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jueves, diciembre 08, 2022

 

Agenda Política

Por Miguel Acosta Vargas

PRI Colima: el muerto andante

El otro día escribí en este espacio sobre la inexistencia del PRI como partido político en Colima. Por supuesto, me refería a su existencia real, no a la formal; a su ausencia y lejanía de la población, de la sociedad en su conjunto. Hoy, amplío mi comentario inicial.

Parece, de entrada, un juicio exacerbado, extremo, sobre un partido gobernante en Colima desde su creación hasta el 2021. Por ello conviene reiterar los límites del comentario. ¿Realmente está desaparecido el PRI en Colima?, ¿existe evidencia de esa desaparición?

Formalmente, el PRI en Colima existe, hay una dirigencia estatal y las dirigencias municipales correspondientes. Existen, también formalmente, todos los órganos de gobierno señalados en los estatutos; sin embargo, reitero, la expresión se refiere a la realidad a la inexistencia en los medios tradicionales y los alternativos, a su ausencia como voz y expresión de las muchas demandas de la población, de la inexistencia de presencia para denunciar las fallas gubernamentales y demandar a las autoridades la solución de los problemas padecidos por la sociedad.

La dirigencia estatal priista vive ajena a la realidad cotidiana de los colimenses. Están ahí sólo en busca de obtener una posición en la siguiente elección, preferentemente plurinominal.

Las ausencias en el PRI son mayores a las presencias. Me explicó: quienes han salido del PRI, por diversas circunstancias, representan una cantidad mayor a la de quienes se han integrado al PRI de tres años a la fecha.

En el PRI, en este PRI actual en Colima, una serie de grupúsculos se disputan los restos del otrora partidote. Los nombres de quienes ya no están son notorios y sabidos. Es cierto: muchos se fueron al no lograr las posiciones electorales deseadas. Muchos se fueron con gran alharaca. Esos, en realidad, preocupan muy poco a cualquier partido, pero lo grave es la silenciosa salida de decenas de miles de colimenses, de hombres y mujeres hartos de no tener respuestas, hastiados de apoyar a éste o aquel candidato para luego ser rechazados cuando solicitan un apoyo, una obra pública para mejorar su calidad de vida.

Por supuesto: no hay quien no se alarme por el constante egreso de correligionarios: unos decepcionados, iracundos otros. El clamor se incrementa cada día. Los priistas ya no desean apechugar con los errores cometidos por dirigentes y candidatos y tampoco desean guardar silencio.  

Los auténticos priistas viven con el corazón encogido, porque desconocen el destino de su Partido. Muchos disputan la conducción partidista en Colima, pero no para llevarlo a puerto seguro, a obtener la victoria en las elecciones venideras. ¿Cómo confiar ahora en quienes ya demostraron con suficiencia su incapacidad para cohesionar a los cada día más escasos militantes y simpatizantes?

Desencantados, muchos antiguos priistas deploran cuanto ocurre al interior de su expartido y aguardan el momento de devolver el golpe a quienes tanto los lastimaron y traicionaron.

Conocen la letalidad del arma yacente en sus manos y están dispuestos a usarla en las próximas elecciones.

Veremos.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1. Después de mucho tiempo, muchísimo, los diputados locales de Colima admitieron no haber sido capaces de localizar al exgobernador de Colima, Ignacio Peralta Sánchez, para notificarle del inicio del juicio político instaurado en su contra. Es entendible.

2. AMLO ha expresado su opinión sobre los juicios a la vice presidente de Argentina y el expresidente de Perú. Ha emitido juicios de valor acerca de las razones, supuestas por AMLO, para someterlos a estos juicios y, en el caso de Perú, apartarlo del poder apegados a sus leyes, reitero, sus leyes. Una intromisión lamentable en la vida interna de dos países latinoamericanos.

3.- La idea de una democracia desapasionada y sin conflicto, una democracia elegante y armoniosa es el cuadro de una democracia muerta. Si no pedimos certificado de racionalidad, de independencia, de espontaneidad a quien elogia, tampoco lo exijamos a quien censura. Jesús Silva Hérzog Márquez

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