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martes, diciembre 16, 2008

PRI, La Unidad Como Unica Opción

“El dos de julio fue una verdadera catástrofe para los priístas. Fue su Waterloo. Su día del juicio final. Hoy, de frente al 2003, los grupos de poder se han enfrascado en una lucha de acomodos resultantes del 2 de julio y de las elecciones locales en Jalisco, Morelos, Chiapas y Yucatán, donde el PRI fue prácticamente barrido en la escena electoral. Similares resultados se esperan en Michoacán, Baja California y Tabasco.

Ello nos obliga a hacer una autocrítica objetiva, clara, apegada a hechos y no a deseos. Los resultados han sido los peores en mucho tiempo. A más de la presidencia de la república, de tener menos diputados federales y senadores, los priístas están a punto de perder el partido mismo, porque no han podido superar el trauma de la derrota y se han dedicado a arrebatarse los jirones de partido, antes que a recomponer la situación interna.

Los priístas no han deliberado amplia y sobriamente sobre lo ocurrido, ni han propiciado el diálogo, el análisis y la dialéctica sin limitaciones, sin sentirse agraviados y, sobre todo, sin autoengaños, sin querer halagar al oído del gobernante, ni han hecho un análisis de cómo, por qué y, más que nada, de qué debe hacerse para revertir estos hechos.

En pocas palabras, es necesario reflexionar y esta reflexión no debería culminar en deserción o desaliento. Deben ejercer los priístas la palabra franca y alta; y con ella, el juicio constructivo. No pueden quedarse en silencio y a la expectativa. Los priístas no pueden recelar de la franca y honrada opinión de sus compañeros de partido y suponer que la diferencia es antagonismo, y la preocupación, codicia.

Los priístas deben voltear a ver lo ocurrido en 1997 y en 2000. Deben ser muy cuidadosos con la palabra. Están obligados a usarla para explicar sus ideas, sus temores, sus angustias y, también, sus propuestas para sacar a su partido del fondo donde ahora se encuentra. Están obligados a no cometer más errores como los cometidos con Monreal, a quien se preparó metódicamente para ser candidato a gobernador de Zacatecas y luego se le pretendió excluir del proceso interno de selección, o Baja California sur, Nayarit o Tlaxcala, todas en manos de priístas bloqueados en su propio partido, al que debieron dejar para alcanzar un propósito que sus conciudadanos compartían: gobernar su estado.

El PRI perdió la confianza de los mexicanos y el primer paso para recobrarla es lograr algo fundamental: ganar la confianza de sus militantes.

Un riesgo deben afrontar con éxito los priístas: dar más importancia a la persona que a los principios, a la ideología. Ya sé que muchos hablan y hablan sobre la muerte de las ideologías. ¿Quién ha impulsado esas tesis? ¿Quiénes se han servido de ellas?

Los priístas deben determinar, libre y abiertamente, qué tipo de partido, de principios, de estatutos y de dirigentes desean tener. Deben discutir en forma amplia y libérrima acerca de estos asuntos. De esto dependerá lo que el pueblo diga, resuelva y haga con el partido. En mi opinión, la gran tarea pendiente del Partido Revolucionario Institucional radica en asumir las causas del pueblo como causas propias; ser vocero, mandatario de los mexicanos, serlo, a fondo y de veras, en cada instancia de gobierno y frente a cada una de ellas.

Los priístas se encuentran ante la oportunidad histórica de hacer realidad su compromiso –hasta hoy meramente retórico– con el nacionalismo, la soberanía, la libertad, la democracia y la justicia social.

El PRI está ante la coyuntura de convertirse en un verdadero partido político, en un partido realmente democrático. Hoy las candidaturas y los cargos de dirigencia partidista deben ser de quienes los priístas decidan mediante su voto libre, directo y secreto. Nunca más cargadas, nunca más decisiones “in pectore”.

Los priístas deben escuchar el sentir del pueblo, sus anhelos, sus agobios y desesperanzas. El político no sólo debe ver la superficie sino la profundidad de los problemas. Sus soluciones y los posibles reflejos a futuro. Pero ante todo, el político debe escuchar a sus compañeros de partido, a sus correligionarios, a sus partidarios. Escuchar sus razones, sus objeciones y sus lamentos. Escucharlos de veras, no como mero acto demagógico. Luego, debe cumplir sus promesas, hacer todo lo posible y necesario para cumplir a cabalidad.

En este sentido, pregunto y me pregunto: ¿puede el PRI ganar las elecciones en Colima en el 2003? Mi respuesta es sencilla y directa: si se siguen manejando como lo han hecho hasta hoy, no tienen ninguna probabilidad real de retener el control del congreso, la gubernatura y la mayoría de los ayuntamientos. Para ganar, los priístas requieren hacer lo que no están acostumbrados a reconocer: que la gente está harta de mentiras y engaños y que la única manera de enfrentar el siguiente proceso es mediante una política de alianzas y de acercamiento con la sociedad.

Las alianzas presuponen la existencia de divergencias entre grupos, con metas comunes para quienes se alían esperando mejores resultados actuando juntos que por separado. Por eso, cuando se habla de alianzas debemos preguntarnos: ¿para qué aliarnos? ¿Con quiénes? ¿Con qué resultados concretos para cada grupo? ¿Bajo qué estrategia? ¿Con qué recursos humanos, técnicos y financieros?

Las alianzas implican los riesgos de que los aliados, una vez lograda la meta traten de subsumir al antiguo aliado. Cabría revisar la naturaleza de las contradicciones entre los grupos aliados y a su propio interior y encontrar razones poderosas para aliarse y mantener esa alianza. Este es el arte del político: mediar, concertar satisfacer a los actores suavizar la posición de los contrarios, de esos políticos en Colima hay pocos, pero a raíz de la orfandad priísta, ese oficio es cada día mas solicitado y sus iniciados son más aplicados, aunque algunos se trompiezan –así, derivado de trompa– a cada declaración hecha a los medios.

Entre las alianzas necesarias destacan las que necesariamente deben ocurrir al interior del propio partido. No obstante, antes se deberá responder a estas preguntas: ¿cuál es la oferta política? ¿Para qué la alianza? Porque es más fácil encontrar convergencias entre algunos priístas con los panistas y perredistas, antes que con los mismos “tricolores”.

En este sentido, los dirigentes priístas no han demostrado capacidad ni oficio para conducir al partido en los difíciles momentos actuales, porque en vez de propiciar el diálogo y de escuchar a sus correligionarios, suelen descalificarlos, antes que analizar la verdad de sus dichos. Buscan satanizar a quienes expresan libremente su opinión.

Es necesario que en el PRI se haga el examen crítico de estos problemas, así como de la conducta del partido frente a ellos, como lo hacemos hoy. Hoy, debemos escuchar la voz de los priístas que dejan el aplauso en receso para poner en juego la reflexión. Lo que aquí se diga en voz alta no hace sino reproducir, en mayor o menor medida, lo que dicen los militantes siempre y en todas partes, en voz baja o a media voz. Ellos esperan que su partido reconozca y asuma sus necesidades y problemas y promueva y lleve a cabo las soluciones requeridas. En fin, esperan que haga lo que debe hacer un partido político con principios claros, compromisos ciertos y voluntad resuelta.

Quienes participamos en este género de reuniones, no podemos pretender que nuestros diagnósticos y propuestas prevalezcan a toda costa. Ni querer que unos dogmas, nuevos o viejos, ocupen el lugar que ocupan otros dogmas, aparentemente nuevos, pero en realidad antiguos. Debemos aspirar, en cambio, a que no haya dogmas de ningún género y a que nuestros puntos de vista se oigan y se escuchen, se analicen y se debatan en la honrada reflexión de nuestros correligionarios.

Están a la vista las próximas elecciones. También lo están las próximas generaciones. No se trata de ganar aquéllas a cambio de perder éstas. Un partido político debe advertir que el futuro es uno solo, desarrollado en dos episodios: el de los comicios llega primero. Si el PRI lo sortea con acierto, podrá asumir el siguiente, a título de protagonista, no de opositor.

La única forma de hacer ambas cosas es oír, atender, secundar las exigencias del pueblo; hacer de ellas bandera de partido y de gobierno. Si el partido asume esa determinación desde ahora podría colocarse en el rumbo debido para emprender la dura prueba que afrontará en 2003.

Finalmente, sólo quiero recordar un hecho real, concreto: los adversarios están fuera, frente a nosotros, no dentro del PRI ni a nuestro lado. No echemos a quienes están de nuestro lado, sólo por pensar distinto a quienes hoy detentan el poder. No volvamos a cometer ese error. El costo sería altísimo.”

Esta colaboración la escribí en junio de 2001. Pregunto y me pregunto:¿ mantienen su validez los argumentos expresados entonces?

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1. Las ideas son como las pulgas, saltan de unos a otros pero no pican a todos. George Shaw

2. Hay quienes cruzan el bosque y solo ven leña para el fuego. Tolstoi

3. "Cuando llega el tiempo en que se podría, ha pasado el tiempo en que se pudo. Marie von Ebner-Eschenbach

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