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jueves, diciembre 13, 2007

Juan Carlos Pinto, ¿ Destape o Madruguete?

La semana pasada le comenté a usted que el gobernador del estado, Silverio Cavazos, destapó a Juan Carlos Pinto, actual presidente municipal de Tecomán, como el que debería ser el candidato del PRI a la gubernatura. Le dije también que ese pronunciamiento lo habría hecho en el marco de su intervención en la cena por el aniversario del club Cosmos.

Mucha tinta corrió en la semana, mucho se habló del tema. Unos y otros hablaron de las razones que habría tenido el gobernador para hacer la anunciación.

Hoy, vale la pena hablar más de Juan Carlos Pinto, de sus antecedentes, de su lucha por ser candidato a presidente municipal y sus evidentes esfuerzos por ser, ahora, candidato a gobernador.

Juan Carlos Pinto ha luchado duramente para alcanzar el lugar que ocupa. Nada le ha sido fácil. Hasta sus más acérrimos enemigos, que los tiene, suelen reconocerle sus denodados esfuerzos y los éxitos logrados, aún contra la línea oficial.

Una muestra de ello es la manera como enfrentó a Silverio Cavazos en la lucha por las candidaturas a las Juntas Municipales de Tecomán, justo cuando ambos eran diputados y luchaban por el candidato del PRI a la presidencia municipal de Tecomán en 2006. Ambos tenían sus prospectos para cada de las juntas municipales. Aun cuando no son partidistas las luchas, los priístas acordaron que habría un proceso interno para seleccionar a los candidatos que ese partido apoyaría. Silverio y Juan Carlos tenían sumo interés en que fueran sus simpatizantes los que se hicieran con las candidaturas. Vale decir que los simpatizantes de Juan Carlos Pinto ganaron el proceso interno y, posteriormente, la elección ciudadana, aunque ésta debió celebrarse en dos ocasiones, porque la primera fue anulada por el cabildo tecomense.

Silverio y Juan Carlos Pinto tenían un cerrado duelo. Muchos miembros de la clase política local reconocían que Silverio tenía las simpatías y el apoyo del gobernador Gustavo Vázquez, y, en consecuencia, mucho del apoyo institucional del PRI; sin embargo, al mismo tiempo, reconocían que Juan Carlos Pinto tenía mucha presencia en “las bases” del partido y que el proceso para las Juntas Municipales lo había demostrado.

Eran aquellos tiempos, aquellos lodos.

Hoy, la circunstancia es diferente. El PRI está en una situación más complicada. No hay un priísta, hasta hoy, que garantice el triunfo, aunque sea de manera apretada. Ni Mario Anguiano, ni Juan Carlos Pinto, ni Carlos Cruz garantizan, en este momento un triunfo electoral. Las razones van más allá de sus capacidades y limitaciones. Las circunstancias locales hacen muy competido el proceso electoral y en el PRI las fracturas son cada vez más y mayores, aunque en la superficie todo siga igual. Cada vez hay más y más priístas lastimados, heridos, soslayados, “bocabajeados” –como suelen decir en mi pueblo-, que forman parte de un ejército que podría convertirse en la primera línea en contra de las pretensiones priístas de retener la gubernatura.

Por todas estas razones, el destape de Juan Carlos Pinto no es algo menor, sino parte de una estrategia política echada a andar por el gobernador Silverio Cavazos y que puede servirle al PRI para valorar la calidad de sus aspirantes, su alcance, su penetración en la sociedad y el nivel de aceptación y rechazo que su eventual candidatura podría provocar. No es malo el intento, sobre todo porque ahora Juan Carlos Pinto sabe que ésta es la única oportunidad que tiene de convertirse en candidato en 2009.

Por eso, las viejas rencillas, grillas y enconos se guardan en el armario. Juan Carlos Pinto está consciente de que no es el favorito del gobernador, no lo fue antes y no lo es ahora, y sabe que fue puesto en una circunstancia complicada y que para salir avante requerirá, no sólo de su habilidad para repeler ataques y sobrevivirlos más o menos intacto, sino de que convenza plenamente a sus compañeros de partido de que él es la mejor opción.

Desde luego, su puesta en marcha puede afectar a los otros aspirantes, quienes sabrán si se mueven o no. Pero lo cierto es que el 2008 pinta para ser un año exageradamente movido.

En lo personal, creo que el destape puede ser beneficioso no sólo para Juan Carlos Pinto, Mario Anguiano y Carlos Cruz, sino para todos los priístas, porque el fandango va a llegar hasta las regidurías, así que airear el proceso de selección interna me parece muy bien.

¿Qué van a hacer Carlos Cruz Mendoza, Mario Anguiano y todos los demás priístas que aspiran obtener la candidatura del PRI a la gubernatura?

En lo personal, pienso que el gobernador Silverio Cavazos mantiene a Carlos Cruz como su primera opción, pero sabe qué debe hacer que los demás aspirantes se den cuenta del nivel de aceptación y rechazo que los priístas en particular y los colimenses en general, tienen por sus aspiraciones.

Vamos a esperar.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1. El PRI en Colima está en una circunstancia realmente complicada. A pesar del discurso oficial, no hay un partido en movimiento, ni una conducción no sólo adecuada a las circunstancias, sino capaz de sacarlo del marasmo en que se encuentra.

El próximo año, su actual presidenta habrá de cumplir el periodo para el que fue electa, es decir, para concluir el periodo faltante a Luis Gaytán. Por mandato estatutario están obligados a hacerlo, pero más allá de los pocos meses que faltan para que concluya su periodo la actual dirigencia, lo cierto es que los priístas están obligados a pensar en quién o quiénes habrán de ser sus nuevos dirigentes formales.

Desde mi punto de vista, el partido necesita un dirigente que sea sólo eso: dirigente y que entienda con claridad que el periodo para el que sea elegido por sus compañeros de partido será el más complicado en la historia del PRI local, sobre todo por la probabilidad de que el PRI pierda no sólo la gubernatura, sino el control del congreso local.

Se requiere un dirigente con experiencia política, que haya ocupado cargos electorales y, sobre todo, que esté dispuesto a ser, en el 2009, sólo el presidente de su partido. Nada más. Me explico: por la cercanía del 2009, cuando a mediados del próximo año se elija a la nueva dirigencia, el PRI no podría conducirse con éxito si su presidente anda buscando una posición electoral. Mal podrían confiar en él sus compañeros de partido si saben que en él tienen a un competidor más, que sus acciones tienen una intención dañada, como suelen argüir los abogados.

Se requiere un presidente del PRI que conozca a la clase política, pero, sobre todo, que ésta lo conozca y le reconozca capacidad y sensibilidad política, así como calidad para ser su interlocutor. Se necesita un presidente que sea ejecutivo, realmente ejecutivo y que esta cualidad la haya probado en sus anteriores desempeños.

Por supuesto, Silverio Cavazos cuenta con elementos con estas características y como primer priísta de Colima, le corresponde la responsabilidad de emitir el primer voto acerca de quién habrá de ser el nuevo dirigente estatal de su partido.

Por mi parte, considero que Héctor Michel Camarena podría ser el mejor dirigente para la hora aciaga que vive el PRI en Colima.

2. Martín y Audelino Flores son los presuntos dirigentes de la Unión que agrupa a 16 sindicatos de burócratas municipales y estatales. Aunque lo de dirigentes es un decir, me explico: Audelino Flores fue electo bajo los términos establecidos en la (presunta) convocatoria emitida por la anterior dirigencia sindical, comandada por Agustín Martell. Sin embargo, a dicha convocatoria respondieron menos de la mitad de los sindicatos que componen la Unión, seis de 16. Por eso, casi para cualquier sindicalista, la elección de Audelino Flores carece de legalidad – y de legitimidad, por supuesto- al no haber existido quórum.

Por otra parte, Martín Flores y sus partidarios emitieron una convocatoria, su propia convocatoria, porque, adujeron, la dirigencia no la había emitido en tiempo y forma.

Audelino dice que Martín es inelegible porque adeuda cuotas y, a su vez, Martín dice que Audelino no puede ser dirigente porque está jubilado.

Martín Flores puede argumentar que la secretaria de organización de la unión, me parece, actuó de mala fe y hay constancia pública de ello, cuando dijo al preguntársele si ya estaba definido el lugar donde se realizaría el congreso, la diputada tuvo esta “ocurrente” respuesta: “Los vamos a dejar sufrir un poquito más a mis compañeros, para ver la desesperación y ver hasta dónde llegan”. El resultado ya se vio: llegaron hasta donde tenían que llegar e hicieron lo que tenían que hacer.

Pero el que se voló la barda fue Rigoberto Salazar Velasco, delegado del PRI en Colima, quien al ser interrogado, dijo que su partido, el PRI, reconoce a ambos, Martín y Audelino Flores, como los dirigentes de la Unión.

Por lo pronto, después de esta declaración “salomónica” de Rigoberto Salazar, sólo espero que la división no perjudique tanto al PRI.

3. Dos entrañables amigos perdieron a su padre y hermana, respectivamente. Para Miguel Angel Chávez y Felipe Salazar, mi solidaridad en estos momentos de dolor y pena. Estoy seguro que pronto, ellos y sus familiares, encontrarán consuelo y alivio por la pérdida sufrida.

4. “Estoy tan alegre y tan triste que en mis lágrimas se reflejan el cielo y la tierra al mismo tiempo. Aunque sea solamente por la alegría de mi tristeza, querría que no hubiera más muerte en esta Tierra” Emile Ciorán

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