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jueves, enero 18, 2001

Fondo de Ayuda Sindical, un éxito en la Sección Seis del SNTE

18 de enro de 2001

Agenda Política

Miguel Acosta Vargas

Los sindicatos tienen la indeclinable obligación de promover acciones que permitan a sus afiliados mejorar la calidad de su vida y sus condiciones laborales. Desde hace varios sexenios –tres, por lo menos– el salario de los trabajadores se ha venido depauperando día tras día y cada vez le resulta más y más insuficiente para cubrir sus necesidades básicas, fundamentales.

Los sindicatos y organizaciones gremiales se han visto rebasados por las metas macroeconómicas de los gobiernos y no han podido evitar la depauperación del salario de los trabajadores. Ante esta perspectiva, algunas organizaciones han buscado alternativas: buscar prestaciones colaterales que permitan resarcir la pérdida del poder adquisitivo del salario, el acceso a préstamos a corto plazo e hipotecarios con tasas francamente bajas y la integración de cajas mutualistas o de ahorro, entre otras acciones emprendidas.

De esta última clase se trata la realizada por el comité ejecutivo de la Sección Seis del SNTE, denominada específicamente Fondo de Ayuda Sindical –FAS–, como le conocen los miembros de esa organización.

Los trabajadores de la educación colimenses tienen amargas experiencias al respecto, pues Manuel Llerenas Ibarra creó la Sociedad Mutualista, cuya finalidad era la de convertirse, según el proyecto original, en una caja de ahorro y préstamos para los socios. No tuvo buen fin esa sociedad, nunca hubo cuentas claras y sí la presunción de malos, pésimos, manejos de los recursos, porque se convirtieron en la caja chica de, por lo menos, tres dirigentes seccionales.

Con estos antecedentes, resulta apenas natural la desconfianza que en principio despertó la idea de echar a andar el FAS, porque nada podía asegurar que el asunto iba a ser llevado con honestidad y transparencia y que iba a tener un grado de organización encomiable y aplaudible.

En la actualidad, este Fondo de Ayuda Sindical cuenta con más de dos mil 300 socios, quienes al inscribirse determinaron la cantidad que van a aportar, pudiendo ser en múltiplos de 50 pesos cada quincena. Pero el asunto va más allá y los servicios que presta este Fondo es el de hacer préstamos a sus socios, los cuales son de dos tipos: ordinarios y especiales.

Los ordinarios equivalen al 125 por ciento de lo que el socio tenga hasta el momento de hacer su solicitud, es decir, se les presta el total de lo que tienen y una cuarta parte más. Pero lo trascendente es el que el trámite es realmente sencillo y, ajustado el hecho cabalmente a la realidad, el solicitante recibe en menos de 25 minutos el cheque por la cantidad solicitada. No requiere autorización de ningún dirigente sindical, ni nada por el estilo. El solicitante debe llevar talón de cheque y una identificación oficial. Revisan en la computadora el monto de lo ahorrado por el socio y le preguntan el plazo en que va a pagar el préstamo, que puede ser de cuatro quincenas como mínimo y 48 como máximo, pero siempre en múltiplos de cuatro.

El préstamo especial tiene otro trámite y requiere una solicitud por escrito y la aprobación de la junta directiva, o Comité Técnico, del Fondo, pero no se lleva más de tres días, según me indicaron. El monto es hasta de cuatro veces lo que se tenga ahorrado, aunque en realidad se tiene una tabla para establecer los distintos rangos crediticios, según lo que se haya acumulado hasta el momento de la solicitud.

De otras de las características de este Fondo, entre ellas la Ayuda por Defunción, hablaremos en otra ocasión, pero sí vale decir que este esfuerzo de la organización sindical está rindiendo frutos y que lo que espera ahora es que se mantenga el actual espíritu que priva allí de brindar un servicio rápido, eficiente y, sobre todo, con plena transparencia en el ejercicio presupuestal.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1.- Dice el alcalde panista Enrique Michel Ruiz que la revaloración catastral responde a la obligación derivada de las reformas al artículo 115 de la Constitución General de la República. Dice bien y tampoco falta a la verdad cuando afirma que no sólo el municipio de Colima, sino los 10 del estado y todos, absolutamente todos, los del país, están obligados por tales reformas.

Sin embargo, no dijo, no ha dicho y no sé si algún día vaya a a decirnos qué lo obligó, si es que fue obligado, a modificar sustancialmente las tasas con las que se cobra el impuesto predial. Porque no lo obligan las supracitadas reformas a un incremento tan brutal en las tasas. ¿O sí?

Por cierto, a propósito del ayuntamiento panista, ¿quién es el funcionario actual que en la administración pasada tenía una empresa recolectora de basura industrial y comercial y quedó a deber más de 100 mil pesos por depositar en el basurero municipal los desechos recogidos y por los que cobraba un tanto a comerciantes e industriales colimenses?

Por lo que me fue informado, ahora fue premiado por la administración panista con un cargo.

Investigaré al respecto los nombres de los personajes involucrados y le informaré con detalle.

2.- Los diputados locales se metieron en un brete sin ninguna necesidad. Resulta que entre los asuntos planteados como parte del programa de trabajo de la Comisión de Gobierno, está el de organizar cursos de capacitación para los trabajadores de la comunicación que cubren “la fuente” del Congreso.

El asunto, visto objetivamente, podría ser positivo, pero de entrada implica una crítica severa a la labor realizada cotidianamente por los trabajadores de los distintos medios de comunicación y a las empresas para las que laboran. Eso es lo que parece y, en política, lo que parece es, según Reyes Heroles.

Los diputados adolecieron de tacto, por decir lo menos. A diferencia de ellos, los trabajadores de los distintos medios de comunicación no son actores políticos, ni responden a sus intereses o mandatos. Sólo están en los dinteles de la gloria, pero, insisto, no son actores ni protagonistas en la vida política de Colima.

En fin, todos los diputados pagan ahora la falta de malicia de algunos.

3.- “Al inteligente se le puede convencer; al tonto, persuadir”. Curt Goetz.

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