XERL
27 de marzo de 2001
2000 fue un año difícil para México y el mundo. Signos de cambio se percibieron en todo el mundo, en la búsqueda de un reencuentro de valores y mejores condiciones de vida. El siglo 21 inició con evidentes transformaciones en la política, el arte, la ciencia y la tecnología. Dos guerras mundiales y varias de carácter regional cambiaron la vida de muchos países.
Revoluciones como la mexicana, la rusa, la guerra civil española y la china, marcaron un nuevo rumbo a millones de personas. De 1950 para acá, las revoluciones de Argelia, Cuba y Nicaragua son claros ejemplos de que los pueblos siempre se rebelan contra la explotación y a la injusticia.
En el campo de la ciencia y la tecnología, vimos el uso bélico de la energía atómica y sus dramáticas consecuencias. Sin embargo, la fisión nuclear aplicada en la medicina ha salvado miles de vidas al curar o atenuar los efectos de diversas enfermedades. También el hombre llegó a la Luna y amplió su conocimiento del universo, mediante satélites y robots que trajeron información valiosa para el ser humano..
Por otra parte, uno de los aspectos más significativos fue el avance logrado en la informática y en las telecomunicaciones, ello permitió el acercamiento entre los pueblos, reflejando sus problemas, necesidades y aspiraciones. Esto concretó la tesis de MacLuhan de que con la inmediatez de las comunicaciones el mundo sería una aldea global, esto creó el concepto globalización, cuyos efectos ponen en duda la concepción tradicional de Estado-nación.
En efecto, la internet revolucionó los campos de acción y del saber humano. Hoy día, desde una terminal de computadora nos podemos comunicar a cualquier parte del mundo, o desquiciar el sistema financiero de cualquier país. Por ello, además de las naturales fuerzas de presión internas, los gobiernos de los países se enfrentan a múltiples amenazas externas, que ponen en riesgo su viabilidad política, económica y social.
Información es poder. Las naciones que invirtieron lo suficiente en investigación y desarrollo, avanzaron en ciencia y tecnología y su población vive mejor.
Sin embargo, la mayoría de estas naciones financian su crecimiento con la explotación de países pobres como el nuestro, que se limitan a ser proveedores de materias primas y mano de obra barata y a subsidiar el alto nivel de vida de los ricos.
Los países que se hallan en desventaja en esta lucha desigual y sin cuartel, se defienden recurriendo a la principal inversión que han hecho durante siglos y que les ha permitido soportar los embates de las diversas hegemonías o imperios: la edificación de su cultura y de su Historia.
Así que no se deje engañar: los changarros y los vochos no son para todos.
Como dicen en mi pueblo:¿Con qué ojos, chato?
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