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martes, noviembre 11, 2008

Precisiones a Jorge Humberto Silva Ochoa

Tras lo escrito por el exgobernador Fernando Moreno Peña acerca de hechos ocurridos en 2003 y 2005, se hizo un comentario relativo a mi intervención en la formulación de una propuesta para que el entonces coordinador de los diputados priístas en el congreso local, Jorge Humberto Silva Ochoa, aceptara solicitar licencia a la diputación local para integrarse al gabinete del Profesor Gustavo Vázquez Montes.

Por esta razón, daré mi versión de estos hechos.

Eran los días posteriores al 24 de diciembre, aquella noche en que Gustavo Vázquez recibió la constancia de mayoría definitiva, tras el tramposo intento de la presidenta del Tribunal Electoral del Estado, (TEE), de torcer la voluntad de los colimenses y hacer ganar, ¿recuerda usted?, a Antonio Morales con el argumento de la anulación del 20 por ciento de las casillas de Tecomán y con ello la votación de todo el municipio, como si fuera una elección municipal y no estatal la de gobernador, (no es broma, esa fue la línea argumental seguida por la presidenta del TEE) y el 24, casi a medianoche, se había dado paso, finalmente, a la legalidad.

Cabe aclarar que esae mismo día, 24 de diciembre de 2003, alrededor de las ocho de la noche, recibí la invitación del profesor Gustavo Vázquez para incorporarme a su equipo de trabajo en la Coordinación General de Análisis y Desarrollo Sociopolítico.

La noche del 26 de diciembre, me llamó el gobernador electo. Cuando llegué a su oficina, también estaba el exgobernador Fernando Moreno Peña.

Ciudadano, me dijo el gobernador, te mandé llamar porque quiero que busques al Licenciado Humberto Silva y le digas que me interesa que se incorpore al gabinete; díle que le ofrezco Cultura o Planeación.

Le dije que seguramente “el Jefe” (así le decíamos muchos de sus colaboradores en la Secretaría General de Gobierno a Jorge Humberto Silva Ochoa) no aceptaría ninguna de las dos posiciones, porque en la coordinación del congreso tenía más poder e influencia de la que tendría como miembro, uno más, del gabinete. Además, insistí, no aceptaría ir a Cultura porque allí está Luis Ignacio Villa García Medina y “el Jefe” no aceptaría servir para que se le desplazara.

¿Qué crees que aceptaría?, preguntó entonces Fernando Moreno Peña: Educación, le dije y expliqué que allí tendría espacio en la nómina para acomodar a sus amigos y colaboradores.

Pero esa secretaría estará cubierta con el Maestro Carlos Flores, dijo Gustavo.

¿Entonces?, pregunté.

Mira ciudadano, me dijo Gustavo Vázquez, en último caso, si el Licenciado Humberto no acepta irse a Planeación o Cultura, dile que podría irse a Desarrollo Social, que será muy importante en mi gobierno, pero no se lo vayas a decir en primer lugar, sino sólo si no acepta Cultura o Planeación.

Muy bien, dije, y llamé de inmediato al “Jefe”para decirle que el Profesor Gustavo Vázquez me había pedido que hablara, personalmente, con él para darle un mensaje.

¿De qué se trata?, inquirió.

No le puedo decir por teléfono, le respondí. Ya sabe usted por qué.

Me dijo que podríamos vernos al día siguiente, por la mañana, en su casa.

Al día siguiente, en cuanto llegué su casa, nos fuimos a la sala, donde está el bar y nos acomodamos. Estábamos solos en aquella sala tan amplia y tan blanca, como escribió León Felipe en “Qué lástima”.

Sin preámbulos incómodos, le dije de inmediato de qué se trataba el asunto y tal como habíamos previsto, “el Jefe” se negó abiertamente a irse a Cultura o Planeación. Dijo que, en el remoto caso de que aceptara irse a la administración, sólo aceptaría Educación.

Le expliqué que no había absolutamente ninguna probabilidad de que le diesen Educación, porque a esa secretaría se reincorporaría Carlos Flores el uno de enero de 2004, al concluir su responsabilidad como gobernador interino.

En ese caso, me dijo, prefiero quedarme en el congreso.

¿Ya lo pensó bien, Jefe?, le pregunté.

Sí, me dijo. Prefiero quedarme allí a irme a Planeación, porque a Cultura, jamás aceptaría.

No se preocupe por Nacho, le dije, a él lo van a mover a otra área. No va a salir del gobierno.

Por otra parte, le insistí, si usted no quiere irse ni a Planeación, ni a Cultura y no puede obtener Educación, podría irse a Desarrollo Social. Usted la va a crear, prácticamente, tendrá espacio para mucha gente suya.

Pero si usted insiste en quedarse en el congreso, Jefe, le remarqué, debe pensar en que no se va a quedar como coordinador de los diputados, porque eso ya está definido para Silverio Cavazos.

¡Yo fui electo por los diputados!, me respondió en tono irritado.

Pero igualmente puede ser removido, Jefe, le recordé. Mire, le dije, si usted así lo desea, nadie lo va a obligar a que se vaya a la administración, pero se va a quedar sólo como diputado, porque va a dejar de ser el coordinador de los diputados priístas y, en consecuencia, el Presidente de la Comisión de Gobierno Interno y Acuerdos Parlamentarios.

¡Así de fácil va a ser, Jefe!, le reiteré. Como llegó a esa posición se va a ir, le remarqué.

No creo que usted quiera quedarse en el congreso sólo como diputado, presidiendo, si acaso, una comisión y ya, y además, habiendo desairado una invitación del gobernador, le enfaticé.

Por un rato, el silencio llenó la inmensa sala donde nos encontrábamos.

Entonces, Jefe, ¿qué va a hacer? y le volvía preguntar: ¿qué le digo al gobernador?

¿Se va a ir a Desarrollo Social, o no?, concluí.

Su actitud era de desaliento y su respuesta forma parte de la historia local.

Un par de consideraciones: Jorge Humberto Silva Ochoa sabía entonces, y lo sabe aún, que no me asumo, jamás, como emisario de alguien sin serlo. Por ello, aquella mañana de diciembre de 2003, “el Jefe” Jorge Humberto Silva Ochoa no dudó, ni por un momento siquiera, que el mensaje, que de manera personal y privada le enviaba el gobernador Gustavo Vázquez, era auténtico, tal como él pudo constatarlo al tomar posesión del cargo que, por mi conducto, le ofreció el gobernador Gustavo Vázquez.

Además, él había hecho lo mismo años antes, pues me ordenó, cuando era su colaborador en la Secretaría General de Gobierno, como Director de Asuntos Políticos, que fuera en su representación a darle posesión al sucesor de Jesús Toscano en la Dirección General de Prevención y Readaptación Social.

¡Un Director de Area, dándole posesión a un Director General! Como suelen decir en el ámbito militar: vale más comisión, que rango.

Por ello, no era nada extraño para Jorge Humberto Silva Ochoa que el gobernador Gustavo Vázquez me hubiera comisionado para llevarle la instrucción de que debía solicitar licencia como diputado local plurinominal para incorporarse al gabinete.

En lo personal, estaba convencido de que “el Jefe”, terminaría por aceptar la propuesta del gobernador, porque, como el propio Jorge Humberto Silva Ochoa dijo alguna vez, una orden del jefe, por muy suave que sea la forma, no deja de ser una orden que debe acatarse, a menos que se esté dispuesto a afrontar las consecuencias.

Así las cosas, Jorge Humberto Silva Ochoa no dudó entonces y, estoy seguro, no duda ahora, de la legitimidad del mensajero y de la exactitud del mensaje. Si no hubiera sido así, habría llamado de inmediato a Gustavo Vázquez para referirle la conversación y ver si era “legítimo” el mensajero y exacto el mensaje. Jorge Humberto Silva Ochoa sabía que no tenía necesidad de hacerlo. Lo sabía por experiencia propia.

Como le consta a Jorge Humberto Silva Ochoa, guardo riguroso registro de lo sucedido en esos poco más de cuatro años, así como de lo ocurrido de entonces a la fecha.

Hay mucho qué decir, de entonces y de ahora.

Hasta hoy, por convicción personal, me he mantenido al margen de todo este asunto. Me gustaría seguir así, pero no depende sólo de mí, aunque todo tiene un límite.

Por ello, sólo refiero los hechos como me consta que ocurrieron.

Ojalá no haya necesidad de hacer más precisiones, pero, reitero, ello no depende sólo de mí.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1. Coincido con quienes han dicho que las expresiones del presidente Felipe Calderón respecto de Juan camilo Mouriño fueron excesivas. Coincido también en que sus palabras fueron las del amigo incondicional, que no ve los defectos de su amigo, sino sólo sus virtudes, supuestas o reales.

Como muchos, expresé mi opinión acerca del desempeño de Juan camilo en la Secretaría de Gobernación y dije, como muchos, que su desempeño estaba muy por debajo de lo que se requería en esa dependencia, sobre todo en los difíciles momentos que se vivían en el país.

Si los panistas quieren hacer de él un santón de su partido, allá ellos. Es su decisión. La realidad del desempeño de Juan Camilo Mouriño está en las páginas de los diarios y en las videotecas y fonotecas de los principales programas de noticias y de opinión de radio y televisión. Los ditirambos y la desmesura no van a cambiar esa realidad.

2. ¿Soy demasiado consciente de la realidad, y los demás viven en un sueño de idiotas del que no quieren despertar (cosa que no les reprocho), o soy yo el estúpido que cree ver demasiado, sin ver nada? Emile Ciorán

3. No tomes muy en serio/lo que te dice la memoria./A lo mejor no hubo esa tarde./Quizá todo fue autoengaño./La gran pasión/sólo existió en tu deseo.//Quién te dice que no te está contando ficciones/para alargar la prórroga del fin/y sugerir que todo esto/tuvo al menos algún sentido. Memoria. José Emilio Pacheco.

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