Volvimos a lo que ahora podemos llamarla, con orgullo manzanillense, “la normalidad”. Ya iniciaron, al menos formalmente, las campañas de los candidatos a todos los cargos que estarán en disputa el cinco de julio de este año. Candidatos a diputados federales, gobernador, diputados locales, presidentes municipales, síndicos y regidores, andan ya en campaña.
Son un montón. Y seamos sinceros: la mayoría no tiene la menor idea de qué hacer, qué decir o qué proponer. Usted ya ha visto a algunos de ellos y tal vez, sólo tal vez, podría concordar conmigo en que harán, como lo han hecho con anterioridad, propuestas que nada tiene que ver con los cargos para los que compiten.
Muchos de ellos no tienen experiencia en el sector público, en la administración pública o en cargos de elección popular. Si mira usted bien, con mucha atención, las listas de los candidatos, sobre todo en cuanto se refiere a las planillas para ayuntamientos, verá cómo suelen ser las mismas personas, o los mismos apellidos de siempre, verá al sobrino de alguien, a la hija de fulanito, de manganito o de zutanito. Lo mismo pasa en el PAN, en el PRI y en el PRD, para que no le de vuelta.
Por otra parte, aunque a los académicos, sobre todo a los academicistas, no les guste, la gente suele entregar el voto al candidato o candidata que le cae bien, con el que se produce empatía, el que la emociona al oírlo hablar, aunque diga las mismas sandeces de siempre, al que la hace reír, al que la hace emocionarse, pero, sobre todo, le entrega su alma, su corazón.. y su voto, a quien logra crear expectativas de una vida mejor, en otras palabras, a quien mejor expresa el sueño conjunto que quieren vivir.
El voto no va para quien tiene o plantea las mejores propuestas y hay muchas pruebas. ¿Recuerda usted el debate entre Fox, Cuauhtémoc y Labastida? Fox dijo, enrte otras sandeces, que lograría hacer crecer al país a un ritmo del 7 por ciento anual y que lo lograría con erradicar la corrupción de la administración pública, que, según él, representaba un 10 por ciento del producto interno bruto.
Fox planteó un sueño que, a todas luces, resultaba una quimera, una mera ilusión, pero la gente estaba harta de realidades y votó por el sueño y el despertar fue tremendo. La corrupción se fue hasta las nubes, el crecimiento estuvo para llorara y se pudo sostener el enorme gasto nominal por los extraordinarios ingresos adicionales que tuvieron en los últimos tres años del foxiato.
Así que ahora puede ver, por ejemplo, que la señora Martha Sosa de Rodríguez García, nacida en la primera mitad del siglo pasado, dice que le gustan las cuentas claras. Bromas aparte, tengo la certeza de que también le gusta el chocolate espeso y caliente, como a muchos colimenses, pero lo que resulta total y absolutamente cierto, es que la señora candidata a gobernadora por el PAN demostró a cabalidad, durante su desastroso paso por el ayuntamiento de Manzanillo, que para lo que no está capacitada es para rendir cuentas claras a sus gobernados. No lo estuvo entonces, por lo menos y no tengo razones concretas, objetivas para pensar que ahora haya cambiado su actitud y su manera de actuar.
Insisto: no me queda la menor duda de que a la señora candidata a gobernadora por el PAN le gusta que los demás rindan cuentas claras de sus responsabilidades públicas, pero ella no suele cumplir con lo que exige a los demás. El asunto de la basura, por lo que fue sancionada, con reducción del periodo de la sanción por intervención de los, entonces diputados locales priístas Roberto Chapula y Nabor Ochoa, así como el del mercado de mariscos y de emplear den el ayuntamiento a parientes suyos, son sólo algunos de los casos en que la señora candidata insistió en manejarse al margen de la ley.
En este sentido, lo menos que se puede decir de ella es que hay una notable ausencia de congruencia entre el decir y el hacer, las palabras y los hechos. Facta, non verba, exigían los romanos a los candidatos a cónsules. Hechos, no palabras.
Pero éste es sólo un ejemplo de las enormes incongruencias que hay entre los dichos y los hechos de los candidatos. Seguramente usted, amable lector, conoce aspectos de otros candidatos.
Por otra parte, está en pie el asunto de las propuestas. Mire usted: los partidos ya presentaron una plataforma electoral y en ella van contenidas un sinfín de propuestas, algunas viables y otras francamente rolleras.
Los candidatos, durante sus campañas, van a ir soltando más y más propuestas que, para variar, nos irán diciendo qué pretenden hacer si llegan a obtener el cargo que buscan. Por supuesto, la mayoría ocultará el cómo lo piensan hacer, ni nos dirán cuándo planean hacerlo.
Por lo pronto, lo invito a que haga dos reflexiones: ¿necesita intérpretes entre usted y los candidatos? ¿Necesita intérpretes entre usted y la realidad?
Me explico: ¿necesita haber intermediarios entre los candidatos y usted para que las propuestas que éstos hagan le lleguen a usted, amable lector, “digeridas”, “revisadas” e, incluso, “valoradas”, por supuestos o reales expertos -en no sé qué, ni me interesa- para que usted pueda entender, saber, captar de qué están hablando?
¿Sabe qué, amable lector? Vele la pena que usted vote como le ha hecho hasta hoy: simplemente cruce la boleta por el candidato que le haya caído bien, aquel cuyas propuestas le hayan parecido mejores, pero sobre todo, aquel con el que usted se haya enganchado. Total: esa es una de las pocas ventajas que tiene los ciudadanos: poderse equivocar y corregir en la siguiente ocasión. No importa si se equivoca. Ya lo hemos hecho en otras ocasiones y aquí estamos.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1. La palabra “comunicación” ha destronado a la palabra “información”, y el orquestador de esta comunicación es el “comunicador”, maestro de las nuevas relaciones sociales. Se necesitan años para formar a un maestro que enseñará a 25 alumnos, mientras que unos meses bastan para formar a un comunicador que hablará a millones de personas. Para estar a la altura de su poder, éste debería ser visionario, culto, ético, responsable…pero, ¿cuál es el “visionómetro”, el “cultómetro”, el “eticómetro” y el “responsabilómetro” que lo va a medir? Estamos confundiendo acción política y oficio mediático. La única verdadera legitimidad, en una democracia, la confiere la elección, no la popularidad mediática. Los Medios. Ikram Antaki.
2. La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano. San Agustín
3. Las democracias observan mas cuidadosamente las manos que las mentes de quiénes las gobiernan. Alfonso de Lamartine.
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