañías” saldrán a relucir en las campañas.
3. Si de los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten sino en bandas de criminales a gran escala? Y esas bandas ¿qué son sino reinos en pequeño? Son un grupo de hombres, se rigen por un jefe, se comprometen en pacto mutuo, reparten el botín según la ley por ellos aceptada. Supongamos que a esta cuadrilla se le van sumando nuevos grupos de bandidos y llega a crecer hasta ocupar posiciones, establecer cuarteles, tomar ciudades y someter pueblos. Abiertamente se autodenominan entonces reino, título que a todas luces les confiere no la ambición depuesta, sino la impunidad lograda. Con toda profundidad le respondió al célebre Alejandro un pirata caído prisionero, cuando el rey en persona le preguntó: ¿qué te parece tener el mar sometido a pillaje? Lo mismo que a tí, le respondió, el tener al mundo entero. Solamente que a mí, que trabajo en una ruin galera, me llaman bandido, y a tí, por hacerlo con toda una flota, te llaman emperador. Agustín de Hipona
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