La cultura política mexicana se ha nutrido
básicamente por el autoritarismo y centralismo del partido de Estado
representado por el PRI; sin embargo, los tiempos presentes se encuentran
caracterizados por un reclamo democrático de la sociedad que paulatinamente ha
influido en las transformaciones del sistema político mexicano, haciéndolo más
plural y abierto a las posturas políticas opuestas a la hegemonía de un solo
partido.
La ciudadanía mexicana, incluso, ha llegado a ser
más radical que muchos de los integrantes de los partidos políticos y se niegan
a que éstos los utilicen como objeto de negociación. Por el contrario, pide ser
consultada y exige claridad democrática. En este sentido, parece ser que las
instituciones políticas son rebasadas por su clientela electoral y no es
complicado suponer que su escepticismo y desconfianza por aquéllas se
incremente paulatinamente. No es raro suponer que el voto diferenciado que en
las últimas elecciones se ha puesto de manifiesto, indique que los electores ya
no votan por los partidos sino por el que consideran es el mejor candidato.
Entre los ciudadanos hay una gran desconfianza
hacia el poder de cualquier tipo, pues se le considera proclive a la corrupción
y el abuso. Fuera de cierta confianza que se entrega a ciertas figuras
políticas, los aparatos de poder son vistos con malos ojos, si bien aún hay
sectores que aspiran a encontrar líderes capaces de ofrecerles alternativas,
esta tendencia llega a convertirse en motivo de control político y manipulación
electoral.
En México los partidos han dejado de ser
instrumentos de formación y de decisiones políticas, lo que ha provocado un
debilitamiento de la democracia. Los partidos y sus líderes, han estado
destinados al fracaso y a su extinción porque se han concebido a sí mismos por
encima de sus electores e insisten en servirse de ellos.
No extraña que el debate por la democracia conjugue
el conflicto, el compromiso y el consenso. La democracia en México además de
participación implica salvaguardar la creatividad de los grupos. Ante la
exclusión e injusticia, el reclamo es por la democracia y un poder no sólo
desde abajo, sino de los da abajo y, también,
para los de abajo.
Actualmente, los ciudadanos han percibido la
necesidad de democratizar no sólo el poder político, sino todo el Estado.
Contra el concepto de ciudadanía abstracta y contra
la desciudadanización que ha tratado
de imponer el propio poder político, se ha estado fincando una nueva cultura
política que tiene como imperativo ir fraguando conciencia en otros ciudadanos.
Más allá de la crisis de los partidos, éstos siguen
siendo necesarios. Para superar esa crisis y ser vehículos de tiempos mejores,
deberán abrirse a estos nuevos impulsos de una nueva cultura política que
parece estar emergiendo entre los mexicanos.
Así andamos ahora.
Tres Comentarios al Margen
1.- Los ayuntamientos de
Colima están en serios problemas económicos, pero esto no es novedad, porque
así han estado desde que llegaron. Algunos metieron orden y disciplina al gasto
y ahora pueden decir que han ido resolviendo los problemas de adeudos institucionales
que se tenían y muchos otros que fueron encontrando conforme transcurrían los
primeros 30 días de gobierno. Hoy, el
ayuntamiento de Colima, por citar un caso, dice que prácticamente ya pagó la deuda
con el SAT que le dejó la anterior administración y que ello le permitirá pagar
otros adeudos pendientes aún. Lo interesante es que en varios ayuntamientos han
puesto en práctica diversas acciones para disminuir el gasto, en la medida de
lo posible, y poder abonarle lo más que puedan al cúmulo de deudas recibidas. Manzanillo,
Tecomán, Villa de Alvarez y Colima, son los más dañados, en apariencia, por el
monto absoluto de sus deudas, pero los otros municipios también tienen
problemas y tal vez más graves, porque los pocos recursos disponibles, o casi
nulos, ahogan la operación del ayuntamiento y la prestación de los servicios
públicos fundamentales.
En esas andan los presidentes
municipales, pero el próximo año se espera que puedan resolver en parte estos
graves problemas económicos.
2.- Me parece bien que Colima
tenga 21 diputados locales: 14 de mayoría y siete de representación
proporcional. En otras palabras, habría que quitar dos diputados de mayoría
relativa y dos plurinominales. Uno en el municipio de Tecomán y el otro en el
de Villa de Alvarez. De igual manera, Minatitlán e Ixtlahuacán podrían formar
parte de los distritos de Manzanillo y Tecomán, respectivamente. En el caso de
Tecomán, se harían tres distritos donde ahora hay cuatro, pues Armería e
Ixtlahuacán y los dos de Tecomán, pasarían a integrar tres distritos, lo mismo
que ocurriría con los tres que hay en Manzanillo y el de Minatitlán, en vez de
cuatro, serían sólo tres distritos de mayoría relativa.
3.- Yo no hablo de venganzas
ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón. Jorge Luis
Borges
Twitter: @macosta68
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