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martes, abril 17, 2001

¿Narcomenudeo en la Universidad?

17 de abril de 2001

Agenda Política

Miguel Acosta Vargas

Leí apenas ayer domingo, los periódicos del martes al jueves de la semana anterior. Lo hice de prisa, apenas deteniéndome en algunas partes. Me llamó mucho la atención lo escrito por mi amigo Esteban Cortés en su columna publicada en Diario de Colima. Es, por supuesto, un asunto de suma importancia para todos los colimenses.

Se trata, nada más y nada menos, de la denuncia hecha por Esteban Cortés en el sentido de que en dos escuelas de la Universidad de Colima, un bachillerato y una Facultad, existe venta y consumo de enervantes. La denuncia, que eso fue, llegó más lejos, pues se afirmó, o se dejó entrever, que habría ya conocimiento del hecho y que no se ha realizado nada para acabar con ello de raíz.

Hace tiempo dije que: “...La Universidad de Colima tiene un raro encanto, nos hace a los universitarios vivir ocupados y preocupados por ella. Posee también un gran poder de atracción; es recuerdo y esperanza. Y en ella, por cierto, se hallan cifrados también muchos recuerdos y esperanzas del estado, de la región, de la nación misma; y estos sueños abarcan a quienes somos universitarios y a quienes no lo son....”. Fin de la cita.

Pienso lo mismo acerca de la Universidad de Colima, mi universidad. En ella estudian, como miles y miles más, dos hijos míos. Una en la facultad de Medicina y el otro en el bachillerato cuatro. Por ello me impactó aún más lo escrito por Esteban Cortés en su columna la semana pasada.

En este sentido, corresponde al rector Carlos Salazar Silva tomar las decisiones necesarias para investigar cuanto de cierto haya en los hechos denunciados por Esteban Cortés. Hacerlo pronto y de manera efectiva para tranquilidad de todos. Hasta hoy, la Universidad de Colima se había mantenido alejada de problemas de esta naturaleza. Era y es un espacio propicio para la reflexión, la discusión, el análisis y la búsqueda del conocimiento. Una universidad donde reinan la paz y la tranquilidad. Por supuesto, una paz que germina en el bullicio de las ideas, la creación cotidiana y en el trabajo riguroso y constante. Esta paz existía. Esta paz es el ideal. Esta es la paz deseada: una paz de ojos abiertos y palabra sonante; una paz convertida en norma de vida y acción cotidiana.

Ahora, esa paz está amenazada, según denunció Esteban Cortés. De por sí, la Universidad de Colima se encuentra en el centro de una asediada fortaleza: la educación pública superior, cuya rendición se reclama desde adentro y desde afuera. Adentro acechan la demagogia y la mediocridad y afuera conspiran los eternos promotores de un nuevo proyecto para nuestro país. Hay quienes pretenden olvidar su origen popular y plantean una falsa dicotomía entre formación universitaria y finanzas sanas y se regodean al hablar de manejar a la universidad como si fuera una empresa privada donde el principal y único objetivo es alcanzar, a cualquier precio, finanzas sanas. Falsa dicotomía es ésta y más falsos quienes la plantean.

Pero a estos males, ya de por sí graves, podríamos enfrentar –si lo denunciado por Esteban Cortés es cierto– el grave cáncer del narcotráfico a plena luz del sol en los patios y aulas de nuestra alma mater. Si bien la Universidad es sinónimo pluralidad de pensamientos, de ideas, de opiniones y es también libertad para discutir, para proponer nuevos rumbos, nuevas vías, nuevos métodos de trabajo, de participación y de solución de los problemas enfrentados por la comunidad universitaria, no debemos olvidar que, por encima de todo y pese a todo, la universidad es patrimonio de todos, no la tiene escriturada nadie.

Por estas razones, el problema y su solución nos compete a todos, nos compromete a todos. A los alumnos, a los directivos, a los padres de familia, a los egresados, a los tres niveles de gobierno, en fin, a todos los sectores de la sociedad, porque el problema es de todos por una simple y sencilla razón: la Universidad es de todos.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1.- ¿ De cuál fumaron? No sé si usted pase con cierta frecuencia por el mercado Obregón, pero si lo ha hecho, tal vez se habrá dado cuenta de que resulta prácticamente imposible estacionarse a determinadas horas, fundamentalmente hasta las diez de la mañana. Esto, por supuesto, en días laborables. El sábado anterior, el 14 de abril, alrededor de las nueve treinta de la mañana vi un hecho inusual: no había ningún carro estacionado en doble fila, ni siquiera uno. Me sorprendí y pensé que se debía a que era día feriado y no había gente. Me equivoqué total y absolutamente. La razón era que los agentes de tránsito municipal estaban en la esquina y no permitían, por ninguna razón, que nadie, absolutamente nadie, se estacionara en doble fila. Así, lo que ocurre cotidianamente en ese mercado, se convirtió en cosa del pasado.

Pero era una estupidez. Muchos turistas les mentaron la madre, hasta que se cansaron, a los agentes de tránsito. Fue ridículo, me tocó ver a varios turistas rogándole a un agente que les permitiera estar un momento mientras hacían su compra o esperaban por una persona, justo por la calle Vicente Guerrero, pero no hubo poder humano que les hiciera entender a los agentes que no pasaba nada si lo permitían por un tiempo prudente. Lo hacen a diario porque es necesario, no hay suficiente espacio para estacionarse y el índice de accidentes en esa zona es bajísimo. Pero ¿y la aplicación de la ley? Aja. Hey. Sí hombre. En fin, una más del gobierno panista de Enrique Michel Ruiz.

2.- Sólo es una pregunta: Si la convocatoria para una elección determinada establece que para que tengan validez el proceso debe concurrir un porcentaje preciso de los miembros registrados de una asociación, ¿son legales los resultados si los votos registrados son inferiores al porcentaje mínimo requerido?

Simplemente pregunto por las declaraciones hechas por Juan Manuel Morán Camberos, responsable de la elección de los dirigentes de la nueva estructura vecinal que organizó el ayuntamiento capitalino. Según sus propias declaraciones ha concurrido a los procesos de elección un porcentaje menor al exigido en la propia convocatoria. Por ello reitero mi pregunta: ¿tienen validez los resultados?

Enrique Michel Ruiz, alcalde panista de Colima, está obligado a dar una respuesta convincente, sin adjetivos, razonada, pero sobre todo basada en el propio reglamento que rige el proceso electoral de esta organización vecinal tan cuestionada y que tan indiferente resulta para los habitantes de la ciudad de Colima.

3.- “(...)Es un verdadero privilegio haber sobrellevado una vida difícil(...)” Indira Gandhi


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