La semana ha sido
muy dura para el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, para los
habitantes de la Ciudad de México y para las instituciones públicas y muchas
empresas privadas, que se han visto afectadas por las marchas y los actos de
los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, provenientes de los estados de Oaxaca,
Guerrero, Michoacán, Chiapas y de la Sección 9 del Distrito Federal.
Hay muchas voces que
se han levantado por los daños materiales causados, por las molestias ocasionadas
a quienes tienen la necesidad de transitar o trabajar por las zonas donde se
han posicionado los manifestantes.
Más allá de todo
esto, están las razones por la cuales marchan los miembros de la CNTE. Hasta
hoy, dicen, hacerlo en defensa de la educación aunque puede decirse que lo
hacen en defensa de sus pequeños privilegios.
La CNTE tiene el
control de las dirigencias seccionales del SNTE en Oaxaca y ello les ha
permitido apoderarse de las estructuras oficiales de la educación en aquella
entidad, así como imponer su voluntad a las autoridades estatales, que no han
metido ni las manos para combatir estas irregularidades, sino que, al menos en
la apariencia, las han alentado, fomentado y hasta financiado.
La CNTE ha llevado
la situación al límite. Ha buscado, ha promovido las agresiones porque, desde
su perspectiva, una respuesta dura, violenta y más aún, sangrienta, por parte
del gobierno federal o del de la Ciudad de México, les daría la excusa para
quedarse todo el tiempo del mundo, en un
plantón que desangraría a los defeños y a los mexicanos todos, porque mostraría
a gobiernos represores, asesinos.
Esta es la lógica
del bloque duro que maneja la CNTE. Es cierto, la mayoría de los marchantes, de
los movilizados son personas moderadas, en lo individual, pero que, como lo
expresó Lenin, como masas se comportan estúpidamente y llegan a los extremos
que ya vimos: destruir negocios, quemar vehículos agredir a fuerzas de
seguridad del congreso, romperle la capacidad de movilización a los habitantes
de las ciudades, las regiones, donde se manifiestan y se asientan.
Enrique Peña Nieto
ya decidió que su mensaje a los mexicanos con motivo de su primer informe de
gobierno lo hará desde el Campo Marte. Para muchos es un síntoma de la gravedad
de la situación existente en el país y,
por otra parte, el Campo Marte tiene el recuerdo ominoso de 1968.
Es cierto: es un
lugar cómodo para los asistentes, seguro, libre de confrontaciones
innecesarias. También lo es que con ello el presidente Peña Nieto muestra con
claridad que no está dispuesto a llegar a los extremos en el ejercicio del
poder.
También lo es que la
CNTE ha recibido el rechazo popular a sus actos, a sus hechos cotidianos en el
DF, pero ello no basta para detenerlos. No bastan la repulsa popular, los
gritos, los bocinazos y el rechazo mayoritario de los habitantes de la ciudad
de México para que ellos decidan abandonar su lucha, dejar sus marchas, sus plantones.
Más aún, se van a
quedar porque ya expresaron que están en contra de las reformas en proceso de análisis
en el congreso, no sólo de la educativa, sino de la energética, que en teoría deberá
discutirse en septiembre.
Las horas inciertas
de Enrique Peña Nieto son las que hay entre este día y el próximo domingo.
El lunes sabremos
qué ocurrió.
Tres Comentarios al
Margen
1.- ¿Qué pensaría usted –amable, excepto Juan Diego, lector-, si leyera lo siguiente: El 80% de colimenses, en contra de privatizar Pemex y nuevos impuestos: PRD?
Tal vez pensaría que la nota se refiere al 80 por ciento de los colimenses, es decir, más o menos 480 mil habitantes del estado piensan así. Tal vez pensaría que se refiere a la población a la población inscrita en el padrón electoral, es decir, más de 400 mil personas y ello implicaría casi 330 mil colimenses que vetan las reformas propuestas por Peña Nieto.
Pero no, al leer la nota, vemos que se refiere al 80 por ciento de los que participaron en la consulta realizada por el PRD, es decir, el 80 por ciento de tres mil 120 personas que dieron su opinión en la consulta realizada este fin de semana por los perredistas en Colima.
Es decir, menos de dos mil 600 personas, en Colima, están en contra de las reformas respecto del petróleo.
Pero tampoco esto sería cierto, por eso se dice que la estadística tiene varias caras y lo importante es conocerlas todas.
2.- Gonzalo Castañeda
anda en busca de nota y quiere lograrla a como dé lugar. Ya dijo que un juez
emitió una resolución donde se obliga al gobierno estatal a pagar 10 mil pesos
por hectárea a los limoneros afectados por la plaga que el propio Chalo dijo
que era un invento gubernamental.
No, si de los hay,
los hay.
3.- La disyuntiva
que presenta Miguel Ángel Mancera para la ciudad es inaceptable: no tenemos por
qué escoger entre el caos y la represión. A su gobierno le corresponde el deber
de garantizar el ejercicio de los derechos también en casos de extrema tensión.
Le corresponde también equiparse física, profesional y jurídicamente para
actuar legítimamente, respetando los derechos. Al gobierno capitalino—y a
cualquier otro—le corresponde aplicar la ley (y en ocasiones eso significa
hacer uso de la fuerza pública). Es una barbaridad pensar que la aplicación de
la ley implica provocar a la muerte. Jesús Silva Hérzog Márquez
Twitter: @macosta68
1 comentario:
MENTIRAS!
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