“Los priístas andan hechos la mocha porque pretenden hacer una asamblea nacional maratónica a la que asistirán, se dice, 10 mil delegados. Hasta hoy, en Colima y el país, los priístas no han sabido qué hacer ni cómo transitar a partir del dos de julio en que perdieron la presidencia de la república y con ello la brújula, el gobernalle y hasta la góndola en que viajaban.
En el país, los priístas han sido incapaces de encontrar una vía que les permita negociar a los distintos grupos existentes y definir una agenda nacional que tenga como principal objetivo hacer un recuento de lo existente, de lo que aún les queda, que cada día es menos. Se trata, por supuesto, de una tarea mínima, indispensable para saber con qué cuentan, con quiénes cuentan y dónde están sus fortalezas y debilidades y cuáles son sus perspectivas de triunfo en las elecciones intermedias de aquí al 2003. En cambio, los priístas se vieron involucrados en una lamentable exhibición ante la sociedad de sus carencias, sus rencores y sus lamentos.
En suma, el priísmo no logró superar el inmovilismo en que se encuentra y tampoco pudieron sujetar a los intereses del partido la ambición de Roberto Madrazo y Francisco Labastida que, a su vez, demostraron carecer de la fuerza y la organización para imponerse al otro. El priísmo vive el miedo a la libertad que no sabe asumir ni gobernar. Desde mi punto de vista, el priísmo está en una etapa en la que ni se rompe ni se une, pero corre el gravísimo riesgo de desintegrarse.
Y si eso pasa en el país, en Colima no marcha mejor el tren priísta. Muchos lo saben, aunque pocos lo dicen: en el proceso electoral del 2000, muchos dirigentes seccionales se fueron abiertamente a la oposición, algunos incluso ya trabajan como funcionarios en esos ayuntamientos, y aún son, formal y realmente, dirigentes seccionales del PRI. Eso no sólo demuestra incapacidad para tomar decisiones efectivas para fortalecer al partido, sino que demuestra una irresponsabilidad injustificable.
Los procesos electorales son cada vez más competidos y el PRI no reconoce, o no desea hacerlo, la gravedad de su situación. Cabe decir que muy pocos en Colima ponen en duda el buen gobierno que Fernando Moreno Peña realiza, ni sus acciones en beneficio de la sociedad, ni sus afanes por llevar a cabo la más grande tarea de promoción económica que se haya realizado hasta la fecha. Eso es indudable e irrebatible. Pero no basta. No es suficiente para ganar el proceso electoral de 2003.
Por si algunos no tienen plena conciencia de ello, en 2003 Fernando Moreno no será candidato a nada, excepto a exgobernador. Atonía, pachorra, indolencia, abandono, desaliento, ¿qué priva en el PRI colimense? No lo sé con certeza. Pero sé una: para ganar unas elecciones se requieren tener un buen candidato, recursos económicos suficientes y una estructura funcional. ¿Con qué cuenta el PRI para el 20003?
Por otra parte, todavía hay inercias que pesan demasiado: esperar a ver qué opina el gobernador de hacer tal o cual actividad, esperar por la línea, no expresar libre y abiertamente las opiniones, descalificar a quien hace señalamientos o críticas que contradigan las tesis oficiales, sin analizar los argumentos, y otras prácticas similares.
Esto lo digo por las reacciones que algunos priístas tuvieron respecto de las declaraciones hechas por Jesús Orozco Alfaro, quien habló dela existencia de focos rojos y súper rojos en el PRI ante las condiciones en que se encuentra este partido, en materia de organización electoral y de la ausencia de unidad en torno a proyectos comunes.
En términos reales, me dio gusto que un priísta ortodoxo como Orozco Alfaro coincida con lo que siempre he expresado en este espacio y en el seno del consejo político estatal en cuanta ocasión tuve oportunidad de intervenir: los priístas están en la calle, literalmente en la calle y, hasta hoy, no veo cómo puedan enfrentar exitosamente las elecciones del 2003. la catilinaria que recibió fue de pronóstico reservado. No hubo argumentos, sino descalificaciones o cuentas alegres.
No lo dudo, para el 2003, el PRI puede presentar los mejores candidatos de su historia. Está obligado a hacerlo si quiere ganar. Sin embargo, hay algunos problemas que resolver primero: los priístas deben sentarse a examinar minuciosamente la situación actual y poner remedio. Segundo: deben dejar crecer a sus aspirantes a candidatos, que salgan a la luz pública, que se muestren, que tengan el valor de decir que quieren y que nos digan cuáles son sus proyectos, cuál su bagaje. Si no crecen los aspirantes, más tarde no habrá candidatos competitivos. Tercero: las descalificaciones sólo ayudan al rival. Recuerden el pleito de lavadero entre Madrazo y Labastida y sus consecuencias.
En fin, los priístas sabrán si pueden hacer lo que tienen que hacer, ahora más que nunca, para ganar el proceso de 2003.
Ya veremos.”
Esta colaboración se publicó el 3 de abril de 2001, en Ecos de la Costa. En ese entonces me desempeñaba como director de Asuntos Políticos de la Secretaría General de Gobierno y ejercía mi derecho constitucional de externar libremente mis opiniones.
Hoy, el PRI tiene serios problemas y está metido en un tobogán cuyo aparente destino es el fracaso. Por supuesto, hay maneras de arreglar la situación, pero no se puede arreglar desde abajo, o desde afuera, sino desde adentro y desde arriba y lo primero que se debe hacer, si se quiere realmente resolver el problema, es reconocer que hay un problema. Después, deben analizarse las acciones a emprender para resolverlo. La convocatoria a la unidad le corresponde hacerla al líder del partido en el estado. A nadie más. Es hora de poner orden y paz, antes de que las aguas arrasen con todo. Como me dijo en una ocasión Margarita Torres Huerta, a propósito de la nominación del candidato del PRI a la presidencia municipal de Manzanillo:¡se acabó el recreo, pa’dentro todos!
Pero si deciden negar que se tiene un problema, sólo servirá para llevar, de manera segura, a la derrota la nave priísta.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1.Dije hace tiempo que Roberto Chapula es el mejor legislador con que cuenta el PRI en el congreso local. Hoy ratifico esa opinión y digo que, en su caso, el tiempo ha servido para que reflexione sobre su manera de ser y sobre las verdaderas razones por las que perdió la elección en el 2003. Más allá de rencores personales, Chapula de la Mora se recuperó y ahora está convertido en la estrella de su partido en la cámara local.
Este crecimiento personal de Chapula de la Mora y su notable desempeño e el congreso lo vuelven, necesariamente, uno de los políticos priístas con merecimientos para ser el candidato del PRI a la gubernatura. Tiene experiencia política, tiene capacidad, tiene carisma, tiene una presencia consolidada en los medios de comunicación, tiene arraigo popular y cumple con los requisitos estatutarios.
Por otra parte, es un político que no teme enfrentar los problemas ni dar su opinión al respecto. Es cierto, no es un político ortodoxo, pero eso es, precisamente, lo que lo hace atractivo electoralmente. Por lo demás, es un hombre que cumple sus compromisos y la gente sabe que puede contar con él en la búsqueda de soluciones a sus problemas.
En pocas palabras, puede ser un buen candidato del PRI a la gubernatura. Para ello hacen falta dos cosas: que el propio Chapula se decida a jugar y haga lo que deba hacer para alcanzar su objetivo y, segundo, que las circunstancias le sean favorables.
Porque como m dijo una vez un amigo: en el PRI, se requieren tres factores para lograr una candidatura: capacidad, constancia y circunstancia, y, casi siempre, ésta última es la decisiva.
Es evidente: Roberto Chapula es un tipo capaz y también lo es que ha sido constante, pero falta ver si puede hacer que las circunstancias le sean favorables.
2. Desconozco si el ayuntamiento de Colima dejó ya de enviar los recibos del impuesto predial a domicilio. Ya se terminó febrero y el recibo de predial aún no llega a mi casa. Hasta este año, la entrega solía ser e la primera quincena del mes de enero.
3. “En política hay que sanar los males, jamás vengarlos” Napoleón III
No hay comentarios.:
Publicar un comentario