Las elecciones en Guerrero fueron desastrosas para el PRD. Dividido en dos grandes bloques, confrontado de tal manera que de manera abierta el senador Ricardo Monreal repitió lo hecho en Zacatecas, donde llevó al PT a los inconformes con las designaciones de candidatos hechas por la gobernadora Amalia García e hicieron perder al PRD las principales ciudades del estado.
Para el PRD, los comicios de Guerrero fueron un desastre total. Prácticamente compartieron triunfos con el PRI en el Congreso, donde habrían ganado 13 diputaciones de mayoría, el PRI 11 y dos más en alianza con el Verde.
Pero el mayor problema para el PRD no es haber perdido, ahora en manos del PRI, la capital del estado, así como la “joya de la corona”: Acapulco. No, el mayor problema del PRD es salir de la espiral de división agrandada durante este proceso electoral.
A pesar de que ya en una ocasión se le inició proceso en su partido y fue suspendido en sus derechos como militante, Ricardo Monreal reincidió en su conducta y apoyó a candidatos que no fueron postulados por su partido y contribuyó de esa manera a la derrota del PRD en Acapulco.
No fue un mero desacato, incluso a una disposición emanada del congreso nacional perredista, sino un acto deliberado que pretendía demostrar un hecho: los mandatos de López Obrador se cumplen a rajatabla o, de lo contrario, se hunde el partido. Fue una decisión de López Obrador que “su” candidato fuese Luis Walton, a quien el gobernador no “dejó” pasar como candidato y por ello decidió competir por la alianza PT-Convergencia a la presidencia municipal de Acapulco.
Tanto Porfirio Muñoz Ledo como Ricardo Monreal Avila fueron operadores de López Obrador en Acapulco y ambos, a la luz de los hechos, hicieron su trabajo “muy bien”, porque lograron que el candidato del PRD, el del gobernador y “los chuchos”, perdiera la elección y no sólo eso, sino que se fuera hasta el tercer lugar en las votaciones.
Ricardo Monreal y Porfirio Muñoz Ledo cumplieron a cabalidad la instrucción recibida y el beneficiario de ello fue el PRI, que desde que fueron definidas las candidaturas, se vio favorecido en las encuestas debido a la percepción ciudadana de que el PRD no sólo estaba dividido, sino que había sufrido una fractura mortal, local la fractura, podrá argüirse, pero mortal por necesidad y eso es como la lepra: se empieza a caer pedazo a pedazo, pero de que se cae, se cae.
¿Qué van a hacer los perredistas? Porque este es un mal que no sólo los aqueja en Guerrero, ¡bueno fuera!, sino que avanza por toda la república, tanto que aquí en Colima se han dado ya los primeros enfrentamientos entre el grupo de los “chuchistas” y el de los “chuchos”. Ya hemos visto las zacapelas que se pusieron unos a otros, y otros a unos, por el asunto del regidor suplente en Manzanillo, primero, y después por el ofrecimiento de la candidatura para gobernador al recién reelecto para un segundo periodo como rector de la Universidad de Colima, Miguel Angel Aguayo López.
Arnoldo Vizcaíno, de “los chuchos”, crítico la acción del presidente estatal de su partido, quien de “bote pronto”, como mera acción mediática, ocurrencia, “jalada” (o como desee usted calificar tal acción), invitó públicamente al rector de la Universidad de Colima, Miguel Ángel Aguayo López, a contender por el partido del sol azteca a la gubernatura del Estado en el proceso electoral del próximo año
En este sentido, lo que no me quedó claro, lo confieso, es el asunto de que el rector es, cito textual: “considerado como una opción latente (las negritas son mías) para contender por la gubernatura estatal.” Fin de la cita.
Al respecto, tengo una pregunta para el dirigente estatal del PRD: ¿no le late el alcalde de Colima para la candidatura a gobernador? Es pregunta.
Por supuesto, coincido con Arnoldo Vizcaíno: fue una falta de respeto al rector hacerle la invitación justo el día en que éste era reelecto para un segundo periodo en la rectoría de la Universidad de Colima. No se trata de ocurrencias, sino de seriedad y formalidad en el desempeño de las responsabilidades inherentes a la presidencia del comité directivo estatal de un partido político.
Pero éste es el nivel del PRD en el país, el de las divisiones, las ocurrencias, el rompimiento de las normas de convivencia, la beligerancia verbal, la incapacidad para construir un partido y, en cambio, usar las siglas en provecho propio.
Pero, bueno ( como dice mi amigo argentino), en Guerrero se les descompuso el tren: Chilpancingo, Acapulco, Iguala, Taxco, Tecpan y Coyuca de Catalán, son la joya de las 45 alcaldías ganadas por el PRI, de 81 que son el total. En el congreso local también les fue mal, porque el PRI habría ganado 13 de los 28 distritos de mayoría, aunque eso se definirá hasta que el Instituto Electoral de Guerrero haga el cómputo respectivo.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1. Los problemas continúan en Manzanillo y parecen haber entrado en una espiral sin fin. La alberca, también conocida como palenque de gallos, construida con recursos “privados”, tiene un solo problema: es apenas un chapoteadero y las explicaciones del director de obras públicas son peor remedio que la enfermedad misma, porque dice que el nivel del manto freático ha subido mucho en los últimos cinco años, pero se le “olvidó” que el palenque se construyó hace menos de dos años, es decir, ya había el problema de los mantos freáticos superficiales y se autorizó la construcción sin haber tomado en cuenta este facto, variable o elemento.
Las explicaciones del director de obras públicas de Manzanillo son tan claras, o difusas, como las dadas por el alcalde de Colima, Mario Anguiano, con respecto a: primero, su parentesco con quien traía el auto del militar desaparecido; segundo, el monto total de recursos aplicados en obras en Colima y la procedencia de los mismos y, tercero, las razones por las que asistiría a una presunta reunión con Fernando Moreno Peña.
2. Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo. Marco Tulio Cicerón
3. Me basta escuchar a alguien hablar sinceramente de ideal, de porvenir, de filosofía, escucharle decir "nosotros" y sentirse su intérprete, para que le considere mi enemigo. Veo en él un tirano fallido, casi en verdugo, tan odioso como los tiranos y los verdugos de gran clase. Emile Ciorán
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