La sociedad mexicana ha sufrido una gran transformación. Y lo digo de esta manera: ha sufrido, como sinónimo de ha padecido, porque en verdad ha padecido para lograr cambios en la forma de relacionarse las diversas fuerzas que la componen.
Una de estas transformaciones ha sido en el ámbito político. Hoy, la gente está más dispuesta a intervenir en los asuntos públicos. La gente ya está en los medios y los usa para denunciar atropellos y malas actuaciones de las autoridades y personajes públicos, principalmente.
Ahora, medio mundo trae en la boca la tan mentada transición a la democracia y todos aseguran ser sus padres, o sus madres, como ocurrió aquí en Colima.
En este contexto, el gobierno municipal, como el primero y más cercano a la sociedad, ha adquirido una importancia vital, particularmente en nuestra entidad. Tanto por ser quienes están obligados a prestar los servicios públicos más inmediatos a la población, como por ser plataformas de lanzamiento político para sus titulares, los ayuntamientos forman parte vital de las estructuras políticas del país.
Pocos pueden decirnos cómo funciona realmente un gobierno municipal, particularmente los de Colima y Manzanillo, particularmente después de cómo los van a dejar Carlos Vázquez y Martha Sosa, respectivamente.
Lo que deseo comentar hoy, en este espacio, es el proceso de evaluación y seguimiento que debe tener la gestión municipal, en aras de brindar un mejor servicio a la población, la que, por otra parte, ha despertado del letargo de partido único y ven con buenos ojos el arribo de gobiernos de oposición. Por ello, desde hace algunos años, los partidos políticos se han volcado a la lucha por conquistar los gobiernos locales. Pero los gobiernos electos democráticamente no sólo deben pasar la prueba de las urnas, sino también la prueba del buen gobierno. Es decir: de su capacidad de gobernar, depende su permanencia en el poder.
La preocupación por encontrar los problemas más agudos y que obstaculizan la gestión de los municipios suele ser una de las principales tareas de los alcaldes electos y sus equipos de trabajo. Sin embargo, desde mi punto de vista, ponderan demasiado asuntos materiales, principalmente los relacionados con los satisfactores básicos, y se olvidan de uno de los principales en cualquier ámbito: la preocupación acerca de la gobernabilidad, a la cual podemos definir para este caso como la capacidad de gobernar, bajo las nociones de eficiencia administrativa, y la de generar la legitimidad y el consenso.
La capacidad de gobernar, es la habilidad para elevar la calidad de vida de la población con relación a una “razón de humanidad” en vez de una “razón de Estado”. Por ello, los gobernantes deben estar involucrados en la “arquitectura societaria radical” en sus diferentes dimensiones: el empleo, la población, seguridad pública, combate a la pobreza y reestructuración de la economía. Pero para tal fin se requieren capacidades excepcionales.
En este sentido, los nuevos alcaldes están obligados a analizar las experiencias vividas en otros municipios de nuestro país y aprender cómo se ha podido generar un cambio en ellos, pese a las debilidades estructurales del municipio, lo que ha dado como resultado experiencias exitosas generando mayor bienestar, participación y consenso.
Para esto, los alcaldes requieren estar dotados de los mejores instrumentos, tanto teóricos como prácticos, para estar en condiciones de brindar un mayor bienestar a los ciudadanos. Para lograr este propósito, se requiere de la constante evaluación para ir detectando problemas, aspiraciones, tendencias y evolución de la gestión, para corregir los errores y plantear nuevas e innovadoras soluciones para elevar la capacidad de gobierno en el ámbito municipal.
La evaluación de los servicios públicos, así como de la obra pública, son la base para conocer la actuación del gobierno; los servicios públicos son la “cara” del gobierno. El ciudadano en la actualidad –al menos esa es la tendencia–, está más orientado hacia ver sus condiciones de vida mejores en términos de servicios públicos y, en ese sentido, emite su voto.
Los grandes compromisos ideológicos, o de posturas y planteamientos partidistas, han dejado de funcionar. En su lugar se ha instalado un pragmatismo que exige innovación y modernización de las gestiones públicas y en un marco de creciente deseo de fiscalización y participación de esas gestiones.
De aquí la necesidad de que los gobernantes estén cada vez más preparados técnicamente para responder con la mayor eficiencia a los reclamos ciudadanos, esto requiere de estructuras y procesos innovadores y modernos de la gestión pública. Al cubrir razonablemente estos requisitos, obtendrán gobernabilidad, entiéndase, capacidad de respuesta frente a las demandas ciudadanas y frente al poder .
Se pudiera pensar que la labor fundamental de la administración municipal se encuentra en mostrar a la población que el cambio es una posibilidad real y que el municipio lo puede realizar.
Es indispensable que los gobernantes tengan una mejor información acerca de los principales problemas que aquejan al municipio para elevar no sólo la eficiencia de la gestión pública municipal, sino también su grado de legitimidad, es decir: no basta con conocer la problemática municipal; se requiere darle solución mediante el incremento de sus capacidades de gobierno.
En estas elecciones pudimos constatar que el voto ciudadano se emite en función de la capacidad de respuesta de las autoridades. Por ello, las nuevas autoridades municipales deben tener los elementos claves de una gestión eficiente como para responder a las demandas más apremiantes de la sociedad.
La gestión municipal está obligada a emprender una serie de proyectos modernizadores e innovadores que le permitan obtener el voto de los ciudadanos en las próximas elecciones. Insisto: hay una fuerte relación entre la capacidad de gobierno y el apoyo de la población. La población en general, en términos electorales tiene un comportamiento muy pragmático, pues ya no responde a compromisos de tipo político-ideológico, sino a coyunturas en las cuales tengan las expectativas de mejoras en sus condiciones de vida.
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1.- Debemos seguirle la pista al asunto de la mayoría en el Congreso local. Los panistas y perredistas insisten en que 13 no es mayoría en un congreso de 25. Seguramente, si se ponen uno a uno los diputados de la opsición consolidada y los del PRI, habrá uno del PRI que no tenga pareja. ¿son mayoría? Para cualquiera sí, pero para panistas y perredistas no. Las matemáticas no son cosas de opinión. No hay democracia, ni discusión en operaciones lógicas.
2.-“ Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”. Martin Luther King
3.- “La estupidez insiste siempre”. Albert Camus
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