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martes, enero 30, 2001

El nuevo oficialismo

30 de enero de 2001

XERL “Angel Guardián”

Los nuevos tiempos requieren nuevas formas de ver la vida, nuevos referentes. Aunque quisiéramos, no debemos comportarnos como antes. Ya no hay PRI en el ejecutivo federal. Algo que prometió romper Fox, fue el oficialismo, el presidencialismo, “el metichismo” del gobierno federal, como le llamó el propio Fox. Pero ¿qué era el oficialismo?

Para Federico Reyes Heroles: “Oficialista era aplaudir al sindicalismo sin cuestionar el corporativismo. Oficialista era hablar de la reacción, sin mirar las limitaciones democráticas. Oficialismo era rechazar las comparaciones. México era único, faltaba más. Oficialista era callar los atropellos y aceptarlos por la "justicia social". Oficialismo era rendir loas a la estabilidad a cualquier costo. Oficialismo era aceptar el carácter intocable del Ejército y por supuesto del "señor Presidente". Cualquier oficialismo, al ser acrítico, es contrario a la modernidad. Democracia Verdadera y oficialismo son incompatibles...”.

Pero los demócratas del hoy, hoy, hoy, olvidaron demasiado pronto sus promesas, sus ofrecimientos de campaña y han construido un nuevo oficialismo, más duro, dogmático y maniqueo. En aras de la alternancia, están dispuestos a hacer cualquier cosa.

Este gobierno nos ha dado grandes cuotas de certidumbre. Muchos mexicanos conocemos el rumbo que lleva el país: vamos directos al carajo. Ni el más fanático panista puede decir, tanto en el país como en el municipio de Colima, que se ha juzgado a los respectivos presidentes sólo por ser panistas. Eso es falso hoy, hoy, hoy, y lo será también mañana. Al menos en mi caso.

Hoy, los panistas exigen creer a ciegas en las cualidades de sus presidentes, Fox y Michel. Se pide, se exige justificar, dudar incluso, de los evidentes errores de hoy, hoy, o, en su caso, entenderlos como el resultado de perversas acciones realizadas por los priístas que aún tienen poder para hacerlo, como ya acusaron al gobernador Fernando Moreno Peña. Pero si no señalamos esas desviaciones hoy, hoy, hoy, el beneficio de la duda se transformará rápidamente en el perjuicio de la duda. Ayer, por no criticar permitimos que las desviaciones se agigantaran y el precio lo pagamos todos. Antes la línea era no moverle, ahora es justificar.

Los mexicanos queremos cambiar, queremos mejorar, tenemos grandes esperanzas en el futuro mediato y por eso, millones de compatriotas depositaron su voto en favor de Fox, de Michel, porque creyeron que podrían mejorar sus niveles de vida, de bienestar.

Los publicistas norteamericanos, expertos en vender productos, más allá de su calidad, le han llamado a un ánimo social de esperanza el Feel Good Factor; es decir, la sensación de agrado y esperanza que un pueblo experimenta en torno a una figura política, a pesar de que la misma aún no demuestre signos reales de cambio o una actitud real de modificación de las políticas que verdaderamente importan.

Pero el nuevo oficialismo es una amenaza seria contra esa esperanza. A México lo dañó mucho carecer de una crítica consistente y sistemática a las desviaciones del poder. La crítica no puede tomar vacaciones, ni aceptar justificaciones a priori. Debemos evitar la repetición.

En eso consiste una mínima modernidad. La reversa también es cambio y en mucho vamos para atrás: hay signos de autoritarismo ramplón pero preocupante y lo peor es que en medio de todo esto, veo con tristeza, pero con naturalidad, a los críticos feroces de ayer convertidos en los principales promotores del nuevo oficialismo.

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