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jueves, marzo 15, 2007

Jorge Iñiguez, Las Razones de su Salida

Los panistas está en el proceso de renovar sus consejos políticos, el nacional y los estatales. Es una lucha dura, ríspida, pero no es sorda ni cerrada, como eran antes. Ahora, las luchas y los enfrentamientos son públicos, así como sus consecuencias y reclamos. Es un enfrentamiento entre los diversos grupos y grupitos que existen a nivel nacional y en los estados. Parte de esos procesos y esas luchas han sido ya analizadas a partir de los enfrentamientos entre Vicente Fox y algunos de sus colaboradores en el gabinete y en el PAN, y el presidente Felipe Calderón.

Ya son muchas las señales de que la lucha es abierta y el deseo de Calderón muy claro: tomar las riendas de su partido. No quiere una sana distancia, como decía Ernesto Zedillo, sino un sano acercamiento y un control real de su partido, quiere tenerlo a su lado, no frente a él, de su parte, no contra él.

Esta lucha se tiene en todo el país y Colima no es la excepción. Los partidarios de Felipe Calderón en el estado pretenden asumir el control del comité ejecutivo estatal, pero no están solos y tampoco tiene la seguridad de poder hacerlo.

Según me informaron, si la elección del consejo estatal panista se hiciera este domingo, el grupo comandado por Jorge Luis Preciado, Brenda Gutiérrez, Esmeralda Cárdenas y Martha Sosa de Rodríguez, se haría del control de dicho órgano de gobierno, puesto que han hecho una campaña muy intensa al interior del PAN, con quienes son y pueden ser electos como consejeros, con quienes tienen influencia al interior del partido y su trabajo se ha facilitado por los grandes errores políticos y presuntas corruptelas cometidas por Jorge Iñiguez y sus seguidores, durante su mandato.

La triste historia de la salida de Jorge Iñiguez del comité estatal panista ha sido contada una y otra vez. La verdadera historia, dicen. Muy diferente a la historia contada hasta hoy y la adornan hasta hacerla plausible, creíble.

Según me informaron, Jorge Iñiguez habría sido llamado a México tras haber quedado en quinto lugar en la asignación de las diputaciones plurinominales. En el comité nacional del PAN le habían hecho una propuesta que no podía rechazar: pasarlo del quinto, al tercer lugar de las plurinominales, a cambio de que presentara por escrito su renuncia al cargo de presidente del comité estatal de Colima.

Me dijeron que Jorge Iñiguez aceptó la oferta y que por ello fue movido a una posición donde pudiera llegar a la diputación local por la vía plurinominal. Una vez que el PAN presentó su lista definitiva ante la autoridad electoral correspondiente, a pesar de que el comité nacional de su partido tenía la renuncia a la presidencia de la dirigencia estatal firmada por Iñiguez, se presentó en las oficinas de su partido y echó a Blanco Campos, secretario general encargado del despacho, prácticamente a patadas y retomó el mando del partido en el estado.

Cuando le dije a mi informante que esta actitud de bucanero por parte de Iñiguez no la creía, porque el comité nacional no habría permitido una traición y desobediencia de esta magnitud, me explicó que el comité nacional enfrentaba problemas serios, graves, en Yucatán y Aguascalientes y que, sobre todo, tenían el problema de la campaña residencial que mantenía a Felipe Calderón todavía muy lejos del Peje. No quisieron ampliar los conflictos y aguantaron la agandallada que les puso Iñiguez, pero no se la perdonaron, ni olvidaron.

En efecto, una vez resueltos los conflictos postelectorales, mandaron llamar a Jorge Iñiguez a México y le enseñaron dos archivos: uno que contenía, nuevamente, su renuncia y al que sólo le faltaba su firma, porque la fecha era de ese día, y el otro era el de una presuntas desviaciones administrativas y problemas con algunos recursos económicos dispuestos, de manera indebida, presuntamente, por Iñiguez y uno de sus operadores.

Esta vez, Iñiguez supo que no tenía escapatoria y que no podría repetir su numerito. Firmó y salió dispuesto a sumirse para no hacer olas y que nadie le dijera nada. Por eso, regresó de México y dio aquella conferencia donde avisó que, ahora sí, se iría de la dirigencia para ir a “tomar unos cursos”.

Eso benefició al grupo de Sosa de Rodríguez, Preciado, Cárdenas y Gutiérrez. Lograr la salida de Iñiguez fue un gran triunfo de estos cuatro panistas, no porque ellos la hayan operado o porque sus acciones hayan contribuido de manera significativa a sacarlo de la dirigencia estatal, sino porque son quienes mejor supieron capitalizar este hecho. Reaccionaron pronto y bien. Se atribuyeron todo el mérito de su salida y muchos panistas se lo creyeron.

Hoy pese a lo que se diga, el trabajo perseverante de estos cuatro los tiene cerca, muy cerca, de ganar para su causa el consejo político estatal, primero, y luego ala dirigencia estatal de su partido. Por cierto, en su grupo, se dice, militan ya Felipe Cruz Calvario y Humberto Cabrera y muchos más se podrían sumar en los próximos días.

Así me contaron esta historia, pero, reitero, no tengo la certidumbre de que Jorge Iñiguez haya manejado de manera indebida los recursos de su partido, es decir, que se haya embolsado unos pesos.

No lo creo, pero eso no significa que no pueda ser cierto.

Usted juzgue, amable lector.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1. “Sabemos que el momento que esta viviendo el Partido Revolucionario Institucional en el País es vital, hoy nos toca a todos los cuadros dirigentes de todos los niveles y organizaciones, sumar nuestros mejores esfuerzos por nuestro instituto político.

No hay mañana si no aportamos lo mejor de nosotros para hacer que nuestras estrategias evolucionen, y renovar nuestra imagen como Partido ante la sociedad.”

Esto es la parte medular del discurso de José Antonio Orozco Sandoval, tras haber rendido protesta como nuevo dirigente estatal de la CNOP, en sustitución de Agustín Martell Valencia.

2. No cabe duda, muy pocos quieren a George Bush. Bueno, ni las langostas que tanto daño han causado en el sureste del país y particularmente en Yucatán, quisieron entrar a Mérida mientras estuvo allí el presidente yanqui. Apenas despegó el Air Force One, con el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, millones de langostas se apoderaron del espacio aéreo de esta ciudad.

Mientras el tránsito regresaba a las principales avenidas del la ciudad, antes controladas por militares y policías federales, la langostas se apoderaron de los techos de los inmuebles y de todo arbusto al paso del Paseo Montejo.

La plaga de langostas sólo se había visto en la zona rural del estado, pero ahora llegaron al área urbana. Por supuesto, se esperaron hasta ver partir al avión presidencial yanqui para tomar posesión de la zona urbana meridense.

Tienen razón, la estupidez es contagiosa.

3. ."Una opinión equivocada puede ser tolerada donde la razón es libre de combatirla” Thomas Jefferson

macosta68@hotmail.com

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