¿Por qué votar por él? ¿Cómo explicarles a mis hijos, a mis amigos, a mis parientes, que mi voto sería en su favor? ¿ Cuáles son los valores que propone? ¿Cuáles son los hechos que avalan sus palabras? ¿ Dónde está la coincidencia en principios, en ideología? ¿ Cómo creer en alguien que viene de las profundidades, del sótano del sistema? ¿Cómo creer en alguien que apoyó al salinismo? ¿Cómo? ¿Cómo?
Estas son algunas de las preguntas que me hice cuando un amigo a quien mucho aprecio me invito a votar por su candidato. Conoce mis puntos de vista, mi forma de pensar. Es una persona muy inteligente, muy inteligente, Tiene mucho tiempo de militar en su partido. Eventualmente escribe en un diario local acerca de su candidato a la presidencia de la república. Quienes le conocen saben de su inmensa capacidad y bonhomía.
En fin, mi amigo intentó convencerme, una vez más, de las bondades de su candidato. Más allá de su lenguaje pedestre, de su incapacidad para esgrimir argumentos, de su intolerancia a quienes disienten de su forma de pensar, me dijo de su obra cuando fue gobernador. Asimismo, soltó el clásico rollo de que ya basta de lo mismo y lo mismo.
No fue lejos por la respuesta e inicié por el final. En realidad, le dije, voy a votar por quien me ofrece un camino seguro, una ruta conocida, un camino andado. Voy a votar por quien me ofrece, efectivamente, más de lo mismo. Y espero que cumpla, porque, de lo contrario, seré el primero en reclamarle. Quiero más presupuesto para la educación pública, más recursos para la seguridad social de quienes menos tienen, más casas para quienes apenas ganan tres o cuatro salarios mínimos, más recursos para la seguridad nacional, más efectividad en el desempeño de la función pública, más apoyo a la educación superior, más transparencia en el ejercicio de los recursos públicos.
¿Cómo votar por uno de los cómplices de Salinas? ¿Cómo votar por quien recibe ilegalmente recursos de empresas y empresarios para financiar su campaña, actos prohibidos por el código electoral? ¿Cómo votar por quién miente descaradamente y pretende descalificar las pruebas presentadas por el PRI de que habría recibido financiamiento ilegal, aduciendo que son difamaciones? ¿Cómo creer a quien entregó las supuestas claves de su partido y el verde, muy verde, ecologista para abrir el compacto que contiene la información del FOBAPROA, claves eran falsas? ¿Cómo votar, por qué elegir como presidente de este país a quien miente tan descaradamente y piensa que los mexicanos somos idiotas que nos vamos a tragar sus mentiras?
Lo dije hace ya mucho tiempo: nada bueno podía esperarse de un presidente de la república que era capaz de hacer pedazos todo el legado económico, cultural e ideológico que nos había dejado la revolución. Lo dije cuando los panistas estaban felices porque salinas de Gortari ponía en marcha su programa económico y político: la privatización del ejido, el asunto de la iglesia, las concertacesiones, todo fue dado en pago al reconocimiento de su triunfo en 1988, todo fue dado a los panistas, el nuevo partido de Salinas.
Hoy escucho el mismo discurso de Salinas: un mundo nuevo, una constitución nueva.
Ante este panorama, reitero mi pregunta: ¿cómo puedo votar por Fox? ¿ Cómo puedo votar contra mis principios, contra mis ideales? ¿Cómo puedo apostar a quien hoy sostiene una tesis y al rato la cambia sin razón alguna, más que la de ganancia personal?
TRES COMENTARIOS AL MARGEN
1.- Mostraron su verdadero calibre quienes se opusieron a que Cuauhtémoc Cárdenas visitara la UNAM: Sólo a locos o estúpidos o, peor aún, a fascistas, pudo habérseles ocurrido la idea de negarle la entrada a la máxima casa de estudios del país.
Hace ya tiempo publiqué cuatro columnas acerca del pasado, presente y futuro de la universidad de Colima. Algo de lo entonces escrito podría reiterarse ahora a propósito de este asunto, dije entonces que: “(…)En ella existen, florecen, deliberan y hasta combaten todas las corrientes del pensamiento político, social, económico, estético, ético y moral. Así sucede donde prevalece el pensamiento libre. Y es precisa y vital la existencia de libertad, toda la libertad, entraña esencial de la universidad. Sin aquélla, no hay verdadera universidad; sería, cuando más, una escuela o un taller o, en el último de los casos, un convento o monasterio. Pero también debe darse un hecho: la libertad de unos no debe impedir la libertad de otros. Lograr ambos aspectos caracteriza el buen gobierno de una nación y también el buen gobierno de una universidad. … Universidad es pluralidad. Pluralidad de pensamientos, de ideas, de opiniones. Y es también libertad para discutir, para proponer nuevos rumbos, nuevas vías, nuevos métodos de trabajo, de participación y de solución de los problemas enfrentados por la comunidad universitaria. La universidad es patrimonio de todos, no la tiene escriturada nadie (…)”. Fin de la cita.
¿Cómo, entonces, unos porros se arrogan el derecho de decidir quiénes ingresan a la universidad para analizar, discutir y rebatir las propuestas de quienes pretenden ser elegidos como presidente de la república?
Yo pregunto, señores.
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