Hablar del desempeño durante estos primeros tres años de mandato del rector de la Universidad de Colima, Miguel Angel Aguayo López, es enlistar una larga serie de acciones exitosas.
Estos, ya casi, 37 meses de gestión rectoral le han permitido al rector darle un sello propio, imponerle a la Universidad su propio ritmo, su “estilo personal de gobernar”, como diría el maestro Daniel Cosío Villegas.
Cada uno de los rectores de nuestra universidad ha afrontado diversos retos y peligros, que han sorteado casi siempre con fortuna.
Miguel Angel Aguayo López es un rector bien querido. Eso es algo indudable. Dije en otras ocasiones que en la Universidad de Colima se respira un aire de libertad, que es signo primigenio, debe serlo, de una universidad auténtica, libertad de pensamiento y de acción.
Cuando llegó al rectorado, Miguel Angel Aguayo era ya muy conocido por todos los miembros de la comunidad universitaria por haber sido el secretario general durante buena parte del rectorado de Carlos Salazar Silva, con quien la Universidad de Colima inició su etapa de consolidación académica y salida masiva la mundo.
Aguayo López fue considerado siempre como un hombre con el que se puede hablar y dialogar libremente, que sabe escuchar activamente a quien acude ante él para plantearle un asunto, por baladí que éste pueda ser. Un hombre cuyo buen ánimo disposición para servir están siempre presentes.
Pero el rector combina el buen talante con la firmeza en sus decisiones y, sobre todo, la inteligencia para saber cuándo y cómo salir en defensa de la universidad.
Así lo ha demostrado a cabalidad en varias ocasiones, la última de ellas con el asunto de la pretensión del director de CIAPACOV, Rodolfo Valdez Valdez, quien pretendía cobrarle a la universidad toda el agua que consume ésta en todos sus campus, cuando por ley está exenta de hacerlo.
Con prudencia y respeto, pero con firmeza y entereza, el rector Aguayo López explicó a la sociedad por qué no debía realizar la Universidad de Colima los pagos requeridos y por qué había actuado al margen de la ley el funcionario al suspender el servicio de agua en varias ocasiones a nuestra máxima casa de estudios.
De igual manera, el rector ha cumplido su tarea de mantener el rumbo ascendente de la universidad en el ámbito académico, al promover que varias de las escuelas sean certificadas por la calidad de sus procesos y, al mismo tiempo, hacer que la mayoría de sus docentes tengan maestrías y doctorados para que puedan estar en mejores condiciones de cumplir sus labores profesionales.
Pero, más allá de las obras materiales, del mejoramiento del rendimiento académico, del impulso notable a la difusión y promoción de la cultura y las artes, Miguel Angel Aguayo López es responsable por el clima de paz y tranquilidad que se vive cotidianamente en nuestra universidad. Hay un buen ambiente de trabajo y eso es muy evidente para cualquiera y en ello mucho tienen que ver la manera de ser de Miguel Angel Aguayo: cálido, agradable, bien dispuesto, pero firme y sensible, a la vez.
Mucho dice de él por las grandes oportunidades que le está dando a muchos jóvenes en su equipo de colaboradores. Casi todos con maestrías y doctorados, todos comprometidos con la universidad, todos bien dispuestos para el trabajo. Para probarlo, basta y sobra con revisar la lista de quiénes han recibido nombramientos como directores de escuelas, facultades y coordinaciones.
Sin alardes, con sensatez e inteligencia, el rector mantiene firme en sus manos el control de la universidad. No busca imitar a ninguno de sus predecesores, pero siempre está dispuesto a dialogar, a buscar asesoría, consejo y apoyo para realizar mejor su tarea. Con Miguel Angel Aguayo López, la Universidad de Colima se ha convertido en hogar natural de la libertad y la tolerancia, como a muchos universitarios consta.
Es un hombre consciente de que como rector es un gran coordinador de esfuerzos en una misma dirección, con un mismo sentido, aunque exista la diversidad y pluralidad propias de una gran institución como lo es nuestra Universidad de Colima. Sabe que mientras mejores sean sus colaboradores, mejor podrá ser el funcionamiento de la universidad toda. Por eso se arriesga y entrega nombramientos, y con ellos su confianza, para que lo acompañen en lo que, seguramente, será su segundo rectorado.
Los colimenses, y con esto me refiero a todos los que vivimos en Colima, nos podremos sentir orgullosos y confiados por la manera suave y firme e inteligente y segura, a la vez, con que Miguel Angel Aguayo López conduce a la Universidad de Colima por las procelosas aguas que le tocó enfrentar.
En la Universidad de Colima han estado, desde su fundación, muchos de los mejores hombres y mujeres de Colima, muchos lo saben, muchos más los recuerdan con admiración y cariño. Desde mi punto de vista, evocar a personas de esta talla moral y política, profesional y humana es una manera de adquirir confianza y serenidad. A través de ellos podemos mirar muchas páginas luminosas de nuestra historia local moderna, donde se encuentran las biografías de nuestros más capaces contemporáneos. En esas páginas hallaremos, seguramente, el ejemplo de colimenses, por nacimiento o por decisión personalísima, de un tiempo cercano y difícil, a los que no vencieron ni el desaliento ni la incertidumbre.
No faltarán los pesimistas que sostengan que tales ejemplos son cosa del pasado, remoto o reciente, y que ahora faltan personajes de estatura semejante. Repliquemos que no es cierto. Hay coterráneos que ya levantan la estafeta; que ya circulan con ella; que ya la llevan en animosa carrera. Muchos, millares sin duda alguna, han acudido a llenar el espacio que van dejando sus ilustres antecesores, y podríamos argumentar, con sobrada razón, que nuestro rector es uno de ellos.
Ojalá tuviéramos muchos más colimenses como Miguel Angel Aguayo López.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1. El fin de semana, un amigo manzanillense me dijo muy preocupado que ve muy difícil el proceso electoral para su partido, el PRI, en Manzanillo en el 2009. Le pregunté que cuál podría ser el cuarteto ganador, refiriéndome a los candidatos a diputados locales, presidente municipal y diputado federal que habrán de ser elegidos el próximo año, y me dijo que no podía armar un “winner team”, que no veía cómo se podría integrar un equipo triunfador en todas las posiciones en disputa.
No le falta razón a mi amigo, pero le recordé que en realidad sólo hay tres posibilidades: que en le 2009 las cosas estén igual que ahora, mejor que ahora o peor que ahora. Que falta ya poco tiempo para saber cómo estarán.
Pero ya en lo corto, me pregunto y pregunto, amable lector: ¿Exagera mi amigo el priista porteño? No lo sé, pero que no se le crea. Que no se crea a los priístas alarmados que observan la diaria erosión del partido. Que no se mire la noticia cotidiana sobre los personajes que desertan uno a uno, y los militantes y simpatizantes que lo abandonan, sin estrépito ni conferencia de prensa. Que no se crea en nada de eso. Pero que se hagan bien las cuentas de cuántos quedan hoy y cuántos podrían estar mañana.
Como dicen que escribió Jaime Sabines: “ Yo no lo sé de cierto, pero…”.
2. “Está mal orientada la política social de este país, precisamente por lo que estamos viendo en Colima que se está privilegiando favorecer a un partido político, politizar este tipo de recursos y de programas y de no combatir lo que debe de ser el fondo de la pobreza, ese gran abismo que existe lamentablemente en el país entre pocos ricos y muchos pobres.
Nuevamente hacemos el llamado, ya existe el precedente que se tuvo que ir una delegada porque se comprobó que hizo uso indebido de los programas; hacemos el llamado para que se abstengan de este tipo de prácticas los delegados federales en Colima y no sean el brazo electoral del Partido Acción Nacional.” Con este rollo, el delegado del PRI, Rigoberto Salazar Velasco, demandó que los delegados de las dependencias federales dejen de hacer tareas de proselitismo a favor de los panistas.
3. “Algunos tienen desgracias; otros, obsesiones. ¿Quiénes son más dignos de lástima?”: (...) Emile Ciorán
http:www.agendapolitica.blogspot.com
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