“La ampliación de la vida democrática es aspiración de todos los pueblos en todas las épocas de la vida. Muchas han sido las luchas emprendidas para alcanzar este objetivo, este anhelo. En México se llevó a cabo la revolución social más grande de este siglo y tuvo como base, fundamentalmente, una aspiración de cambio democrático, algo tan intangible para muchos de los participantes, como sólo pueden serlo la no reelección y el sufragio efectivo.
Hasta hoy, estas aspiraciones no han podido ser cumplidas a cabalidad. No existe respeto al sufragio, ni hay las condiciones necesarias para lograrlo, por lo menos, ésta es la percepción del ciudadano de este país cuando acude a ejercer su derecho al voto.
Sin embargo, no pueden negarse en forma gratuita los grandes avances logrados por los mexicanos. El voto a la mujer, la reducción de la edad para obtener la calidad ciudadana, los diputados de partido, la representación proporcional y la integración de organismos electorales cuya composición representa las distintas tendencias y partidos políticos nacionales y a la sociedad civil misma, son muestras claras de estos avances.
El proceso electoral de 1988 fue un parteaguas y marcó para siempre la vida de los mexicanos. Mucho ha cambiado el estilo de actuar de los políticos en este país. La discutidísima elección de Salinas de Gortari modificó las reglas conocidas hasta entonces. A partir de ese momento, ya nada ha sido igual. Como parte de la estrategia general destinada a la recuperación electoral del partido de la revolución institucionalizada, se hizo un nuevo ordenamiento electoral cuyo contenido fue negociado con los panistas para lograr su aprobación en un Congreso dominado, en el papel, por la oposición.
Con el Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales (el multicriticado Cofippe), hubo mayores márgenes de seguridad para el partido del gobierno. Los famosos candados y las cláusulas de gobernabilidad impedían, de facto, la repetición del ardiente verano de 1988.
Por otra parte, el uso del Pronasol como un mecanismo de penetración en lugares donde el PRI había sido barrido en ese año, permitió la recuperación electoral del partido oficial en 1991. Victoria tan grande e inesperada como la obtenida ese año, rompió muchos de los planes de los estrategas salinistas y se llevó entre las piernas a quienes habían inscrito como candidatos a diputados o asambleístas plurinominales. El caso más sonado fue el de Marcelo Ebrard, quien vio pasar ante sí la coordinación de los asambleístas, en el DF.
Pero no todo ha sido coser y cantar para los salinistas (mejor dicho, para los priístas). El Cofippe mostró carencias y la imposibilidad de ser, por sí mismo, arma para ganar todas las elecciones, en todas las circunstancias. La segunda ley electoral modificó en forma sustancial la situación, aun cuando mantuvo la existencia de candados de gobernabilidad en beneficio del PRI.
Pero como ya lo probaron los salinistas del PAN, se puede ganar en elecciones locales si existen, por lo menos, estas condiciones como mínimo: un padrón confiable, autoridades electorales merecedoras de la credibilidad de los partidos políticos participantes en el proceso, voluntad política de las partes para respetar la decisión ciudadana y un gobierno necesitado de un maridaje con la segunda fuerza electoral.
Ninguna de las variables existe para siempre ni en cualquier circunstancia. Todo depende aún de la voluntad presidencial. La coyuntura rige la vida en este país. No existe un proyecto político viable y sufrimos una profunda crisis financiera. México da tumbo tras tumbo. Chiapas, Guerrero, Tabasco, Ruta 100 y los profesores, son muestras claras y evidentes.
Los problemas han crecido desde la toma de posesión de Ernesto Zedillo Ponce de León: el error de diciembre, los tres recortes presupuestales de este año, el "secado del circulante" al extraer 30 millones diarios y por eso, ahora no basta una reforma electoral para paliarlos. La oposición, tanto panista como perredista, ha crecido. A pesar de las recientes derrotas electorales del PAN en Chihuahua, Durango y Zacatecas, el PAN ha crecido en forma geométrica en relación con el PRI. Por su parte, los perredistas, a más de gobernar el defeño, lo hacen en varias ciudades importantes del país, entre ellas Colima y Veracruz, pero ahora, finalmente, gobiernan un estado de la república: Zacatecas.
Para resolver los problemas del país, se requiere llegar al establecimiento de un nuevo pacto social, de nuevas reglas, de nuevas alianzas y de abrir la puerta para invitar a todos los actores a participar. No es algo fácil, más cuando Zedillo ha reiterado su convicción de no dar un paso atrás en el mantenimiento de la política económica.
Sin embargo, quienes crecimos en un país donde el nacionalismo era una ideología con sentido social y la obra revolucionaria un proyecto con valores claramente definidos como bienestar social, democracia, justicia y libertad, sabemos que por encima de nuestras múltiples y naturales diferencias de opinión, se encuentra el supremo interés de la nación, de ahí la importancia de alcanzar la reconciliación a través de la unidad nacional.
Esta unidad nacional la entendimos siempre como la condición básica para alcanzar juntos las soluciones a nuestros problemas. Esta forma de concebir el concepto implica suma de voluntades y esfuerzos y mantiene su validez a pesar de estar tan manoseada por los políticos, de todos los partidos, en sus discursos. Unidad en la pluralidad de concepciones e ideas no es un camino fácil, pero sí el único seguro para consolidar a nuestra nación. De esta manera, unidad nacional se vuelve, se puede volver, sinónimo de libertad y soberanía.
Muchos hablan a todas horas de la transición a la democracia, lograda a golpe de votos, pero este proceso democrático requiere una convicción incluyente. Entender con claridad que todos estamos obligados a participar en la discusión, análisis y toma de decisión de hacia dónde queremos ir, cómo queremos ir y cuándo queremos ir. La responsabilidad es de todos. Nadie es dueño de la verdad absoluta. En la discusión cabemos todos.
En el ámbito de la praxis, la tarea primigenia debe ser la de echar abajo el viejo aparato, la nomenklatura, las estructuras caducas, para arribar a un nuevo estadio de evolución donde podamos definir el nuevo destino de este país.
Pero reitero, la obligación es de todos. Los políticos han convertido a este país en casi un estercolero. Estamos obligados a devolverle su dignidad a la acción política cotidiana. Debemos recuperar la confianza de la sociedad, la credibilidad en las palabras de los dirigentes y actores políticos.
Este puede ser un primer paso importante. De nosotros depende.”
Todo lo anterior lo escribí en 1998, hace poco más de 10 años, precisamente. Como usted puede ver, la situación ha cambiado ligeramente en el país, pero en general, estamos peor que hace 10 años. ¿O no?
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1. Las diputadas Martha Meza y Gabriela Sevilla han demostrado a los colimenses que los políticos suelen ser amigos de los que se puede desconfiar, pero enemigos capaces de todo. La lucha por la nominación del PAN a la alcaldía porteña está a todo volumen y las descalificaciones van y vienen. Fiel a su estilo, la diputada Sevilla hace uso del “aparato” panista porteño y se lanza con todo en pos de la ansiada nominación a la alcaldía. Según me lo comentó el alcalde porteño, Gabriela Sevilla es capaz de derrotar en una elección constitucional a cualquier a que le ponga enfrente, incluido, por supuesto a Nabor Ochoa si éste decidiere competir por otro partido.
Tal vez eso explique el actuar e la legisladora Sevilla, que una y otra vez trasgredí los límites de la ley y de los propios estatutos panistas, en su afán de conseguir la candidatura a la alcaldía.
2. Sea cual sea la respuesta, puedo decir que nunca he pedido estar aquí y aún estando aquí, sólo pienso en cómo salir, sin hacer ruido, sin que se note mi ausencia, como si nunca hubiera estado. Y de esa manera, sentir la ilusión de no haber existido nunca. Emile Cioran
3. Humano es errar, pero solo los estúpidos perseveran en el error. Cicerón
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