En los medios se habla mucho de los candidatos, de sus propuestas, de sus escándalos y de sus recorridos por el estado en busca del voto popular. Una estrategia puesta en marcha por la panista manzanillense Martha Sosa de Rodríguez García, nacida en la primera mitad del siglo pasado, en la elección de 1997, cuando la división entre los priístas, prohijada por Sergio Marcelino Bravo Jiménez, y una pésima estrategia de campaña de Cecilio Lepe García, candidato a alcalde, le dieron el éxito en aquella ocasión.
¿Cuál fue esa estrategia? La de hacerse pasar por una mujer humilde, de sandalias que, como dijo mi tía Carmen, “daban ganas de regalarle unas en buen estado”, la de subirse a los camiones urbanos y allí soltar su rollo. Esa fue la estrategia, la de andar sola y su alma recorriendo las calles.
Luego, ya presidente municipal, la señora Sosa de Rodríguez García, nacida en la primera mitad del siglo pasado, mostró su verdadera cara, la que ya muchos le conocíamos. Mostró la cara de la dureza, la de la violación recurrente y sistemática de la ley, la del atropello, la del incumplimiento de sus obligaciones como presidente municipal.
Luego, cuando la llamaron a cuentas, se tiró al pisó, pataleó y lloriqueo en todos los tonos posibles y habló de una persecución política. Los panistas miembros del cabildo desconfiaban de ella, tal como me lo dijo el síndico, Reyes Estrada, al preguntarle por qué no firmaba los documentos para que la Comisión Reguladora de la Tenencia de la Tierra (CORETT) pudiera realizar su trabajo y concluir todo lo pendiente en el poblado de Santiago.
Muchos habitantes de ese poblado podrían beneficiarse, le dije entonces al síndico, quien me respondió: sí Miguel, tienes razón, pero no puedo firmar así nada más, debo revisar a fondo todo. ¡Ya ves lo que pasó con lo del mercado! No quiero meterme en problemas por confiar, de nuevo, en ella.
Cabe aclarar que, entonces, había sido comisionado, en mi carácter de Director de Asuntos Políticos de la Secretaría General de Gobierno, para atender todo lo relativo a ese trámite, así como lo del plantón que realizaba entonces, afuera de una conocida pizzería, el papá de la diputada Yadira Lara Arteaga.
Pero la señora Martha Sosa de Rodríguez García, nacida en la primera mitad del siglo pasado, hizo todo lo que pudo para violar la ley e incumplir sus responsabilidades y, sólo como ejemplo, cito el caso harto conocido: la presidente municipal no pagó ninguno de los 36 abonos mensuales que le correspondían por el refinanciamiento de la deuda de CAPDAM. Pese a todos los documentos firmados, pese a todo lo habido y por haber, la presidente dijo no, y el ayuntamiento no pagó. Punto. Eso es un hecho, no una especulación.
¿Cuál es la gran obra de la señora Martha Sosa de Rodríguez García, nacida en la primera mitad del siglo pasado, al paso por el ayuntamiento? La mitificación de Martha Sosa. Esa fue su gran obra. Nada más, pero nada menos.
Los manzanillenses, y las tres cuentas públicas reprobadas, dan fe de ello.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1. Oiga usted. En Manzanillo, cuando no les truena, les llueve. Les ha pasado todo y viene la temporada de ciclones, pero más que eso, el alcalde separado “materialmente” de su cargo, Virgilio Mendoza, podría ser obligado a pagar los salarios caídos y a ser juzgado por causar graves daños a la hacienda municipal. ¿Por qué? Por la simple y sencilla razón de que el Tribunal de lo Contencioso Administrativo podría, en breve, determinar que se debe reponer el proceso de cese del anterior oficial mayor, Mario Morán, quien fue removido de su cargo sin que el alcalde hubiera motivado el acto.
Como dice León Felipe: Cosas de poca importancia parecen…, para el caso, la motivación de los actos, pero en Derecho, cuando se habla de motivar, debe entenderse el deber jurídico que tiene toda autoridad de señalar las circunstancias especiales, las razones particulares o las causas inmediatas que dan origen a que ésta actúe como lo hace. Así de simple, pero el alcalde omitió hacerlo. El alcalde fundó su decisión, pero no la motivó y la ley es estricta y su aplicación es literal y, por lo tanto, se aplica, en primer término, tal cual está escrita y la ley orgánica dice: fundar y motivar, no sólo fundar o sólo motivar. O una u otra. No, la “y” es una conjunción que obliga a que ambos términos vayan juntos, para el caso, ambos actos: fundamentación y motivación.
Pero no lo hizo así. ¿Por qué? Porque es el estilo panista: no respetar la ley y si se les llama a cuentas, entonces autodenominarse perseguidos políticos. La señora Martha Sosa de Rodríguez García, nacida en la primera mitad del siglo pasado, ya hizo escuela.
2. Hace muchos años, en la delegación de la secretaría de Educación Pública en Colima, denominada Unidad de Servicios Educativos a Descentralizar, si no me equivoco, había un funcionario que presumía a la menor provocación, haber estudiado una maestría en Canadá. Para su mala fortuna, un día, en una de las habituales comidas que celebraban los funcionarios de esa dependencia, llegó invitado un vale de apellido Salazar, quien el transcurso de la plática se enteró de que el funcionario de marras había estudiado una maestría en Canadá y, ni tardo ni perezoso, Salazar preguntó a nuestro personaje: ¿Es cierto que estudiaste una maestría en administración en Canadá? Sí, respondió aquel. ¿Dónde? ¿En qué universidad?, replicó Salazar. Ya de mal humor, el funcionario farfulló en medio de sus mostachos, el nombre de una ciudad canadiense. Para su mala fortuna, Salazar volvió a la carga y le preguntó: ¿en qué años estuviste allá? Ya francamente de mal humor, el funcionario dijo: entre tales y cuales, a lo que de inmediato, Salazar le dijo: ¡oye, entonces somos compañeros de generación y no me acuerdo de ti!
Las carcajadas se oyeron en todo el restaurante y el funcionario mostachón, con el rabo entre las piernas, buscó la manera de salirse pronto de la reunión.
Así ha seguido su vida este exfuncionario de la SEP. Ha andado de un partido a otro, dando tumbos, soltando sus rollos y mentiras, como suele hacer siempre. Sigue presumiendo, aunque ahora ya menos le creen, lo de su maestría en Canadá, aunque en ocasiones, debo reconocerlo, deja en un mero postgrado, que al fin de cuentas, ya cualquiera lo tiene, hasta yo.
Esta es su patética vida, vivida siempre a la sombra y en nombre de los amigos y los parientes. Es leal con la nómina, al principio, y después ni siquiera con eso. La intriga es su especialidad y la siembra de odios y mentiras, su oficio cotidiano. En ninguna parte ha quedado bien, de ninguna parte ha salido con honores, siempre por la puerta trasera. Su vida es la mejor prueba de la veracidad de mis palabras.
3. Yo soy un hombre de gustos sencillos: siempre me conformo con lo mejor. Oscar Wilde
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