Buscar este blog

jueves, abril 17, 2008

Debatir, La Mejor Vía

Una de las obligaciones de todo articulista, columnista o colaborador en las páginas editoriales de un periódico, consiste en articular conceptos, expresar, de la manera más clara posible, sus ideas acerca de un tema determinado. Por supuesto, esa expresión, esas opiniones escritas, responden a la formación profesional, a las experiencias vitales de quien escribe. Un colaborador de las páginas editoriales de cualquier medio no puede desligarse, como alguien graciosamente pretendió hacer alguna ocasión, de sus convicciones ideológicas, políticas o de sus creencias religiosas a la hora de expresar sus opiniones. Tampoco puede dejar de lado los compromisos que tiene con grupos de presión o partidos políticos. Su opinión conlleva todo ello. Es un hecho comprobado y comprobable.

Pero a nadie se le pide que se apuro, o santo, , para aceptar sus opiniones como buenas o válidas en cierto contexto o circunstancia. Sin embargo, la verdad es que en muchas ocasiones, lejos de analizar la verdad o falsedad de lo dicho por tal o cual articulista acerca de un tema determinado, se busca condenarlo y se le juzga por ser quien es y no por la veracidad o falsedad de sus argumentos.

Así, los críticos del sistema son juzgados por sus propios compañeros de tarea, que no de gremio, más por escribir en otros medios, por ser “enemigos” del patrón en turno. Antes, ahora y después, ha habido y habrá periodistas incómodos, así sin comillas. Periodistas que escriben o tratan los asuntos que molestan o erizan la piel de los gobernantes en turno. Más allá del estilo, más allá del adjetivero, tan usado por algunos columnistas en sustitución del argumento sólido de sus escritos, subyace lo que realmente se dice o se quiere decir. Eso es lo que debe ser juzgado, criticado y respondido. Nada más, pero nada menos, tampoco.

Pero hay quienes han hecho del halago una cultura y del chayote un medio de vida. Me consta. Sé quiénes han recibido, sé cuánto y en qué circunstancias han recibido, en efectivo y en los famosos sobres-bolsa, las cantidades que los hacen ser “suavecitos” con quien les untan la mano y duros con sus rivales. Conozco muy bien su juego, por eso no me sorprenden sus actitudes y sus acciones. Son normales, como serán normales sus actitudes y acciones en el futuro inmediato.

Pero una de los obligaciones fundamentales de cualquier colaborador regular de un diario, es dejar bien clara su capacidad para debatir sobre un tema determinado y lo considero así porque el debate es uno de los mejores instrumentos que tenemos para construir democráticamente el México que todos queremos. Así, es, no hay duda.

No le demos vueltas: en esencia, democracia es opinión. Sin ésta no hay la primera. Y la opinión toma su fuerza, se tensa y se pone a prueba, en el debate capaz de encender a la sociedad. También lo hace en la confrontación de las ideas a la luz del sol, con viveza, sin temor. El debate es el conducto para que circule la verdad, a la que tantos temen tanto. Es el método del entendimiento. Es el cauce de la inteligencia. Es el foro para que en él -y jamás en soledad- se resuelvan los graves problemas de una comunidad determinada.

Debate es, por supuesto, un diálogo eficaz. En él se enfrentan y se concilian los intereses y las intenciones. El debate es, no puede ni debe ser, una sucesión de monólogos, que van cayendo, uno a uno, primero en el vacío y luego en el silencio. El debate no es la expresión de un coro que acompaña -sólo acompaña- el tono mayor de alguna voz. Quienes cantan a coro, no debaten: secundan. Quien domina todas las voces, tampoco debate: resuelve.

En la democracia, de la que el debate es un instrumento formidable -y algo más: indispensable-, la decisión se adopta tras el juego de las opiniones, no antes, ni por encima, ni a su pesar.

Pocas circunstancias tan propicias habría para ponderar las virtudes políticas y morales del debate como la exaltación de la libertad de prensa. Esta, la prensa, es un foro natural de la deliberación. No el único, pero sí uno entre los más genuinos.

Por eso, todos estamos obligados a respetar las voces que concurren al debate, debemos oírlas, animarlas y atenderlas. Este género de controversias previene contra las otras formas de mostrar la discrepancia, tan resbaladizas: las que comienzan en el disenso y terminan en el conflicto; las que usan la amargura en vez de la esperanza; las que emplean la violencia en vez de la razón. Si no queremos esto -y no lo queremos, porque arriesga todo y a todos nos pone en riesgo-, hay que admitir aquéllo.

El debate nos servirá para precisar si el rumbo que llevamos como sociedad, como gobierno es el correcto o si debemos modificarlo. Tal vez habrá necesidad de moderar o matizar. Quizás será preciso rectificar. Moderar, matizar, rectificar antes de que la gota desborde el vaso. El debate es la herramienta que debemos usar, pero, debemos recordarlo: todas las voces deben ser oídas, atendidas y analizados sus argumentos. No podemos seguir callados, no debemos seguir callados. Usemos nuestra libertad

Hablemos, pues, de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer, porque debemos respetar y defender la diversidad de voces y de criterios, aun cuando no necesariamente coincidamos con algunos de ellos

Nada más recordemos un hecho: La sociedad oye y mira. Oye, mira y aguarda.

Finalmente, creo que es, estamos obligados a que lo sea, el tiempo de la tolerancia, pero no una tolerancia que desdeña al otro o lo padece, sino una que lo escucha y lo acepta. Una tolerancia que honradamente camina con quien honradamente difiere, y no sin él, ni en contra suya. Una tolerancia que no mira en el discrepante a un enemigo. Una tolerancia que advierte la inmensa riqueza moral de la pluralidad. Una tolerancia dispuesta a defender, pero también a conceder. Una tolerancia que escribe la historia con las palabras de todos y no con las de uno solo.

Mientras exista esta forma de tolerancia, habrá luz.

TRES COMENTARIOS AL MARGEN

1. ¿Quién será el rector, o director general, de la Universidad Tecnológica? No es una pregunta ociosa, porque ya fue aprobada su creación por el órgano máximo existente en el estado y deberán echarse a andar pronto para estar en condiciones de abrir sus puertas en agosto, cuando inicie sus actividades con el nuevo año escolar.

Un directivo de medio podría ser su primer rector.

2. “No tener una idea y poder expresarla: eso hace el periodista.” Karl Kraus

3. “Mi presencia en el mundo no hará más que perturbar, muy a mi pesar, algunas existencias tranquilas y turbar -más aún a mi pesar- la dulce inconsciencia de algunas otras.” Emile Ciorán

macosta68@gmail.com

macosta68@hotmail.com

http:www.agendapolitica.blogspot.com

No hay comentarios.: