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jueves, enero 25, 2001

El nuevo oficialismo, la incuria de Fox

25 de enero de 2001

Agenda Política

Miguel Acosta Vargas

Los nuevos tiempos, los tiempos actuales, los contemporáneos, como exigen algunos su denominación, requieren nuevas formas en la vida, nuevos comportamientos, nuevos referentes. Aunque quisiéramos, no podemos, no debemos, comportarnos como antes. Ya no hay Estado benefactor. Ya no hay PRI en el gobierno federal. Ahora, hay una mezcla increíble, como un abigarrado mercado tepiteño, así es la variedad de personas que componen esa entelequia llamada administración pública federal.

Uno de los paradigmas que se comprometió a romper Fox, fue el del oficialismo, el presidencialismo, “el metichismo” del gobierno federal, como le llamó el propio Fox. Pero no era sólo eso el viejo oficialismo, el oficialismo impuesto por el PRI. Pero ¿qué era el oficialismo? ¿Cómo se expresaba? Quien mejor lo ha definido, para mi gusto, ha sido Federico reyes Heroles, para quien: “Oficialista era aplaudir al sindicalismo sin cuestionar el corporativismo. Oficialista era hablar de la reacción, sin mirar las limitaciones democráticas. Oficialismo era rechazar las comparaciones. México era único, faltaba más. Oficialista era callar los atropellos y aceptarlos por la "justicia social". Oficialismo era rendir loas a la estabilidad a cualquier costo. Oficialismo era aceptar el carácter intocable del Ejército y por supuesto del "señor Presidente". Cualquier oficialismo, al ser acrítico, es contrario a la modernidad. Democracia Verdadera y oficialismo son incompatibles”. Fin de la cita.

Pero los demócratas de hoy, hoy, hoy, olvidaron demasiado pronto sus promesas, sus ofrecimientos de campaña y han construido un nuevo oficialismo, más duro, más cerrado, dogmático, maniqueo, absolutista.

En el discurso, en los hechos, se nota que en aras de esa alternancia están dispuestos a hacer cualquier cosa, al fin y al cabo, se autojustifican, los altos índices de aceptación popular lo justifican todo, lo palian todo, lo obscurecen todo.

Este gobierno nos ha dado grandes cuotas de certidumbre. No hay en muchos mexicanos duda alguna del rumbo que lleva el país y con él todos nosotros: vamos directos rumbo al carajo.

Ni el más aguerrido panista puede decir, tanto en el país como en el municipio de Colima, que se ha juzgado a los respectivos presidentes sólo por ser panistas. Eso es falso hoy, hoy, hoy, y lo será también mañana. Al menos en mi caso.

En una amena charla con un amplio amigo panista, recibí una invitación que me recordó mis tiempos en Manzanillo: se me invitó a creer a ciegas en las cualidades de sus presidentes, Fox y Michel. Se me pidió justificar, dudar incluso, de los evidentes errores de hoy, hoy, o, en su caso, a entenderlos como el resultado de perversas acciones realizadas por los priístas que aún tienen poder para hacerlo.

Mi razonamiento fue directo y trató de ser claro: si no señalamos esas desviaciones hoy, hoy, hoy, el beneficio de la duda se transformará rápidamente en el perjuicio de la certidumbre. Por no criticar permitimos que las desviaciones se agigantaran y el precio lo pagamos todos. Antes la línea era no moverle, ahora, lisa y llanamente, es justificar.

Los mexicanos quieren, queremos cambiar, queremos mejorar, tenemos grandes esperanzas en el futuro mediato y por eso, millones de compatriotas depositaron su voto a favor de Fox, de Michel, porque creyeron que podrían llevarlos por la ruta de la mejoría de sus niveles de vida, de bienestar.

Los publicistas norteamericanos, expertos en vender productos, más allá de su calidad, le han llamado a un ánimo social de esperanza el Feel Good Factor; es decir, la sensación de agrado y esperanza que un pueblo experimenta en torno a una figura política, a pesar de que la misma aún no demuestre signos reales de cambio o una actitud real de modificación de las políticas que verdaderamente importan.

Hoy, hoy, hoy, Fox se encuentra en plena luna de miel con el pueblo de México. Sus excesos son perdonados con afecto y una comprensión inusual quizá porque la mayoría que lo eligió quiere convencerse todavía más de que su apuesta fue la adecuada. Además, quien debería oponérsele ha actuado de una manera tan poco afortunada que pareciera que Fox va solo por el mundo sin nadie que lo contradiga.

Pero el nuevo oficialismo es una amenaza seria contra esa esperanza. A México lo dañó mucho carecer de una crítica consistente y sistemática a las desviaciones del poder. La crítica no puede tomar vacaciones, ni aceptar justificaciones a priori. Debemos evitar la repetición. En eso consiste una mínima modernidad. La reversa también es cambio y en mucho vamos para atrás: hay signos de autoritarismo ramplón pero preocupante: la metomentodo Sahagún, quien ha demostrado su carencia de oficio y su ausencia de malicia.

Cobijado en la idea de que su triunfo significaría la oportunidad de cambiar de una vez por todas, Fox empezó a construir un nuevo paradigma para el ejercicio público. Un paradigma basado en el pragmatismo, en la emisión y transmisión de mensajes simples y optimistas y sobre todo en la convicción de que continuar bajo las prácticas del priísmo sería catastrófico para el país.

En medio de todo esto, veo con tristeza, pero con naturalidad, a los críticos feroces de ayer convertidos en los principales promotores del nuevo oficialismo.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1.- Para que vea usted las contradicciones y manejos absurdos de la comunicación y la política, le recuerdo algunos hechos: cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decidió anular sólo las elecciones para gobernador en Tabasco, Martha Sahagún dijo que el gobierno federal no se entrometería, luego lo repitió Fox. Sin embargo, el propio Secretario de Gobernación, Santiago Cree–él, dijo que desde el primer minuto habían intervenido y establecido comunicación con Madrazo. Punto. Directo a la boca de Fox y Martha.

Apenas ayer nos enteramos de la comunicación habida entre Fox y Cervera Pacheco, a propósito de lo que ocurre en relación, otra vez, con la decisión del Tribunal Electoral del PJF, en el sentido de anular las ratificaciones hechas por el Congreso local, de los miembros del Consejo Electoral de Yucatán.

Al dar a conocer el hecho, la conversación entre ambos mandatarios, Martha Sahagún puso el énfasis en que había sido el gobernador yucateco quien había llamado a Fox para pedirle ayuda. El yucateco, no tardó en responderle a la deslenguada y le aclaró que fue Fox quien le llamó por teléfono para pedirle que resuelva el problema. “No puedo comprometerme a resolver un problema que no le compete al Ejecutivo estatal ni al federal sino al Congreso y al Tribunal Federal Electoral... aunque el interés del Presidente coincide con el interés del Gobernador”. Simple, claro y directo.

2.- ¿ En qué ayuntamiento del estado trabajan como funcionarios una abogada con muchas denuncias penales por fraude y otros delitos y un exfuncionario de otras administraciones, en otros trienios, que fue corrido vergonzosamente por deshonesto y hoy, ambos comparten nómina?

De la primera tengo las pruebas en la mano.

3.- “El cambio no sólo se produce tratando de obligarse a cambiar, sino tomando conciencia de lo que no funciona” Shakti Gawain.

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