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jueves, septiembre 19, 2013

Medios, Ética y Disenso




Un medio de comunicación debe desarrollar las capacidades de la persona mediante la difusión de contenidos que alimenten la inteligencia y con ello se fomente la participación social como elemento vinculador, es decir,  una participación que ayude en la consecución del bien social.
Con esta definición podemos saber qué medio usa a las personas y, en cambio,  cuáles buscan potenciar a las personas.
Pero: ¿cuál es el poder y las responsabilidades de los medios de comunicación?
Un medio de comunicación llega a la inteligencia del ser humano con información y ésta  puede ser verdadera o falsa, positiva o negativa.
Esta característica es propia e inseparable de los medios, es decir, al hacer cuanto hacen, están dando información o contenidos, de forma tan diversa como disímiles son los formatos y los mismos medios: los impresos, la radio, la televisión y el Internet.
Ello no significa que los sentimientos y las emociones no jueguen un papel relevante en los mensajes, sin embargo, a la luz de la razón, éstos deben dirigirse al bien y a la verdad. 
Ahora bien, si un medio llega a la inteligencia de las personas, si transforma sus criterios y su información de lo bueno o de lo malo, de lo verdadero o de lo falso,  entonces sí influye en su auditorio de manera positiva.
Las preguntas obligadas son: ¿estamos conscientes los medios de este poder?, ¿qué contenidos estamos generando?, ¿qué concepto tenemos de la persona?, ¿nos interesa la persona?, y por último, si entendemos todo lo anterior, ¿a dónde queremos llevar a esta sociedad?, y mucho más, ¿a dónde queremos llevar a la humanidad?
Por eso, como sociedad es importante ir juntos en la búsqueda de la verdad, hacer del ejercicio ético  cotidiano nuestra columna vertebral y a hacer de éste, un mundo mejor.
Ahora bien: en estos días de guardar, los periodistas estamos en medio del fragor existente entre los distintos bandos: los políticos, los criminales, los ciudadanos, los empresarios y la población en general.
Si usted escucha un programa de noticias y opinión, o lo ve en la televisión, o lee cualquier medio impreso, se dará cuenta de que, básicamente, todos tienen dos apartados básicos: información y opinión.
Muchos periodistas, comunicadores, opinadores o como usted los quiera llamar, cumplen ambas funciones, es decir, informan y opinan acerca de un asunto determinado. Y usted los lee o  los escucha, parece como si supieran realmente de qué están hablando, aunque en realidad estén diciendo o escribiendo sólo barbaridades y tonterías.
Pero es peor cuando políticos y periodistas confunden sus ámbitos y ambos buscan decirle al otro cómo cumplir mejor sus tareas, sus responsabilidades cotidianas. Allí tenemos a los políticos, desde el presidente de la república, hasta el más modesto regidor suplente que haya en el país, diciéndoles a los periodistas cómo deben hacer su trabajo.
Los periodistas hacemos, reitero, dos cosas de manera profesional: informamos y opinamos. Nada más. No estamos obligados a decirles a los políticos, a los funcionarios públicos, cómo deben hacer su trabajo, pero sí es nuestra obligación informar acerca de lo que hacen y de lo que dejan de hacer las autoridades, los políticos, los servidores públicos y dar cuenta de los hechos que ocurren en su comunidad, su estado, su país y el mundo.
Otro asunto es el de opinar, como esto que hago en estos momentos, acerca de los distintos hechos que vemos. Los políticos suelen quejarse y decir que no hacen caso de las críticas y que sólo escuchan y atienden aquellas que son hechas de manera objetiva.
Esto es una falsedad del tamaño de la catedral mayor de Roma. No le demos vuelta, pues como dijo Roger Bartra: si yo fuera objeto, sería objetivo, pero como soy sujeto, soy subjetivo.
La crítica periodística debe tener un solo valor: estar apegada a hechos comprobables, verificables.
Pero muchos opinadores profesionales consideran que si ellos dicen algo, entonces es cierto. Se consideran dueños de la verdad. No les haga caso. Son charlatanes, merolicos de feria y andan buscando que alguien los compre y ¿sabe qué?: mándelos al diablo cuando los escuche o los lea.
Por lo pronto, en este espacio doy mi opinión, pero sé que ésta es debatible y por eso ejerzo, entiendo y respeto el derecho fundamental del ser humano: el derecho a disentir.
Tres Comentarios al Margen
1.- Manuel e Ingrid pusieron a prueba a los mexicanos. A las autoridades de los tres niveles de gobierno, a los sectores productivos, a la población en general. Los daños fueron, como suelen ser, cuantiosos y en algunos lugares llegaron a niveles realmente preocupantes, como en  Guerrero, donde Acapulco puede ser lo más nombrado, pero los daños están en la zona serrana, donde la gente perdió su patrimonio. Bien la reacción del gobierno federal, más por el hecho de mandar un representante a cada uno de los estados que sufrió daños para que dieran fe de los hechos y pudieran hacer un diagnóstico más apegado a la realidad. Ahora falta la llegada de los recursos para paliar los daños sufridos.
2.- El alcalde de Coquimatlán, Colima, Salvador Fuentes Pedroza, quien es candidato a la dirigencia estatal de su partido, Acción Nacional, ha sido llamado por la Procuraduría de Justicia del Estado de Colima para que haga su declaración por escrito respecto de la denuncia hecha por un supuesto menor de edad, de abuso sexual, corrupción de menores y lo que resulte. Lo interesante del asunto es que la PGJE lo habría buscado en la presidencia  los días 16 y 17 de este mes, es decir, los días de asueto oficial y el del problema de Manuel. No cabe duda, la eficacia de la PJGE se demuestra claramente, llueva, truene, relampaguee o se inunde la entidad.
Si sólo fuera porque el aún alcalde de Coquimatlán, Colima es candidato a la presidencia del comité estatal del PAN, en contra del candidato favorito de los grupos políticos dominantes en Colima, se pensaría que el asunto tiene evidentes tintes políticos.  Denuncia más oportuna no podría haber, porque la elección del dirigente estatal panista es este fin de semana. ¡Vaya casualidad!
3.- Uno debe ponerse del lado de los oprimidos en cualquier circunstancia, incluso cuando están equivocados, sin perder de vista, no obstante, que están hechos del mismo barro que sus opresores. Del inconveniente de haber nacido. Emile Michel Cioran
Twitter: @macosta68



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